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martes, 7 de agosto de 2012

EL CUADRO DE MANDO INTEGRAL


Hoy en día, las organizaciones están compitiendo en entornos complejos y, por lo tanto, es vital que tengan una exacta comprensión de sus objetivos y de los métodos que han de utilizar para alcanzarlos. El cuadro de mando integral (CMI) traduce la estrategia y la misión de una organización en un amplio conjunto de medidas de actuación que proporcionan la estructura necesaria para un sistema de gestión y medición estratégica. El cuadro de mando integral pone énfasis en la consecución de objetivos financieros, pero también incluye los inductores de actuación de esos objetivos financieros.


El cuadro de mando mide la actuación de la organización desde cuatro perspectivas equilibradas: la financiera, los clientes, los procesos internos, y la formación y crecimiento de las personas. El cuadro de mando integral permite que las empresas puedan seguir la pista de los resultados financieros, al mismo tiempo que observan los progresos en la formación de aptitudes y la adquisición de los bienes intangibles que necesitan para un crecimiento futuro. Todos los nuevos programas, iniciativas y procesos de cambio de gestión de las empresas de la era de la información se están poniendo en práctica en un entorno todavía gobernado por unos informes financieros anuales y trimestrales. El proceso de informes financieros permanece anclado en un modelo de contabilidad desarrollado hace siglos para un entorno de transacciones en plano de igualdad entre entidades independientes. Este venerable modelo de contabilidad financiera aún sigue siendo utilizado por empresas que pretenden moverse en la era de la información mientras intentan construir activos internos y capacidades y forjar vínculos y alianzas estratégicas con grupos externos.


Lo ideal hubiera sido que este modelo de contabilidad financiera se hubiera expandido hasta incorporar la valoración de los activos intangibles de una empresa, como los productos y servicios de alta calidad, los empleados expertos y motivados, los procesos internos predecibles y sensibles, y unos clientes leales y satisfechos. Tal valoración de los activos intangibles y de las capacidades de la empresa sería especialmente útil, ya que, para las empresas de la era de la información, estos activos son más imprescindibles para el éxito que los activos físicos y tangibles tradicionales. Si los activos intangibles y las capacidades de la empresa pudieran ser valorados dentro del modelo de contabilidad financiera, las organizaciones que aumentaran estos activos y capacidades podrían comunicar esta mejora a los empleados, accionistas, acreedores y sociedades. Por el contrario, cuando las empresas vacían sus existencias de activos intangibles y capacidad, los efectos negativos pueden verse inmediatamente reflejados en la cuenta de pérdidas y ganancias. Sin embargo, hay que ser realistas, es probable que las dificultades de valorar financieramente, de forma fiable, a activos como la tramitación de un nuevo producto; las capacidades de proceso; las habilidades, motivación y flexibilidad de los empleados; la fidelidad de los clientes, las bases de datos y los sistemas impidan que estos aspectos sean reconocidos en los balances de situación de la organización. Sin embargo, estos mismos son los activos y capacidades críticos para alcanzar el éxito en el entorno competitivo de hoy y del mañana.
















EL CUADRO DE MANDO INTEGRAL. Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas

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