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viernes, 8 de junio de 2012

DEFENSA DE NUESTRAS ZONAS PERSONALES


a) Las mascaras que usamos

 Hay muchos métodos con los que defendemos nuestras zonas personales y uno de ellos es el enmascaramiento. El rostro que ofrecemos al mundo exterior es raramente nuestro verdadero rostro. Se considera una conducta excepcional, casi extraña, mostrar lo que realmente se sienten las expresiones faciales o en los actos. Recurrimos, por el contrario, a una cuidadosa disciplina en cuanto a la expresión de nuestro rostro y cuerpo. Cuidamos nuestra apariencia personal, las ropas que elegimos, los peinados que adoptamos. Todo ello lleva un mensaje en lenguaje corporal a los amigos y relaciones. En los lugares públicos se espera que el hombre standard de nuestra sociedad vaya correctamente vestido, afeitado, con el pelo peinado y las manos y el rostro limpios. Todos los días mantenemos un celoso control para que nuestro cuerpo no pregone mensajes que nuestra mente por descuido no logra ocultar. Sonreímos constantemente, pues la sonrisa es, no solo una manifestación de humor o de placer, sino también una justificación, una defensa y hasta una excusa. La máscara que no se puede retirar, la necesidad de enmascararse es en ciertos casos tan profunda que se impone automáticamente y resulta imposible dejarla caer. Hay situaciones, como el intercambio sexual, en que se debería suspender el enmascaramiento, para poder disfrutar plenamente de hacer el amor y, sin embargo, muchos de nosotros sólo podemos desenmascararnos en la completa oscuridad. Tenemos tanto miedo de lo que podríamos decir a nuestros compañeros con el lenguaje corporal, o de lo que podríamos revelar en nuestro rostro, que intentamos eliminar totalmente ese aspecto visual del sexo y levantamos fortalezas morales para ayudarnos a hacerlo. "No es decente mirar.". "Los órganos sexuales son feos". "Una joven decente no hace eso a la luz del día", etc... Para muchos otros ni siquiera la oscuridad es suficiente para que puedan quitarse la máscara. Aún a oscuras, no pueden durante el intercambio sexual dejar caer las defensas que levantaron para protegerse.

 b) Posiciones y posturas

 Qué dice su postura. Los psicólogos se han ido dando cuenta de lo importante que es en la terapéutica el lenguaje corporal. Lo interesante es que mientras muchos emplean el lenguaje corporal en su práctica, pocos tienen conciencia de hacerlo. "Ninguna posición o movimiento del cuerpo por sí mismo tiene una significación precisa". En otras palabras, no podemos decir que siempre los brazos cruzados significa; "No le dejaré entrar", o que rascarse la nariz con un dedo significa la desaprobación o rechazo, que darse un golpecito en el pelo significa aprobación y levantar los dedos superioridad. Estas son ingenuas interpretaciones de kinesia, y tiende a transformar una ciencia en un juego de salón. Algunas veces son ciertas y otras no, pero sólo son ciertas en el contexto del patrón de conducta de una persona. El lenguaje corporal y el lenguaje hablado dependen el uno del otro. El lenguaje hablado aisladamente no nos dará el sentido completo de lo que una persona dice, y tampoco lo hará el lenguaje corporal. Cada movimiento o posición del cuerpo tiene funciones adaptativas, expresivas y defensivas, algunas conscientes y otras inconscientes. Las posturas y presentaciones, los movimientos de cabeza, párpados y manos, no representan realmente movimientos de posturas y los podemos denominar "puntos". Una secuencia de varios puntos la calificaremos de "posición" lo cual se halla mucho más cerca de una postura. Una posición consiste en un gran movimiento de postura que implique por lo menos la mitad del cuerpo. Una posición puede durar cerca de cinco minutos.

 La mayor parte de las personas en una situación social pasarán por varias posiciones. Para ilustrar el empleo de las posiciones, imagínese una situación en que un hombre se mantiene dentro de un asunto particular. El oyente se reclina hacia atrás en la silla, con los brazos y las piernas cruzadas, mientras escucha las ideas del que habla. Cuando el oyente llega a un punto en que está en desacuerdo con el que habla, cambia de posición como preparación para manifestar su protesta. Puede inclinarse hacia delante y descruzar los brazos y las piernas. Tal vez levante una mano con el índice apuntando mientras empieza a lanzar su rechazo. Cuando termine, volverá a reclinarse hacia atrás, en la posición inicial, con los brazos y piernas cruzados, o tal vez asuma una tercera posición en la que sus brazos y piernas no están cruzados cuando se recline, señalando que se halla dispuesto a oír sugerencias. Si se consideran todas las posiciones que un hombre o una mujer adoptan durante el curso de una conversación, se puede entender como una presentación. Una presentación puede durar hasta algunas horas, y termina con un completo cambio de localización. Abandono de la habitación, una llamada telefónica, la busca de cigarrillos, la ida al aseo, cualquier movimiento que corte la conversación, termina la presentación. Si la persona vuelve, entonces se inicia una nueva presentación. Las diferentes posiciones se relacionan con diferentes estados emocionales, y a menudo los estados emocionales pueden restablecerse cuando la persona recobra la posición original en que ocurrieron. El psicoterapeuta celoso y observador se dará cuenta, después de algún tiempo, de qué posturas están asociadas con los estados emocionales. El hombre corriente que comprende el lenguaje corporal y lo emplea, posee el dominio de esas posturas, aunque puede no ser consciente de ello, y puede relacionarlas con los estados emocionales de la gente que conoce. De este modo estará siempre a un paso por delante de los demás al tratar con la gente. Este arte puede ser enseñado puesto que es función de una cuidadosa observación, pero sólo puede ser aprendido si se es consciente de que existe. Del mismo modo que el bajar la cabeza indica el fin de una afirmación, o el levantar la cabeza el fin de una pregunta, las modificaciones posturales mayores indican puntos finales en las interpretaciones, el final de un pensamiento, el final de una declaración. Por ejemplo, un cambio de posición en virtud del cual usted ya no está frente a la persona con quien hablaba, significa a menudo que usted acabó de hablar. Usted desea volver su atención a algo distinto por el momento. La modificación de una posición significa que algo ocurre. No siempre nos dice qué es lo que ocurre. Estas modificaciones varían de cultura a cultura. En los países latinos los brazos desempeñan un papel más importante en la comunicación. Toda declaración va acompañada de amplios movimientos de la mano. En los países nórdicos más rígidos se mueven muy poco las manos cuando hablan. Luchando por la posición la postura no es sólo un medio de puntuar la conversación, es también una manera con que las personas se relacionan entre sí cuando están reunidas. 

Se pueden dividir todas las posturas en tres grupos que se pueden adoptar cuando se está con otras personas: 

— Inclusivo-no inclusivo: Describe la manera en que los miembros de un grupo incluyen o no incluyen a la gente. En un cocktail, un grupo de personas puede crear un pequeño círculo que excluye a los demás. Si tres miembros de un grupo están sentados en un diván, los dos de las puntas pueden "cerrar" volviéndose hacia adentro alrededor del que está en el centro, y excluir a otros. Pueden también cruzar las piernas encerrando al miembro o a los miembros centrales. Los brazos y las piernas de los miembros del grupo se emplean inconscientemente para proteger al grupo de la intrusión. Un hombre en una reunión social es capaz de colocar un pie sobre la mesa baja para que constituya una barrera contra los de fuera. La clave del status de un grupo puede determinarse cuando el grupo está situado en fila en un diván, a lo largo de una pared, o en una conferencia. Los miembros más importantes tienden a ubicarse en las puntas. En nuestro análisis de los territorios personales explicamos la significación de las zonas corporales en diferentes culturas. Cuando los hombres norteamericanos se encuentran en una situación en que sus zonas territoriales son violadas por la aglomeración reaccionan a menudo de modo curioso. 

— De orientación frente a frente o paralela: Supone sencillamente que dos personas pueden relacionarse desde el punto de vista de la postura, sea enfrentándose, sea sentándose paralelamente uno al lado del otro, tal vez orientados hacia una tercera persona. La disposiciones frente a frente es usual en las relaciones profesor-alumno, médico-paciente, en que se transmiten emociones o información. Las disposiciones paralelas indican actividades que requieren una sola persona. Leer, oír un cuento, mirar la televisión o un espectáculo son ejemplos de posiciones paralelas cuando se trata de más de una persona. Las disposiciones frente a frente indican una reacción entre dos personas implicadas entre sí. Los arreglos paralelos, cuando son libremente adoptados, indican que es probable que las dos personas estén en situación neutral, por lo menos en ese momento. La manera como se coloca una pareja en una reunión social dice mucho de su relación. En una situación paralela la intimidad puede asimismo afirmarse adoptando una posición frente a frente con la parte superior del cuerpo. 

— De congruencia-incongruencia: Se refiere a la capacidad de los miembros de un grupo para imitarse los unos a los otros. Cuando un grupo se halla en congruencia, las posiciones de los cuerpos serán copias las unas de las otras, en ciertos casos como imágenes en un espejo. Es interesante observar cuando un miembro de un grupo congruente cambia de posición, todos lo hacen con él. En general la congruencia de posición de un grupo indica que todos los miembros se hallan de acuerdo. Si el grupo tiene dos puntos de vista, los defensores de cada punto de vista adoptarán posiciones distintas. Cada subgrupo será congruente en sí, pero no congruente con el otro. Los que quieren mostrar que se hallan un grado por encima del resto de un grupo pueden deliberadamente asumir una posición no congruente. En las relaciones de médico-paciente, padre-niño, profesor-estudiante, las posturas serán no congruentes para destacar status o importancia. El hombre que en una reunión de negocios adopta deliberadamente una posición poco corriente lo hace en un intento de atribuirse un status más elevado.

 c) El lenguaje corporal 

El rascarse la nariz puede indicar desacuerdo, pero puede también indicar una picazón en la nariz. Este es el verdadero problema de la kinesia, separar los gestos significativos de los insignificantes, los que contienen un sentido de los que corresponden a la pura casualidad, o que han sido cuidadosamente aprendidos. Cuando una mujer se sienta con las piernas en plano inclinado paralelas y ligeramente cruzadas en los tobillos, esto puede indicar un espíritu ordenado, pero es mucho más probable que sea una postura afectada y hasta el resultado de un entrenamiento escolar. Algunas escuelas de buenos modales consideran que ésta es una posición graciosa y femenina y sugieren que las mujeres se acostumbren a adoptarla con naturalidad cuando se sienten. Es también una postura que permite a una mujer con minifalda sentarse cómodamente en una posición poco reveladora. Es también una postura que nuestras abuelas consideraban muy propia de una dama. Debemos acercarnos con cuidado a la kinesia y estudiar un movimiento o un gesto sólo en términos de un patrón completo de movimiento, y debemos entender el patrón del movimiento en términos del lenguaje hablado. Los dos, aunque a veces contradictorios, son también inseparables. Para estandarizar los movimientos corporales antes de transformarlos en pictografías kinésicas, debemos tener un punto cero, o punto de descanso. El movimiento de un brazo, por ejemplo, sólo es significativo si sabemos cuánta distancia ha recorrido. Sólo podemos saberlo si establecemos un punto cero standard. Un movimiento corporal puede no tener significación alguna en un contexto y ser extremadamente significativo en otro. Por ejemplo, el ceño que ponemos al arrugar la piel entre las cejas puede sólo señalar un punto en una frase o, en otro contexto, puede ser una señal de disgusto, o en un tercer contexto, de profunda concentración. Examinar sólo la cara no nos dará sentido exacto del ceño. Tenemos que saber qué está haciendo el que frunce el ceño.

 

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