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viernes, 8 de junio de 2012

TERRITORIOS CORPORALES Y KINESIA


A primera vista parece difícil ver con exactitud la relación entre los espacios, las zonas o los territorios corporales y la kinesia o lenguaje corporal. Pero a menos que comprendamos los principios básicos de los territorios individuales no podremos apreciar lo que ocurre cuando esos territorios son invadidos. El modo de como reaccionamos a la invasión personal de nuestro territorio se halla muy relacionado con el lenguaje corporal. Tenemos que conocer nuestra propia actitud agresiva y nuestras reacciones a las agresiones ajenas para darnos cuenta de las señales que estamos enviando y recibiendo. La apertura y la invasión de un territorio son importantes funciones del rango en un negocio. Pero, ¿y la dirección? ¿Con qué triquiñuelas, o con qué lenguaje corporal se impone un líder? En los últimos años antes de la Segunda Guerra mundial, Chaplin hizo un film titulado El gran dictador. Como todas las películas de Chaplin, estaba lleno de pasajes con lenguaje corporal, pero la más deliciosa secuencia era la que transcurría en una peluquería. Chaplin, en el papel de Hitler, y Jack Oakie, en el de Mussolini, están siendo afeitados en sillas adyacentes. La escena se halla centrada en el empeño de ambos de situarse en posición dominante para afirmar su liderazgo. Atados a sus sillas, enjabonados y enfundados, sólo queda una manera de lograr el dominio, que es controlar la altura de las sillas. Pueden bajarlas y hacerlas saltar hacia arriba. El que llegue más alto, gana, y la escena se desarrolla alrededor de la tentativa de cada uno de lanzar su silla a la más alta posición. 

Todos tenemos conciencia de la tradición de humillarse delante de un rey, delante de los ídolos, delante de los altares. Los saludos y las cortesías en general son variantes de la superioridad o inferioridad por altura. Son todos actos que señalan el mensaje del lenguaje corporal: "Usted es más alto que yo, por lo tanto es el dominante". Un joven con más de 1,80 m. de la altura, esta muy bien considerado en los negocios debido a su habilidad en demostrar empatía con sus asociados. En reuniones de familia, el miembro dominante, generalmente el padre, asume el mando en la cabecera de una mesa rectangular u oval. A menudo, la elección de una mesa redonda dice algo respecto a la organización familiar. Del mismo modo en un grupo de estudio alrededor de una mesa, el líder automáticamente asume la posición en la cabecera de la mesa. Basta recordar el rey Arturo y su mesa redonda para ver que no se trata aquí de una idea nueva. La mesa era redonda para que no hubiera una cuestión de primacía y todos los caballeros pudiesen participar igualmente del honor de estar sentados a la mesa. Sin embargo, todo quedaba debilitado por el hecho de que el rey Arturo, en cualquier lugar que se sentara, era siempre la figura dominante y el status decrecía a medida que la distancia del rey crecía. El espacio que consideramos inviolable, la necesidad de un espacio personal y la resistencia a la invasión de ese espacio personal son tan fuertes que, aún en una multitud, cada individuo exigirá un determinado espacio. El cálculo de la dimensión de una multitud tiende a variar de acuerdo con el hecho de que el observador sea favorable o desfavorable a dicha multitud, el tamaño de las manifestaciones políticas, las demostraciones pacifistas y otras, son infladas por los participantes y desinfladas por las autoridades. Estudiando fotografías aéreas de multitudes en las que se podía contar las cabezas, se llegó a la conclusión de que la gente en multitudes densas necesita de 50 a 70 centímetros cuadrados, mientras en multitudes esparcidas se necesita como media 90 centímetros cuadrados. Con respecto a las multitudes, cabe destacar que el territorio personal del individuo en una multitud es destruido por el hecho mismo multitudinario. La reacción a esa destrucción puede, en ciertos casos, modificar el estado de ánimo de la multitud. Los hombres reaccionan con energía cuando su espacio territorial es invadido. 

A medida que una multitud se hace más extensa y más compacta, puede también hacerse más violenta. Una multitud esparcida puede ser más fácil de controlar. La necesidad de espacio personal era conocida por Freud, que organizaba sus sesiones de modo que el paciente estuviese acostado en un diván mientras él se sentaba en una silla fuera de la vista del enfermo. De este modo no había intrusión en el espacio personal del paciente. Los policías tienen también conciencia de ello y lo utilizan en los interrogatorios de los detenidos. Un manual de interrogatorios sugiere que el inquisidor se siente cerca del sospechoso y que no haya mesa, ni otro obstáculo alguno entre ellos. Cualquier obstáculo, da al hombre interrogado cierto alivio y seguridad. El interrogador, aunque empiece con su silla a 60 o 90 centímetros del preso, debe acercarse a medida que progresa el interrogatorio, de modo que en última instancia una de las rodillas del individuo se halle justamente entre las dos del interrogador. En situaciones de trabajo, el jefe que tiene conciencia de su posición, puede reforzar su facultad de dirección penetrando en el espacio del hombre que se halla bajo sus órdenes. El superior que se inclina sobre la mesa del subordinado le hace perder el equilibrio. El jefe de departamento que se acerca demasiado al obrero mientras inspecciona su trabajo le hace sentirse incómodo y poco seguro. En realidad, los padres que riñen al niño inclinándose sobre él, están representando la relación que existe entre ellos, probando y reforzando su propio dominio. El sentarse. En circunstancias normales cuando usted invade el territorio de otro, sea en una biblioteca, sea en un café, usted envía una serie de señales de deferencia. Verbalmente, usted pide disculpas y pregunta: "¿Está libre este asiento?" En lenguaje corporal usted baja los ojos cuando se sienta. Cuando usted ocupa un lugar en un autobús lleno, lo adecuado es mantener la mirada hacia delante y evitar dirigirla hacia la persona que está sentada a tu lado. La defensa del espacio personal implica el empleo de señales, gestos y posturas adecuadas que corresponden al lenguaje corporal, una acertada elección de su propia localización. ¿Cómo se sienta usted ante una mesa vacía cuando quiere insinuar a los demás que no le acompañen? ¿Qué lenguaje corporal emplea?. Un estudio realizado entre estudiantes universitarios, demostró que el sentarse a una mesa vacía, cuando usted se propone aislarse, en general se cumple a través de dos procedimientos. O bien usted se coloca tan lejos como sea posible de las personas perturbadoras, o bien usted intenta aislarse conservando toda la mesa para usted.

 — Si busca el aislamiento replegándose frente a los demás esta enfrentando el problema desde el punto de vista de la evasión. Usted adopta una posición de retirada, generalmente hacia el ángulo de la mesa. En lenguaje corporal usted dice: "Comparta mi mesa si lo desea, pero déjeme solo. Yo me estoy ubicando en este rincón para que la próxima persona se acerque se siente tan lejos de mí como sea posible." 

— La otra manera de encarar el problema sería intentar quedarse con toda la mesa para usted. En una actitud ofensiva y la persona agresiva que la elige se sentaría en el centro de alguno de los lados. Está diciendo: "Déjeme solo. Usted no puede sentarse aquí sin molestarme, ¡busque otra mesa! 

— Otras observaciones: los estudiantes en retirada, que desean quedar lejos de los otros cuanto puedan, se sentaran de espaldas a la puerta. La mayor parte, en retirada o en la defensiva, prefieren el fondo de la sala, y la mayoría prefiere las mesas pequeñas o arrimadas a la pared. En lenguaje corporal, los estudiantes que se sentaron abiertamente en el centro de la mesa estaban afirmando su dominio, su habilidad para controlar la situación y también su deseo de tener la mesa para sí solos. Los estudiantes que se sentaron en el rincón de la mesa destacaron su deseo de quedar solos. "No me importa que usted comparta mi mesa, pero si lo hace, me he colocado lo bastante lejos. Usted debe hacer lo mismo. De este modo ambos lograremos el aislamiento". Estas actitudes en la lucha por la intimidad reflejan su personalidad. Indican que el extravertido es propenso a defender su intimidad manteniendo el mundo a raya. El introvertido lo intentará compartiendo su lugar con los demás pero manteniéndolos a cierta distancia. En ambos casos el lenguaje corporal emplea una serie distinta de señales, no una señal corporal, sino una señal de posición. Yo me coloco aquí y al hacerlo digo: "No se acerque", o "Siéntese aquí pero no se entrometa". Es algo semejante a la señal transmitida por la colocación del cuerpo en distintas posiciones en relación con el ambiente: detrás de la mesa en una oficina, para significar: "No se acerque, debo ser respetado"; en lo alto del asiento del juez, el punto más alto de la sala del tribunal para señalar "Estoy mucho más arriba que usted y por lo tanto mi juicio es el mejor"; o cerca de alguien, violando su zona, para decir: "Usted no tiene derechos propios. Me acerco a usted según mi voluntad y por lo tanto soy superior". 

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