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martes, 12 de junio de 2012

RENTABILIDAD DE LA EMPRESA


1) El beneficio del empresario. Su justificación 

En una economía de mercado la empresa realiza unas importantísimas funciones que vamos a considerar, partiendo de la hipótesis tradicional de que el objetivo o fin de la empresa es la búsqueda del máximo beneficio. Funciones que permitirán llegar a dicho fin mediante la actividad que la empresa desarrolla. La actuación de la empresa se realiza dentro de un conjunto económico en el que se interrelaciona con las acciones de otras unidades económicas. Este mundo exterior requiere un conjunto de recursos o inputs, aptos para sus planes económicos y que darán lugar a unos productos o outputs, que para ciertas unidades económicas serán los inputs, mientras que para otras serán bienes o servicios de consumo inmediato. Para realizar esta transformación de inputs en outputs la empresa acudirá a los distintos mercados de factores para lograr el suministro necesario para su proceso de producción. Como contraprestación, la empresa remunerará a los factores de la producción individualmente por agentes o elementos que hayan intervenido (salarios, intereses, alquileres, etc.), generando de esta manera las rentas monetarias individuales (salarios, intereses, alquileres, dividendos, etc.) y, por tanto, anticipando a aquellos su participación en el producto nacional porque estos factores realizan su actividad y perciben su remuneración con anterioridad a la obtención del producto. La empresa dará salida a la producción creada a través de sus mercados de venta. A cambio obtendrá unos medios financieros con los que recuperará los valores anticipados más un excedente que constituirá la compensación por la organización y dirección del proceso productivo y por el riesgo técnico-económico asumido; en otras palabras, este excedente representa su beneficio. 

Por todo lo apuntado, se considera que la empresa en el sistema de economía de mercado cumple con tres funciones generales cuya realización justifica el beneficio del empresario: 

— Anticipa o descuenta el producto nacional obtenido en cierto período, creando las rentas monetarias individuales. 

— Organiza y dirige básicamente el proceso de producción. 

— Asume riesgos técnico-económicos inherentes a las dos anteriores funciones. 

2) El resultado de la empresa: Determinación y características 

Según hemos visto, pero analizado desde la perspectiva de la contabilidad y la economía de la empresa, el empresario anticipa o sacrifica unos valores, es decir, recursos financieros en la adquisición de elementos del Inmovilizado y del Activo circulante. Estos valores anticipados el empresario los recupera a través de las funciones de producción-venta-cobro. Como consecuencia del cobro a clientes de los productos vendidos en la firma se origina una corriente de liquidez que permite al empresario recuperar unos valores totalmente y otros parcialmente. Es decir, el gasto derivado de las mercaderías vendidas lo recupera totalmente, mientras que el valor de los elementos de la estructura sólida los recupera parcialmente a lo largo de una serie de ejercicios económicos. A través, pues del flujo de caja procedente de la realización de los créditos sobre Clientes, recupera disponibilidades que destina a reaprovisionar el stock de Mercadería, es decir, al sustituir las vendidas, recupera, además, otros gastos efectuados, como Pagos al Personal, Tributos, Publicidad, etc., al mismo tiempo que recupera parcialmente una parte de su Activo fijo que a través del proceso de amortización se ha ido convirtiendo en Activo circulante, y la diferencia constituye el excedente de empresa o beneficio. La utilidad se determina después de recuperar para la empresa los valores anticipados. Si bien al conocimiento de la cuantía del resultado periódico de la empresa se puede llegar mediante procedimientos o métodos de estimación o valoración extracontables, la herramienta fundamental para su determinación es la contabilidad. La determinación contable del resultado periódico de la empresa (beneficio o quebranto de ejercicio) se puede realizar por dos procedimientos distintos; el primero consiste en hallar la diferencia entre el valor del patrimonio de la empresa al terminar el período al que referimos nuestra observación y el patrimonio al inicio de dicho período (restando, en su caso, las aportaciones efectuadas durante el período y sumando las retiradas de fondos que hubieran tenido lugar) bajo el supuesto, naturalmente, de permanencia de las condiciones macroeconómicas y el mantenimiento, en todo caso, de la eficacia del capital de empresa, esto es, bajo las condiciones de mantenimiento del valor del dinero, conservación de la capacidad de producción o eficiencia del capital y mantenimiento asimismo de su valor de liquidación. El otro procedimiento de determinación del resultado consiste en la consideración y medida directa de las dos corrientes de contrario signo que concurren en la formación del resultado de la empresa, valorando también las mismas con un idéntico patrón monetario de medida. La valoración de ambas corrientes se realiza por procedimientos contables, mediante la periodificación e imputación de los ingresos, costes y rendimientos habidos.

 Este resultado tiene dos características fundamentales: 

— PRIMERA: es una magnitud esencialmente relativa, resultando de unas conjeturas sobre el acontecer económico de la empresa y resultante, por consiguiente, de un proceso de estimación y valoración. 

— SEGUNDA: ese resultado es también temporal, es decir, se refiere a una unidad o período de tiempo al que se denomina ejercicio económico de la empresa, pretendiéndose, al calcular el resultado temporal la independización del ejercicio considerado de todos los que le preceden y siguen.

 De esta forma se llega a la creación del concepto «resultado periódico o resultado de ejercicio de la empresa»; creación artificial que escinde, por razones de naturaleza práctica, el concepto unitario del beneficio de la empresa, que, concebido en su auténtico significado económico, es magnitud única, definible exactamente tan sólo al terminar la vida económica de la empresa.

 3) El resultado total y el resultado periódico 

Como ha sido unánimemente defendido por los tratadistas más autorizados en esta materia -y cuyos nombres no es necesario mencionar-, el beneficio de la empresa, en términos absolutos, sólo puede ser conocido al final de su vida. En ese momento en que ha desaparecido la eventualidad de pérdidas futuras, en que se han cumplido los compromisos contraídos y en que cesa la necesidad de mantener una capacidad productiva, el resultado nos vendrá dado por la diferencia entre el valor de lo invertido en el momento inicial de la vida de la empresa y el valor de liquidación de la misma, habida cuenta, en su caso, del diferente valor de la moneda en ambos momentos. Pero la necesidad de determinar todos los años un beneficio repartible tiene un carácter tan ineludible que la misma legislación lo regula y ampara, pues, en efecto, el ahorro privado se retraería de acudir a los procesos de producción largos si tuviese que estar sujeto a una tal espera en la percepción de beneficios. Surge entonces la necesidad de periodificar de algún modo la vida de la empresa para que, con la condición de que el proceso productivo prosiga normalmente, puedan repartirse unos beneficios. Así surge la noción del beneficio periódico relativo y repartible, que es incentivo de la inversión privada y que constituye objeto fundamental de la atención contable. Sin embargo, el resultado periódico o de ejercicio no puede ser en ningún caso la consecuencia automática de una mecánica operatoria contable. El resultado del ejercicio es, al contrario, la consecuencia del establecimiento de una serie de premisas referentes al propio acontecer económico de la empresa y de la aplicación de unos criterios de valoración relativos que informarán al proceso de captación contable de aquel acontecer. La noción de relatividad del resultado periódico surge, por tanto, de la necesidad de realizar una múltiple valoración para su determinación (valoración de consumos, inventarios, ingresos) y de que los criterios de valoración, según veremos, no tienen carácter unívoco ni son exactos. Resulta así, que, dentro de límites bastante amplios, el resultado de la empresa, base del dividendo a repartir, es una magnitud variable y, por consiguiente, relativa. De donde se deduce también que el beneficio de la empresa o excedente entre sus ingresos y gastos sólo puede ser conocido con exactitud al final de la vida de la empresa.

 4) La relatividad del beneficio de la empresa 

El valor contable del beneficio es una magnitud relativa como consecuencia de las dificultades de valoración de las corrientes de ingresos y gastos, y de los ajustes a practicar por referirse a un período contable. Ello motiva que tanto el «Estado de Pérdidas y Ganancias», como el Balance, respondan sólo parcialmente a la realidad; en parte, son también expresiones de una opinión. Por ello pueden confeccionarse múltiples Balances y cuentas de Pérdidas y Ganancias, según las distintas convenciones establecidas para la valoración y periodificación de gastos e ingresos en que se hubiese apoyado el experto para la formulación de los mismos. Es claro que, utilizando otras convenciones también aceptables, ambos estados presentarían valores distintos. La delimitación de los resultados por ejercicios económicos plantea un problema de periodificación que no existiría si el beneficio se calculase una sola vez para medir lo acontecido durante toda la vida de la empresa. En este caso, nada se dejaría al futuro. Existiría una certidumbre completa.

 a) Relatividad de los ingresos

 La certidumbre en la valoración monetaria de las ventas no existe, al menos totalmente, ya que aunque una parte pudiera venir dada por los precios de venta, habrá que tener en cuenta las variaciones en el valor de la moneda en el cómputo de esta magnitud, durante un período de doce meses consecutivos. Se plantean otras cuestiones. Por ejemplo, ¿cuál es el valor del ingreso a computar este año, procedente de una venta con servicio de post-venta gratuito o inferior al coste? Habrá que reducir el valor del ingreso, porque en el futuro el mismo tendrá que soportar los gastos derivados del indicado servicio. Se trata -como afirma el Prof. Bierman Jr.- de pasivos no determinados, que aparecen cuando un servicio debe ser prestado en forma gratuita o por un precio inferior al gasto durante uno o varios períodos posteriores a la venta y cobro. Estas situaciones se dan, por ejemplo, en las enajenaciones de automóviles, electrodomésticos planteando dificultades. La cifra de ventas tiene que ser depurada de posibles devoluciones cuyo conocimiento se tendrá en años posteriores. Estos hechos suelen producirse en la venta de conservas, de vinos de calidad, etc. La cifra de ingresos derivadas de ventas a plazos no deben imputarse al período en que se realizaron las enajenaciones. Las mismas requieren un tratamiento excepcional. Por otra parte, las ventas se regularizan con independencia de que hayan o no generado flujos de Caja. No existe la certeza de que la totalidad de los derechos de cobro procedentes de ventas a crédito se vayan a realizar. Es necesario, pues, estimar el riesgo por fallidos, que en el fondo no es otra cosa que una pérdida o gasto derivado del intento de obtención de ingresos, del intento de vender. La estimación de la pérdida o reducción del ingreso por este concepto puede o no coincidir con posterioridad con la realidad. Es otro elemento que introduce relatividad en la cuantificación del resultado, que en el futuro, es posible, haya que rectificar.

 b) Relatividad de los costes

 Es la magnitud que más va a influir en la relatividad del beneficio. El cálculo de los costes en que ha incurrido una explotación nunca puede ser exacto. Los costes son consecuencia de una interpretación basada en hipótesis, por ello siempre son subjetivos y discrecionales. Como señala The Institute of Chartered Accontants los costes pueden ser solamente una mera convención. Si consideramos los costes en que ha incurrido una empresa en un determinado período de tiempo y se establecen distintos criterios para el cálculo de los mismos, que serían desarrollados en distintas contabilidades, cada una de ellas obtendría un cálculo de costes diferentes, sin que fuese nada fácil determinar cuál de estos cálculos era el más razonable, porque, por supuesto, el cálculo exacto no existiría. 

Para nuestro estudio nos centraremos en la valoración de las primeras materias, amortizaciones y previsiones como magnitudes básicas en la relatividad de los costes: 

— Relatividad en el cálculo del consumo de primeras materias Para valorar el consumo realizado de las mismas hay varios criterios: El coste medio: Consiste en calcular la medida de los precios de las distintas materias primas consumidas. 

— El FIFO: (First in, first out) primera entrada, primera salida. 

— El NIFO: (Next in, first out) próxima entrada, primera salida. 

— El HIFO: (Highest in, first out) el precio más alto, primer consumo. 

— El LIFO: (Last in, first out) el último precio, primera salida. Cualquiera de estos criterios son válidos y entre ellos habría diferencias de valoración, es decir, habría costes distintos. Algunas empresas utilizan otros sistemas, no incluidos en la clasificación anterior, como pueden ser el del precio de reposición, o el del precio standard. 

— Relatividad del cálculo de las amortizaciones 

Es muy difícil conocer con exactitud la pérdida de valor que ha experimentado el Activo fijo que colabora en el proceso productivo, no sólo por las distintas cuotas y sistemas de amortización a aplicar, sino porque a la depreciación física se le une la producida por la obsolescencia.

 — Relatividad en el cálculo de las provisiones

 El incremento de los costes para dotar provisiones por riesgos también incluye incertidumbre. Para ello basta pensar en el coste financiero de la dotación de una Provisión para insolvencia. El coste se fija valorando un riesgo cuya cuantía se desconoce. Con independencia de cuanto se ha dicho, puede añadirse también el problema derivado de la inflación, que afectará a todas las valoraciones monetarias. 

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