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lunes, 6 de agosto de 2012

LA LEGITIMACIÓN DE LA AUTORIDAD


Todo ejercicio de autoridad tanto en el ámbito de lo privado como de lo público, pasa por los mecanismos de participación y de delegación. La señal de una buena conducción se encuentra en la capacidad de asociar a muchos en la propia conducción. Para esto la autoridad se debe de preocupar de entregar a cada persona o instancia el papel o porción de autoridad que les corresponda, respetándola en su autonomía y en las funciones que le han sido confiadas. Aquí se aplica el principio de la subsidiaridad: la autoridad mayor no debe hacer lo que puede hacer la autoridad menor y a su vez, debe acudir en su ayuda cuando no este en condiciones de cumplir la tarea que se le encomendó. Sólo así se despertará y promoverá una actitud clave en toda comunidad: la corresponsabilidad. La persona esta llamada a participar y si no encuentra los canales para hacerlo, se paraliza y se anula. O bien los intentará abrir por la vía de la violencia. Por el contrario, cuando la autoridad es quien suscita el aporte de todos y cada uno, cuando entrega responsabilidades, entonces la comunidad se vitaliza y la persona se desarrolla. Cuando la autoridad acapara todas las responsabilidades, esta dando muestras de inseguridad y esta causando un grave perjuicio, pues al no reconocer ni promover las distintas capacidades de sus colaboradores no les permite desarrollarlas ni crecer como personas haciéndolo. Por otro lado, quien consulte, quien delegue, quien respete la tarea del otro, estará mostrando su capacidad de mando y por tanto robusteciendo su propia autoridad, e irá construyendo así una verdadera comunidad.

 1) La autoridad participada sirve al desarrollo de la libertad.


La vida del hombre solo crece en un ambiente de libertad. El hombre crece en la medida en que es capaz de tomar decisiones libres, en la medida de que es capaz de asumir responsabilidades. Por eso la autoridad debe ayudar a que las personas sean capaces de tomar decisiones libres. Y la autoridad cumple mejor su fin mientras menos decisiones tenga que tomar porque ha ido delegando y ha ido permitiendo a los otros que vayan asumiendo sus responsabilidades. En este sentido, la autoridad debe tender a hacerse lo menos necesaria posible. La mejor empresa será aquella cuyo jefe puede ausentarse y no pasa nada, porque las responsabilidades están compartidas y son llevadas a cabo por los subordinados, esté o no este él. Lo mismo sucede en una familia. La madurez de sus miembros se verá cuando los padres no tengan que estar continuamente dando órdenes, porque cada uno participa asumiendo su propia responsabilidad en ella. La autoridad tiene que tener muy claro que será mejor autoridad, cuanto más innecesaria se haga. La autoridad "paternalista" en cambio, no quiere dejar de ser necesaria. La autoridad paternal aspira a hacerse innecesaria, porque ello demuestra que los demás van creciendo, van teniendo más vida propia, han sido capacitados para poder tomar las decisiones oportunas según las circunstancias. Señalemos ahora algunos medios adecuados para que la autoridad fomente el ejercicio de la libertad personal:


— El respeto: Si la autoridad no crea un ambiente de respeto en la familia o empresa, donde cada uno pueda decir lo que piensa, y hacer sugerencias sin miedo a ser descalificado, es imposible que crezca un espíritu de libertad, de confianza, de participación, de iniciativa. 

— El acogimiento: Todos necesitan para dar lo mejor de sí mismos, para dar su aporte propio, el sentirse acogidos. La autoridad ha de estimular para que cada uno de lo que lleva dentro, y es su misión la valorización e integración de las distintas capacidades y talentos. Sólo así la familia, comunidad o empresa se beneficiara de la riqueza del aporte de todos, podrá corregir sus errores y crecerá en cohesión interna.

 — La confianza: La autoridad además de acoger tiene que dar confianza. Las personas aprenden equivocándose. Es evidente que el director de una empresa, por ejemplo, sabe hacer muchas cosas, al igual que un padre en la familia, pero si ellos no dan oportunidades a sus empleados o hijos para que tomen sus decisiones y las lleven acabo, aún a riesgo de equivocarse, nunca crecerán ni se sentirán responsables de la empresa o de aquello por lo que se han decidido. Naturalmente quien detenta la autoridad asumirá riesgos proporcionados en cada caso, porque a veces una decisión equivocada puede tener graves consecuencias, pero también procurará otorgar el máximo grado de confianza posible, consciente de cuan importante es la confianza en el progreso de sus subordinados.

— La paciencia: de la autoridad frente a sus subordinados. Saber esperar y respetar los ritmos de crecimiento y aprendizaje de cada uno. No impacientarse ante los errores, incluso repetidos, confiando siempre en lo mejor de cada uno y valorando el esfuerzo antes que los éxitos.

— Estímulos de vida: Es muy importante saber incentivar a las personas para que vayan avanzando en su camino de vida.

— La alabanza: Ella es muchas veces el mejor medio que un padre, educador o empresario tienen para conseguir lo que quieren de los que dependen de ellos. El acento de la autoridad paternal tiene que estar más que en criticar el error, en estimular con una alabanza oportuna, medida y adecuada, cuando la persona lo ha hecho bien. El saber alabar lo bueno es una forma de ejercicio de la autoridad tal vez mucho mejor que la orden. Es impresionante lo que un poco de confianza y estímulo pueden transformar a las personas.


2) La autoridad personal 

Ejercer la autoridad paternal significa que cuando tengamos que organizar cualquier comunidad tengamos presente el ideal de toda comunidad: la familia. Tratemos que esa comunidad sea lo más familiar posible dentro de su estilo, en donde se tratará de ejercer la autoridad de forma lo más parecida posible a un padre. Y el primer paso será afirmar que tiene que haber autoridad, pero una autoridad personal. En el mundo de hoy, tal y como funcionan las cosas hay poco espacio para este tipo de autoridad. La autoridad se siente responsable de que la maquinaria funcione. En algunos casos, los hombres que tiene a su cargo pueden llegar a ser considerados en la práctica, simples herramientas, o piezas de una maquina a las que se puede reemplazar cuando se considera que ya no rinden lo suficiente y si se les puede sustituir por maquinas, ordenadores...etc, mejor, porque causan menos problemas. La autoridad puede llegar a perder de vista su responsabilidad por el trabajador o subordinado. Sin embargo es tarea de quien ejerce la autoridad preocuparse de que las personas que trabajen con él crezcan en todo el sentido de la palabra. Preocuparse de que no solo reciban un salario justo y suficiente, sino también de que el trabajo sea hecho de tal forma que los trabajadores crezcan como personas, que ellos puedan sentir la obra o empresa como suya, que puedan desplegar iniciativas, hacer sugerencias, que puedan desplegar responsabilidades, que aprendan a trabajar en equipo, que crezcan como comunidad de trabajo. Con respecto a esto hay que admitir que el problema no esta solo en el que manda sino también en el trabajador o subordinado, pues en este mundo tan materialista, la cuestión económica prima muchas veces sobre cualquier otra. La mayoría de las reivindicaciones giran alrededor de los aumentos salariales y sólo en menor medida de la promoción humana de los trabajadores. El ejercicio de la autoridad personal, hace que quién detente un liderazgo, este imbuido de responsabilidad con respecto a los otros hombres, si no quiere que su poder aparezca como algo vano, egoísta y estéril a través de la mera aplicación de normas y reglas mecánicas en la gestión de cualquier empresa. Y que la vocación de contribuir a la humanización de aquellos que trabajen con él, se quede sustituida por la pura eficacia o el rendimiento económico. En este sentido la autoridad tiene que ser vista como un centro de personalización. El hombre crece en la medida que se hace persona. Y se hace persona en la medida que es tratado como persona y en que se le permite vivir en un ambiente personal. La tarea de la autoridad es dar ese trato personal y crear en torno a ella un ambiente personal.

La autoridad siempre se debe ejercer en función de la vida, de la perfección, y nunca de modo que, por exageración o dejación vaya contra la vida o contra las personas, contra su perfección, o su desarrollo. La autoridad esta en la raíz de la orientación de la vida y si los hombres necesitan del servicio de los demás para sobrevivir, entonces la autoridad pasa a ser él mas alto grado de servicio a la vida, y al bien de todos. El hombre que detenta cualquier tipo de autoridad, si la concibe como el mayor de los servicios, tiene que estar defendiendo continuamente este privilegio de servir y de hacerlo cada vez mejor y, al mismo tiempo evitar servirse a sí mismo. Su tarea es servir a los demás y con ello también se sirve a sí mismo. El servir bien lleva aparejado que el que ejerza la autoridad ha de tener capacidades, aptitudes y conocimientos adecuados y ha de ponerlos de forma desinteresada al servicio del bien común.


3) La autoridad moral 

Existe una autoridad formal, institucional o jurídica. Es el cargo. A alguien se le nombra autoridad y ese alguien tiene autoridad a causa de su nombramiento. Otra cosa es la autoridad moral: la persona merece el cargo. La fuerza de la autoridad se halla en la autoridad moral, conquistada no por decretos o investiduras externas, ni mucho menos por imposiciones o castigos, sino por la coherencia entre el decir y el hacer, entre el hacer y ser. La autoridad moral no puede ser fabricada ni exigida. Es el resultado de un proceso interior en quien detenta la autoridad, por el cual él mismo lucha por los valores que desea transmitir. Y un proceso interior en quien es conducido, por el cual experimenta la irradiación de esa encarnación y se despierta en él mismo la voluntad de plegarse a tales valores. La autoridad no esta en primer lugar para mandar, organizar, coordinar, sancionar o controlar. Su primer papel es el de encarnar un ideal y conducir hacia él. La fuerza motriz para el cumplimiento de tal papel es la actitud de servicio, la actitud paternal. La autoridad interior se basa en el servicio desinteresado a la vida ajena. La autoridad exterior sin la correspondiente autoridad interior jamás educará ni podrá formar verdaderas comunidades.

El Papa Juan XXIII señalaba la importancia de la autoridad moral como energía que despierta la participación de todos en la gestión del bien común: "La autoridad que se funda tan sólo o principalmente el la amenaza o en el temor de las penas o en la promesa de premios, no mueve eficazmente al hombre en la prosecución del bien común; y aún cuando lo hiciere, no sería ello conforme a la dignidad de la persona humana, es decir de seres libres y racionales. La autoridad es sobre todo una fuerza moral; por eso los gobernantes deben de apelar, en primer lugar, a la conciencia, o sea, al deber que cada cual tiene de aportar voluntariamente su contribución al bien común de todos." Cuando la autoridad sólo interviene para ordenar, mandar exigir, es una autoridad interesada en afirmar sus propios derechos, y crea rechazo. De parte de la autoridad, desde que recibe el cargo, es su deber tratar de conquistarse la autoridad moral. Una autoridad que solo se ejerce como autoridad formal, merece ser obedecida porque es autoridad, pero nunca podrá cumplir su meta, nunca será fecunda. Será una autoridad que será obedecida a desgana, por obligación, nunca voluntariamente. Solo la autoridad moral puede ganarse por el servicio desinteresado a los demás, el derecho a ser obedecida con buena voluntad y a recibir la cooperación y la adhesión de sus subordinados.




LA LEGITIMACIÓN DE LA AUTORIDAD. Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas

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