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martes, 12 de junio de 2012

OBJETIVOS EN LA EMPRESA

 

 Ante todo debemos tener presente que no existe acuerdo entre los diferentes autores a la hora de definir los términos, fines o metas, objetivos y subobjetivos de la empresa. Así, por ejemplo. R.L. Ackoff habla de objetivos y metas en el mismo sentido que Bueno, Cruz y Durán lo hacen de fines y objetivos. A estos últimos autores seguimos en el desarrollo del tema. Asimismo, debemos tener presente que existe una variedad de objetivos que persigue la dirección empresarial y que se han suscitado diversas críticas en torno al objetivo del máximo beneficio. También, debemos tener en cuenta que la formulación de la función objetivo será diferente según la clase de empresa de que se trate. Así, por ejemplo, la empresa privada procurará maximizar su excedente económico, la gran empresa tenderá a maximizar su crecimiento a medio y largo plazo. La pequeña empresa procurará la supervivencia e independencia, algunas empresas públicas perseguirán el equilibrio financiero y otras maximizar su beneficio, y aquellas empresas públicas de naturaleza deficitaria, cuyo déficit es financiado por el Presupuesto del Estado y socialmente aceptado, tenderán a mejorar las prestaciones de servicios públicos. 

Las clásicas formulaciones de la teoría de la utilidad, que estudia la microeconomía, en donde aparece el consumidor como el sujeto principal del mecanismo económico, comportándose con una conducta de máximo beneficio, influye decididamente en la configuración de toda la doctrina económica sobre el comportamiento de los sujetos económicos. Esto ha llevado a que al hablar de fines u objetivos económicos, sea cual sea el nivel o ámbito de consideración, éstos se circunscriban en torno al clásico de «máximo beneficio» o «máxima utilidad». Lo que podemos decir al respecto es que si es cierto que es una de las metas principales y consustanciales de los sujetos o agentes económicos (en general, de cualquier unidad económica). Es tanto como decir que el fin de los seres vivos es vivir. Pero también éstos se conducirán de cierta forma para intentar no sólo vivir, sino hacerlo con un crecimiento y una estabilidad armónicos o con otras miras más o menos particulares que les permita su ecosistema. Todo esto hace pensar que es excesivamente monolítico el hablar de fines o de objetivos de la empresa y referirse exclusivamente a ese «máximo beneficio» o «máximo lucro»; es cierto que toda empresa, en cualquier sistema económico en el que actúe, busca la obtención de una renta, de un excedente como medida y premio de su gestión, de su esfuerzo y de su mejor o peor organización y dirección de la producción. Ahora bien, no podemos quedarnos exclusivamente en esta afirmación, ya que nos asaltan diferentes cuestiones y hechos reales observados en la evolución histórica de la economía de las empresas. Pensamos en la incidencia temporal sobre la obtención del beneficio y nos preguntamos ¿Buscamos el máximo beneficio a corto plazo? o ¿se consigue un beneficio máximo a largo plazo?, o bien, ¿queremos una tendencia o promedio de beneficio máximo?, etc.

 1) Planteamiento general: fines y objetivos

 A la hora de establecer los objetivos de la empresa, una de las tareas difíciles es conocer cuáles lo son y cuáles son condiciones o limitaciones de los mismos. Lo que se produce ante la existencia (le una interacción entre objetivos y condiciones, dependiendo de su planteamiento y del nivel del proceso de decisión en que se formulan aquéllos, el que sean objetivos o condiciones. El ejemplo más simple lo tenemos en las formulaciones clásicas de la Teoría de la Empresa, cuando postula que la empresa persigue el máximo beneficio sujeto a la restricción de la producción y del coste. Pero también podíamos formular que buscamos la minimización del coste sujeto a la restricción de la producción y del beneficio. Una cosa es definir un objetivo a nivel global o para toda la empresa y otra determinarlo a nivel particular o para cierto subsistema de la misma. En ocasiones, la conciliación entre los objetivos a cierto nivel es difícil, pudiendo entrar en conflicto entre sí, además de con los de otros niveles de la estructura de la empresa. A esto hay que añadir la influencia del entorno socio-económico, a la vez que la del horizonte de actuación que se marque la empresa para planear sus actividades. Todo ello motivará la existencia de posibles interpretaciones y soluciones diferentes a este conflicto entre objetivos. 

Es tarea de la dirección de la empresa encauzar la gestión de los sistemas empresariales, procurando evitar el citado conflicto y saber adaptar en el tiempo los deseos y nietas de cada uno de ellos, de tal forma que permita el equilibrio global de la entidad -del sistema- como el particular de cada subsistema componente de éste y que por agregación o integración de dichos subsistemas se pueda lograr igualmente el equilibrio total. Creemos que no descubrimos nada al comentar el típico ejemplo de la empresa industrial en la que han de convivir diferentes criterios y, por tanto, objetivos -a veces dispares o no conciliables- como los de los subsistemas de producción, comercialización y financiación. Cada uno intentará defender su parcela, con sus reglas de comportamiento, pero, qué duda cabe, que ninguno logrará maximizar su objetivo, pues éste estará sujeto a restricciones creadas por los otros. Anteriormente hemos manejado los términos fines y objetivos, que queremos diferenciar semánticamente, aun con el riesgo de que nuestra distinción pueda no ser coincidente con todas las opiniones existentes al respecto, de por sí numerosas y dispares. Los fines expresan las metas que la empresa como unidad económica y como sistema desea alcanzar a largo plazo; en definitiva, representan algo esencial o connatural con la propia existencia de la empresa. En cambio, los objetivos se formulan de forma operativa o como expresión concreta de lo que el empresario desea para lograr esos fines, tanto a corto como a largo plazo. En definitiva, los fines son consustanciales a la empresa y los objetivos son las metas elegidas racionalmente por el sujeto económico una vez evaluado su sistema y el entorno. Estos objetivos se patentizan en las estrategias y pro-ramas formulados por la empresa para un período determinado. La operatividad de los objetivos se logra a través del análisis de sus subobjetivos, expresión de la propia estructura del sistema, de sus comportamientos y condiciones. Sin este desglose del objetivo por subobjetivos no podremos separar u ordenar lo que es realmente primordial de lo que es secundario, lo que es causa de lo que es efecto, lo que es objetivo de lo que es restricción, o lo que es de un nivel o de otro de la estructura del proceso de decisión empresarial y, en definitiva, de su organización. 

La dirección de la empresa se enfrenta con los siguientes fines u objetivos generales que deberá planificar y controlar de acuerdo a las técnicas propias de su proceso económico y en base a los principios generales de la economía de la empresa: 

— Obtener la máxima producción y el máximo beneficio o excedente, según determinadas medidas e inspiradas en los principios de «productividad», «economicidad» y «rentabilidad». 

— Procurar un desarrollo económico y crecimiento armónico de la empresa, como sistema global y en sus diferentes componentes o subsistemas. 

— Mantener una estabilidad socio-económica entre la fuerza de trabajo y el resto de los factores internos y externos de la empresa. 

Estos fines contestan a una triple necesidad sentida por todas las organizaciones o sujetos económicos, sea cual sea su grado de agregación o nivel de operatoria, es decir, que lo mismo puede hacer referencia a unidades microeconómicas que macroeconómicas. El primero representa el típico objetivo de la teoría clásica de la elección, base de la teoría microeconómica del consumidor, que persigue la maximización de una función de utilidad y que en el ámbito de la empresa se concreta en la búsqueda del máximo beneficio o excedente económico. De otro lado, de nada sirve que en ciertos intervalos temporales la gestión de la empresa obtenga unos resultados máximos dentro del contexto de sus posibilidades, si ello no trae consigo un crecimiento y fortalecimiento de la unidad económica, vista globalmente como un sistema a la vez que en cada uno de sus elementos. Es decir, que al modo de los seres vivos sus órganos se desarrollan y crecen, a la vez que se preparan o adaptan para ser más resistentes a la influencia de los factores externos del ecosistema (en nuestro caso sistema económico) en el cual viven. Para que los anteriores fines se obtengan y se mantengan en la vida de la empresa, habrá de procurar la estabilidad o encaje entre las fuerzas internas y externas que confluyen en la actividad económica de la misma. Equilibrio socio-económico que formará esas estructuras de encuadre en las que los objetivos planteados por la dirección de la empresa puedan ser llevados a cabo. La consecución de estos fines motiva un comportamiento determinado o política de la empresa con implicaciones a largo y a corto plazo-, actuación que se centra en la adopción de un conjunto de decisiones estructuradas en un proceso determinado y según las peculiaridades que definan el sistema de dirección de la empresa. 

2) Establecimiento de objetivos 

Normalmente la dirección de la empresa se enfrentará con diversidad de objetivos que se desean lograr en el mismo intervalo de tiempo: unos relativos al sistema de la empresa y otros propios de cada uno de sus subsistemas; con lo que habrá de ordenar, jerarquizar, compatibilizar, a la vez que analizar o desglosar en diferentes subobjetivos, de manera que puedan llegar a conseguirse en la forma más satisfactoria. 

Los problemas básicos en la elaboración y formulación de los objetivos pueden resumirse de la siguiente forma: 

— Tomar una conciencia clara de lo que son sus objetivos, adaptando los mismos a las circunstancias imperantes y lógicamente evitar la rutina en su elaboración.

 — Considerar el factor oportunidad en la generación de esos objetivos. 

— Formular objetivamente los mismos para que se puedan lograr con cierta racionalidad.

 Ahora bien, al tratar de establecer qué objetivos debe la empresa perseguir, han de observarse necesariamente las prácticas empresariales y económicas actuales. De estas observaciones podremos deducir que los mismos difieren de empresa a empresa, pudiéndose inferir la filosofía base de los objetivos. Qué duda cabe que esta filosofía estará basada en los valores éticos y económicos de la empresa y en los del entorno social, político y económico. De lo que se desprende que cada empresa ha de elegir su propia filosofía consistente y compatible con su estructura organizativa y económica y con la del medio ambiente en donde se desenvuelve. Por tanto, podemos establecer que los objetivos, aparte de su proceso interno de formación, son determinados también por variables socio-económicas. El sistema empresarial ha adquirido un sentido de responsabilidad hacia los grupos con él relacionados que anteriormente no tenía. La empresa ha de procurar lograr y mantener un equilibrio entre ella misma y los grupos con los que se relacione directamente: accionistas, empleados, proveedores, clientes, Estado y comunidad en general. Esta especie de compromiso, voluntario o forzoso, ocasionará una serie de restricciones y condiciones delimitadoras de los objetivos. El establecimiento de objetivos se verá también influido por la propia naturaleza o clase de empresa. En general, el proceso se verá matizado según nos encontremos ante empresas privadas y empresas públicas, o ante empresas de pequeña o gran dimensión. La separación entre propiedad y dirección, así como las nuevas técnicas de administración, son factores determinantes en el establecimiento de los objetivos. 

Claramente puede pensarse que éstos diferirán en alguna medida de los adoptados por una dirección agresiva, de los adoptados en el mismo caso, por una dirección conservadora, es decir, que en su determinación influyen no solamente la formación de los decisores, sino también su aversión al riesgo y su mayor o menor optimismo, siendo factores importantes en la consecución de los objetivos el peso relativo que la acepción e importancia del prestigio, status social, poder, etc., representen para la dirección. Es decir, en ocasiones un nuevo conflicto puede ser añadido al ya existente entre los objetivos entre sí, la propia seguridad de la administración y el bienestar de la empresa. Cyert y March dicen que las organizaciones no tienen objetivos, sino solamente las personas. Los autores se basan en que los objetivos se establecen en base a negociaciones y renegociaciones entre los participantes de la organización. El término renegociación ha de entenderse en el sentido de aquellas negociaciones resultantes de inestabilidades o desequilibrios en la estructura jerárquica y económica de la empresa. Ansoff se opone a Cyert y March, diferenciado entre objetivos de los participantes o individuos y objetivos propios de la empresa. A su vez, este autor distingue entre objetivos económicos, objetivos no económicos, responsabilidades y restricciones. A su vez, distingue entre objetivos (restricciones y condiciones) de los participantes de tipo económico (seguridad (le trabajo, ganancias de capital, etc.) y de tipo (ética, filantropía, responsabilidad social, etc.), así como restricciones de tipo institucional (seguridad de empleo, imagen pública, etc.). 

Por consiguiente, siguiendo la metodología de Ansoff se puede distinguir entre: 

— OBJETIVOS: reglas de decisión que permiten a la dirección medir la actuación de la empresa, así como guiarla en la consecución de los propósitos. 

— RESPONSABILIDADES: obligaciones aceptadas por la empresa. Por ejemplo, soportar una fundación (March, Ford ...). 

— RESTRICCIONES: reglas de decisión que excluyen ciertas opciones de libertad de acción de la empresa (por ejemplo, salario mínimo). 

Lo que a nuestro modo de entender parece estar claro, es que en ocasiones resultará difícil el distinguir entre lo que es causa y lo que es efecto, o lo que mayor o menor peso relativo tiene. En definitiva, el establecimiento de objetivos se infiere del medio ambiente, de la estructura interna del sistema empresarial (incluidas las características de la administración) y del pasado de la empresa. Resumiendo lo expuesto, podríamos representar las variables determinantes de los objetivos en la figura siguiente. Los objetivos no solamente han de ser compatibles entre sí, sino que también han de serlo con el sistema de información existente en la empresa, ya que en definitiva son baremos o herramientas de evaluación, control y coordinación. Recordemos a este respecto que los objetivos han sido utilizados para estudiar integralmente la dirección, dando origen a la tan conocida y empleada “dirección por objetivos”, planteamiento que permite que cada elemento o subsistema empresarial persiga sus objetivos combinando autonomía y coordinación dentro de una estructura descentralizada de empresa. 

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