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miércoles, 25 de julio de 2012

ASPECTOS ERGONÓMICOS DEL RUIDO


Para proteger a los trabajadores frente a los riesgos derivados de la exposición laboral a ruido, se elaboró y publicó el Real Decreto 1316/1989 de 27 de octubre derogada por Real Decreto 286/2006, de 10 de marzo, sobre protección a la salud y seguridad de los trabajadores, a excepción de los sectores de la música y el ocio que continuará vigente el anterior hasta el 15 de febrero de 2008, y del personal a bordo de buques de navegación marítima hasta 15-02-2011. Este nuevo Real Decreto al igual que el anterior establece una serie de actuaciones en función del Nivel Diario Equivalente o del Nivel de Pico encontrados. Para cada uno de los niveles hay que adoptar unas medidas determinadas que el R.D. especifica. Su objeto es la protección de los trabajadores frente a los riesgos derivados de la exposición al ruido durante el trabajo, y en particular, frente a las pérdidas de audición.


Resumen del R.D. 286/2006, de 10 de marzo:

— La responsabilidad de su aplicación recae en el empresario.

— El principio básico es reducir el riesgo en el origen al nivel más bajo posible.

 — Establece una evaluación de riesgos basada en la medición del ruido. — Establece la revisión periódica de las evaluaciones.

— Establece vigilancia médica para el control de la función auditiva, inicial y periódica.

— Establece unos niveles de exposición que marcan pautas para la planificación de la prevención. Son 80, 85 y 87 dB(A) o un nivel de pico de 140 dB.

— Establece la obligación de los fabricantes de informar sobre el ruido emitido por sus máquinas.

— Establece criterios de formación, información y participación de los trabajadores. Este real Decreto es la disposición fundamental en España para la protección de los trabajadores frente a los efectos nocivos derivados de la exposición al ruido, pero específicamente, su objetivo es proteger frente a la hipoacusia, por lo que su cumplimiento no evita la aparición de efectos extraauditivos, que pueden producirse a niveles inferiores a 80 dB (A).


Medición:

El ruido se mide mediante sonómetros; mediante dosímetros conocemos la exposición, que nos permite saber el % de dosis de ruido recibido. El sonómetro mide de forma directa el nivel de presión sonora de un ruido, instantáneo (sonómetro convencional) o promediado en el tiempo (sonómetro integrador), presentando la lectura en dB. Para acatar la normativa vigente, deben cumplir las prescripciones establecidas en la norma UNE-EN 61672:2005 disponiendo por lo menos de la característica “SLOW” y ponderación frecuencial A puesto que el oído humano, como hemos visto, oye mejor las frecuencias medias y altas que las bajas o muy altas.



El filtro de corrección 

A aproxima la medición a la respuesta fisiológica del oído humano, dando medidas objetivas y reproducibles. Si se trata de sonómetros integradores, deben cumplir las especificaciones de la norma UNE-EN 60804:1996. Pero los efectos del ruido dependen no solo del nivel sino también del tiempo de exposición. El dosímetro es un monitor de exposición que utiliza un micrófono y una serie de circuitos medidores de presión sonora: se coloca el micrófono cerca del oído del trabajador para captar la señal que es acumulada en un condensador como energía eléctrica y mediante un lector se expresa la dosis acumulada en el tiempo que ha estado funcionando, que puede ser la jornada laboral, un determinado número de ciclos de trabajo, etc. Conocida la dosis de ruido recibida, puede compararse con la permitida. Los que están basados en la norma ISO relacionan el nivel sonoro continuo equivalente diario con la dosis recibida diariamente. El criterio ISO considera que incrementos del doble de energía acústica suponen aumentos de 3 dB en el nivel de presión sonora.


— Efectos auditivos del ruido.

 El efecto más estudiado y que más preocupación produce respecto a la exposición al ruido es la pérdida de la capacidad auditiva. Este efecto depende del nivel de presión acústica y del tiempo de exposición. La hipoacusia por ruido puede ser de dos tipos: de conducción y de percepción o neurológica. La pérdida conductiva puede deberse a rotura del tímpano o a dislocación de los huesos del oído medio, y estaría causada por una onda sonora de elevada energía, como por ejemplo, una explosión. En esta sordera, el paciente se queja de que los demás no hablan alto, no se afecta la comprensión y es susceptible de mejorar con dispositivo auditivo. La exposición prolongada al ruido puede producir una pérdida auditiva por lesión neural, originándose un daño en las células del órgano de Corti. Las primeras en lesionarse suelen ser las células encargadas de detectar los ruidos agudos de frecuencias altas próximas a los 4000 Hz (es difícil escuchar la voz de una mujer y fácil la de un hombre). El paciente habla más alto pues está impedido el efecto de modulación auditivo. Los dispositivos pueden no arreglar el problema. Es un proceso irreversible y permanente y suele ser bilateral y simétrico (desplazamiento permanente del umbral auditivo, hipoacusia o sordera). Si el tiempo de exposición es más corto, se produce una pérdida auditiva reversible y temporal (desplazamiento temporal del umbral auditivo).



— Efectos extraauditivos del ruido: 

El ruido puede afectar a órganos diferentes del de la audición dando lugar a una serie de efectos extraauditivos que entran dentro del campo de acción de la ergonomía y son el verdadero objetivo de esta Unidad. Podemos clasificarlos en:

— Efectos psicofisiológicos. Las vías nerviosas de la audición también establecen conexiones con otros órganos y sistemas a través del Sistema Nervioso Autónomo pudiendo observarse efectos motores (contracciones musculares), vegetativos (variaciones en la frecuencia cardiaca, vasoconstricción periférica, aumento de la presión sanguínea, enlentecimiento de los movimientos respiratorios, etc.) y electroencefalográficos (desincronización).

Hay dos tipos de respuesta: A corto plazo: respuestas psicofisiológicas inmediatas provocadas por cambios cualitativos o cuantitativos en el ruido. Como ejemplos tenemos el “reflejo de orientación” y el “reflejo de sobresalto”. El primero está relacionado con los procesos de atención e implica redirección de los órganos sensitivos hacia la fuente de ruido y una serie de respuestas fisiológicas como disminución de la frecuencia cardiaca, del flujo y la presión sanguínea y aumento de la secreción de las glándulas sudoríparas. El de sobresalto implica parpadeo, sacudida muscular y aumento de las frecuencias cardiaca y respiratoria. Ambas respuestas son cortas y débiles y no tienen consecuencias, pero sirven como indicadores de los efectos distractores el ruido. A largo plazo: el ruido produce modificaciones fisiológicas que pueden afectar a la salud. Estos efectos dependen también de la actividad (exigencias de la tarea), de las condiciones de ejecución, de la duración del trabajo con ruido y de características individuales. Son:

— Efectos cardiovasculares. Son los más estudiados. Se ha comprobado que durante la exposición a ruido se produce vasoconstricción periférica y se eleva la presión diastólica. También se sabe que entre trabajadores expuestos a ruido son más frecuentes los trastornos cardiovasculares, sobre todo, hipertensión. No obstante, los trastornos cardiacos dependen además de factores como la reactividad vegetativa del trabajador, del carácter previsible o no del ruido, de la actividad y de otros factores de estrés.

— Efectos hormonales. Los estudios realizados en este campo, son contradictorios. El ruido afecta a la secreción de las hormonas del estrés: catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y hormonas corticosuprarrenales (cortisol) pero este efecto varía en función de la actividad, de la tarea y de factores físicos y psicosociales.

— Efectos sobre el sueño. Se ha comprobado que la exposición a ruido durante el trabajo influye en la cantidad y la calidad del sueño: se reduce tanto el número como la duración de los ciclos del sueño. Otro efecto muy importante y opuesto a este sería producir sueño, especialmente en el caso de ruidos de baja frecuencia, monótonos y repetitivos.

— Efectos subjetivos. Las sensaciones de desagrado y molestia son los efectos indeseables de tipo subjetivo más extendidos del ruido. Por ser de tipo subjetivo (un mismo ambiente acústico puede ser molesto para una persona y no para otra), su valoración y la determinación de límites de tolerancia es un problema difícil. Están relacionados con las medidas objetivas del ruido (frecuencia e intensidad), pero existen otros factores que influyen: contexto psicosocial, actitud personal hacia la fuente de ruido, actividad, tarea, etc. La evaluación subjetiva del ruido, se realiza mediante cuestionarios y escalas de autovaloración. De la relación entre estas evaluaciones subjetivas y las características físicas del sonido surgen las bases psicoacústicas del ruido, que han permitido el desarrollo de una serie de índices acústicos que tratan de valorar el grado de molestias de una forma más objetiva; el más importante de ellos y que estudiaremos más adelante es el índice de las curvas NR.


Los factores más relacionadas con estos efectos son:

— Intensidad: Como hemos visto, con cada aumento de intensidad sonora de 3 dB se duplica la energía de un sonido. Las molestias, guardan esta misma relación: incrementos del nivel de un ruido, provocan el mismo incremento en el nivel de molestias, pero entre dos ruidos, no siempre el más molesto es el de mayor intensidad.

— Frecuencia: Dado que el oído humano es más sensible a las frecuencias altas, un ruido de baja frecuencia debe ser muy intenso para producir la misma molestia que uno de alta. Las frecuencias más altas se perciben como más ruidosas en igualdad de condiciones.

— Variabilidad temporal: Cuando el ruido varía en el tiempo, hay menos riesgo de daños objetivos que si es constante, pero en cuanto a reacciones subjetivas, ocurre al revés: la variabilidad es en sí misma una característica molesta.

— Relación señal-ruido: Cuando un ruido enmascara palabras o sonidos relevantes (señales) para el trabajador se considera especialmente molesto. Puede resultar positivo si se enmascaran sonidos o conversaciones irrelevantes.

— Contenido informativo: Los sonidos que tienen un contenido informativo irrelevante, se consideran más molestos. Si el contenido informativo es útil (ruidos que avisan de anomalías, etc.), se consideran más aceptables que si no llevaran ninguna información.

— Predecibilidad y controlabilidad: Los ruidos esperados son evaluados subjetivamente como menos molestos que los inesperados. Los ruidos imprevisibles, irritan más que los rutinarios o periódicos. Cuando un trabajador puede controlar la producción de un ruido, está menos molesto que si no puede hacerlo.

— Actitud respecto a la fuente del ruido: Influye sobre la respuesta subjetiva al mismo: un trabajador a disgusto con una máquina determinada, estará especialmente molesto por el ruido de esa máquina.

 — Actividad en curso: En la evaluación subjetiva de las molestias por el ruido, influyen las exigencias de la tarea y la carga de trabajo.

— Necesidad de ruido: Un ruido se considera más aceptable cuando es consecuencia inevitable de la actividad desarrollada.

— Diferencias individuales: Existen diferencias interindividuales en cuanto a la sensibilidad al ruido, de forma que un mismo ambiente acústico provoca respuestas que pueden ser muy distintas en diferentes personas. Las investigaciones llevadas a cabo para intentar determinar las particularidades individuales que expliquen esta especial sensibilidad (edad, sexo, personalidad…) no han dado resultados definitivos. — Efectos sobre el comportamiento. En el ámbito laboral, los efectos más estudiados del ruido sobre el comportamiento han sido los que afectan al rendimiento y al comportamiento social, especialmente, a la comunicación. La interferencia del ruido en el desarrollo de las tareas depende de factores como la dificultad, complejidad y duración de la tarea, las características del ruido (nivel, composición espectral y tipo de ruido) y la predisposición individual y estado del sujeto (motivación, capacidad de concentración, interés por la tarea, etc.) Antes de estudiar los efectos del ruido sobre el rendimiento, vamos a exponer una serie de interpretaciones teóricas que faciliten la comprensión del problema, ya que no existe un modelo teórico único capaz de explicar y predecir el efecto del ruido sobre el rendimiento de los trabajadores. Esto se debe a que hay muchos tipos de ruido y de tareas. El ruido puede ser intermitente, continuo o de impacto, desde música hasta sonido en blanco. La tarea, puede estar basada en las destrezas (comportamiento manual o automático), en las reglas (si pasa A hago X, si pasa B hago Y) o en el conocimiento (basado en conocimientos profundos y ponderación de alternativas). Así, el efecto final depende de la naturaleza y características del ruido, del tipo de tarea y del estado funcional del trabajador. Cada una de las hipótesis explicativas que vamos a ver, aporta argumentos que permiten comprender estos efectos, destacando su impacto sobre los procesos de atención. Las respuestas del organismo a la acción del ruido no son solo reacciones pasivas a las molestias que este produce, sino que testimonian tentativas de adaptación por parte del organismo: habituación, persistencia o modificación de la estrategia, esfuerzo de atención, etc.


Interpretaciones teóricas:

— Distracción: Se basa en la desviación de la atención que produce el ruido. La aparición de un ruido provoca en el trabajador una “reacción de orientación”, que se manifiesta por un cambio de la atención dirigido hacia el nuevo estímulo en detrimento de la actividad en curso. Si es intenso, se puede producir la “reacción de sobresalto” que influye negativamente en el desarrollo de cualquier tarea. La distracción sólo aparece ante ruidos inesperados, puesto que si se repite, se produce la habituación.

— Enmascaramiento: Los efectos perturbadores del ruido sobre el rendimiento se deberían al enmascaramiento de señales auditivas relevantes para la realización de la tarea. Actúa básicamente para tareas de naturaleza auditiva, pero también puede hacerlo, según algunas teorías, en tareas cognitivas y perceptivo-motoras. En tareas cognitivas, el ruido podría enmascarar el “lenguaje interior” utilizado por el trabajador para memorizar información, alterando el almacenamiento en la memoria. En tareas perceptivo-motoras (no verbales), el ruido podría enmascarar la información auditiva sobre cómo se está realizando la tarea (retroalimenación auditiva), lo que priva al trabajador de una asistencia auditiva importante. Otra teoría considera que el efecto no es por enmascaramiento de la retroalimenación auditiva o del lenguaje interior sino que el ruido actúa perturbando la memoria de trabajo o memoria a corto plazo.

— Teoría del arousal (activación): Según esta teoría, el ruido incide en el rendimiento actuando sobre el nivel de activación del trabajador: niveles de ruido bajos y monótonos, disminuyen este estado de activación, niveles más elevados o inesperados, aumentan la activación. Así, el ruido tendría un efecto favorable o desfavorable sobre el rendimiento según el estado funcional y la tarea (curva en U invertida). No obstante, la teórica mejora del ruido sobre el rendimiento es a veces un esfuerzo de atención compensatorio, con el coste fisiológico que ello implica.

— Focalización o selectividad de la atención: La atención se vuelve más selectiva a medida que aumenta el nivel de activación, por lo que el ruido podría favorecer la selectividad de la atención, especialmente en las tareas prioritarias. Esta mejora se debería al esfuerzo del trabajador por resistir la acción perturbadora del ruido. En tareas con demandas de atención dividida en las que el trabajador debe prestar atención a diferentes fuentes de información, el rendimiento disminuiría.

— Sobrecarga de la información: Las capacidades de tratamiento de la información son siempre limitadas. Un número elevado de mensajes produce un fenómeno de sobrecarga que obliga a establecer prioridades, decidiendo cual es la información pertinente o el mensaje útil. El ruido contribuiría a esta sobrecarga y disminuiría el campo de atención.

— Elección de la estrategia: El trabajador ha de elegir unos medios para realizar una tarea. El ruido podría jugar un papel determinante en esta elección dando lugar a la adopción de una estrategia preferencial (en presencia de ruido, se adoptan más unas estrategias que otras), reforzando la utilización de una estrategia (se mantiene la estrategia aunque cambien las condiciones) o manteniendo la estrategia aún cuando cese el ruido.


— Efectos sobre el rendimiento. Los efectos del ruido sobre el rendimiento (entendido como la eficacia del sujeto en la realización de su trabajo), son complejos y afectan de distinta manera a diferentes actividades, dependiendo de factores como las características del ruido (intensidad, frecuencia, tipo, significación…), la posibilidad de previsión y control del mismo, naturaleza y exigencias de la tarea, duración, variables psicofisiológicas del individuo (sensibilidad, estado funcional, motivación…) y la presencia de otros factores ambientales molestos. No hay efectos claramente definidos del ruido sobre la realización de la tarea. Un mismo tipo de ruido podría disminuir la concentración en unos casos, o ser estimulante en otros como en las tareas monótonas o repetitivas. Las funciones visuales como la agudeza, enfoque y movimientos de ojos son muy poco o nada afectados por el ruido. El desempeño motor (manual o de desplazamiento) es raramente afectado. Para el desempeño en tareas rutinarias o basadas en la destreza el ruido puede no afectar. En tareas basadas en reglas donde el trabajador selecciona rápidamente entre diferentes alternativas, el ruido puede tener cierto efecto, sobre todo si es mayor de 95 dB (A). Los efectos nocivos del ruido parecen estar asociados primeramente con tareas en las que los trabajadores tienen que aplicar conocimientos, pensar detenidamente y llegar a conclusiones. Esto involucra a la memoria a corto y largo plazo y sobre todo esta última, se ve superada, por ejemplo, al procesar información verbal. Se ha demostrado (Weinstein, 1977) que en una prueba de lectura, un ruido entre 68 y 70 dB(A) impide significativamente la detección de errores gramaticales (tarea basada en el conocimiento), pero no afecta a la habilidad de detectar errores ortográficos (tarea basada en reglas). Si el ruido es intermitente o inesperado, puede causar un sobresalto que, aparte de producir los efectos fisiológicos antes citados, influye negativamente en el desarrollo de cualquier tarea. El ruido provoca disminución de la atención, deteriorando la realización de trabajos que requieren concentración, rapidez o destreza. El trabajador debe hacer un esfuerzo suplementario para aislarse del ruido, lo que se traduce en un mayor desgaste y fatiga. Se ha comprobado que determinados tipos de ruido pueden afectar negativamente en casos de tareas de vigilancia, tareas mentales complejas, tareas que exigen alta capacidad de percepción y tareas psicomotoras complejas. Por otra parte, en determinadas circunstancias y tareas, el ruido puede no tener ningún tipo de efecto o incluso sirve para mejorar el rendimiento. En general, se puede observar que el ruido es siempre molesto para el trabajo y las actividades que demandan un esfuerzo de atención más alto y más sostenido son más sensibles al ruido.

Tareas de vigilancia: Este tipo de tareas requiere una atención sostenida, poniendo en juego funciones sensorio-perceptivas (discriminación, identificación, localización). Los componentes cognitivos se limitan a una decisión elemental sobre la pertinencia o no de determinados estímulos (tratamiento automático de la información). Los efectos del ruido en estas tareas son contradictorios: ruidos continuos tienen efecto “desactivador”, que aumenta con la monotonía de la tarea y hace disminuir la vigilancia; ruidos intermitentes, tienen efecto activador, contrarrestando la caída de la vigilancia en tareas monótonas. Estos efectos contradictorios se deben a las diferentes situaciones experimentales planteadas en cada estudio: distintas tareas, distintos tipos y niveles de ruido, etc. Sin embargo, pueden sacarse algunas conclusiones: En tareas que demandan atención sostenida (vigilancia, control de calidad…), el ruido afecta al nivel medio de rendimiento o a su evolución en el tiempo o a la variabilidad de las respuestas (respuestas retardadas). El ruido continuo deteriora la eficacia de detección de señales en tareas de vigilancia si su intensidad es mayor de 95 dB, la exposición es superior a 30 min. y las señales son difíciles de percibir. Cuando las fuentes de señales son múltiples o las señales pertinentes son frecuentes, el ruido afecta el rendimiento; si la frecuencia de señales es baja, el ruido ejerce una influencia favorable o no afecta. En situaciones de doble tarea (realizar una tarea principal y atender otra secundaria), el ruido deteriora el rendimiento si la tarea de vigilancia no es la prioritaria.

Actividades complejas con carga mental elevada. Las tareas complejas demandan un importante esfuerzo de atención. En ellas, el trabajador tiene que atender simultáneamente a varias fuentes de información, someter la información a una serie de procesos más complejos y elegir respuestas entre varias alternativas. Se requiere una atención dividida y la utilización de funciones cognitivas. De los estudios realizados sobre la influencia del ruido en este tipo de actividades, se concluye que son más sensibles al ruido que las tareas de vigilancia. El deterioro producido se manifiesta más sobre el rendimiento en las actividades menos prioritarias. El tipo de ruido (artificial o verbal) y los componentes cognitivos de la tarea, juegan un papel importante entre los factores de que depende la vulnerabilidad de una tarea frente al ruido.


 —Efectos sobre el comportamiento en general. 

— Efectos psicosociales. 

La mera presencia de ruido, por sí sola e independientemente de sus características, provoca un conjunto de sensaciones desagradables y molestias que puede manifestarse en el comportamiento individual y social de los trabajadores expuestos. Si la exposición es crónica, los trabajadores se vuelven irritables, manifiestan tendencias agresivas, son menos atentos con los compañeros y evitan ayudarles. Las relaciones interpersonales se hacen más difíciles, tanto por la fatiga que genera como por el tiempo de recuperación auditiva tras el trabajo y las alteraciones de comportamiento que puede ocasionar. Los efectos que a este nivel puede producir son:

— Dificultades de comunicación, como veremos más adelante.

— Perturbaciones del reposo y descanso.

— Perturbaciones del sueño (nocturno).

— Disminución de la capacidad de concentración.

— Sensación de malestar: empieza a manifestarse a partir de 35 dB(A), estando el umbral en 65 dB(A) para el 60% de la población. Los efectos psicosociales del ruido van a depender en gran medida de factores como la actitud del sujeto hacia la fuente de ruido, la sensibilidad de cada persona, las posibilidades de reducir el ruido y el momento de la jornada en que se produzca.


 — Efectos sobre la comunicación. 

El ruido puede dificultar la comunicación hablada en el puesto de trabajo (la comprensión de los mensajes verbales), lo que repercute en la seguridad, el proceso productivo y las relaciones personales y profesionales. La dificultad para comunicarse con los compañeros durante la jornada laboral aumenta el aislamiento de los trabajadores y hace más penosas las condiciones de trabajo. La interferencia del ruido con la comunicación verbal depende de:

— Nivel de presión acústica (intensidad)

— Espectro del ruido existente (frecuencia)

— Tono de voz empleado

 — Distancia entre los interlocutores

— Exigencias conversacionales de la tarea.

 La comunicación en condiciones de ruido, aumenta la carga de trabajo tanto en el emisor como en el receptor: uno debe elevar la voz y el otro debe incrementar la atención para comprender el mensaje. La dificultad de comprensión aumenta cuando el trabajador debe prestar atención simultáneamente al mensaje verbal y a señales provenientes de otras fuentes. Existen diversos métodos para establecer unos niveles máximos o recomendados de ruido que permitan mantener la comunicación dentro de unos niveles aceptables, siendo el Método SIL (Speech Interference Level) uno de los más adecuados. Establece los niveles máximos de ruido aceptables para el rango de frecuencias conversacionales (entre 500 y 4000 Hz).

— Efectos sobre la seguridad. 

No se puede establecer una relación causal entre ruido y accidentes. Parece ser que en ambientes ruidosos, los trabajos son 2 ó 3 veces más peligrosos que los efectuados en ambientes silenciosos, pero no se sabe si la causa directa es el ruido. Es, en todo caso, un factor potencial de riesgo para la seguridad, o al menos, favorece el error humano pues enmascara los sonidos portadores de información útil (señales de alarma, avisos peligrosos, mensajes de advertencia de peligro…), interfiere la comunicación y desvía la atención.























Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas



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