BIENVENIDOS AL BLOG DEL GUAPO HACKER

miércoles, 25 de julio de 2012

PREVENCIÓN DE LA CARGA MENTAL


En primer lugar, hay que señalar que no existe ningún criterio o medida que nos permita hacer una valoración única y directa de la carga mental. Partiendo de la idea ya expuesta de que la carga mental de un determinado puesto de trabajo está determinada por la relación entre las exigencias que, desde un punto de vista mental, plantea la tarea, y la capacidad de respuesta del trabajador, para poder evaluar esa carga mental habrá que tener en cuenta ambos aspectos. Es decir, la evaluación de la carga mental debe basarse en métodos indirectos, que utilizan fundamentalmente dos tipos de indicadores, complementarios entre sí:

— Los factores de carga del puesto, es decir, factores de carga inherentes al trabajo concreto, al tipo de tarea, a las exigencias que plantea, y a las condiciones en que se realiza.

— Su incidencia sobre el individuo.


1) Factores de carga inherentes a la tarea 

Desde esta perspectiva, el objetivo es recoger y valorar aquellas exigencias de la tarea que puedan suponer un factor de carga mental para el trabajador. Existen diversos métodos objetivos, conocidos como MÉTODOS GLOBALES de evaluación de las condiciones de trabajo, cuyo objetivo es valorar aquellos factores presentes en el puesto de trabajo que pueden influir sobre la salud de los trabajadores, de manera que pueda determinarse sobre cuál de ellos se debe actuar para mejorar una situación de trabajo. Tres de los más utilizados son el método L.E.S.T., el método de Perfil del Puesto, y el método A.N.A.C.T. Estos métodos, para la valoración de la carga mental, se centran principalmente en si el trabajo exige un nivel de atención elevado y si esta atención debe mantenerse a lo largo de la jornada laboral. También tienen en cuenta otros factores como el ritmo de trabajo o las repercusiones o consecuencias que los errores pueden tener sobre la persona o sobre la producción. Existen además otros métodos, como el desarrollado por el I.N.S.H.T. para la evaluación de los Factores Psicosociales, que entre los factores que considera incluye una valoración de la carga mental, o las distintas escalas desarrolladas para medir específicamente carga mental.


2) Incidencias sobre el individuo

 Por otro lado, puesto que la carga mental de trabajo depende tanto de las demandas de la tarea como de las características del individuo que la realiza, para poder hacer una valoración más precisa es necesario recoger también datos en este sentido. Para ello, habitualmente se recogen datos sobre los efectos o reacciones del individuo frente a una carga mental inadecuada, a través de medidas o indicadores de las alteraciones fisiológicas, psicológicas y del comportamiento resultantes de la fatiga mental. Es importante tener en cuenta que ninguno de estos indicadores es válido por sí sólo para evaluar la carga mental, sino que habrá que utilizar varias de estas medidas de forma complementaria, junto con los datos de exigencias de la tarea recogidos con alguno de los métodos o técnicas comentados en el apartado anterior.


A) Evaluación de las alteraciones fisiológicas

 Se parte de la idea de que, en situaciones de fatiga mental, determinados índices fisiológicos sufren alteraciones. Desde esta perspectiva, se pueden citar algunos índices de actividad cardíaca, ocular, muscular, cortical o cerebral, respiratoria, actividad eléctrica de la piel, y actividad neuroendocrina, cuyas variaciones se pueden interpretar como indicadores de fatiga mental, siempre y cuando se hayan controlado otro tipo de variables.


B) Evaluación de las alteraciones psicológicas 

La fatiga mental produce también una serie de alteraciones psicológicas en el individuo, alteraciones que pueden evaluarse utilizando métodos objetivos o subjetivos. Los métodos subjetivos consisten en utilizar cuestionarios, escalas, entrevistas, etc., a partir de los cuales podemos averiguar cómo siente la fatiga el individuo, es decir, cual es su sensación subjetiva de fatiga. Esta sensación subjetiva es importante porque, además del grado de cansancio del organismo, el mero hecho de sentirnos cansados va a influir sobre nuestra conducta. En cuanto que la sensación de fatiga vivida condiciona el comportamiento humano, es importante valorar esa sensación convenientemente. Las pruebas objetivas consisten en evaluar la fatiga mental a través de tests psicológicos. Cuando estamos fatigados, una serie de funciones cognitivas y psicomotoras van a verse afectadas; cada una de esas funciones puede medirse de una forma objetiva con determinadas pruebas psicológicas, a partir de las cuales podemos valorar el grado de fatiga mental del individuo.


 C) Evaluación del comportamiento

 Finalmente, la fatiga mental también va a afectar de forma general al comportamiento de los trabajadores, y de forma más específica, a su rendimiento en el trabajo. Por tanto, podemos valorar el grado de fatiga valorando esos efectos de distintas formas, por ejemplo:

— Observando, a lo largo de la jornada, las variaciones en determinados indicadores de rendimiento del trabajador, como la cantidad y la calidad de las respuestas dadas, o el número de errores o de omisiones. La disminución del rendimiento nos dará una medida de la fatiga mental.


— A través del estudio de los métodos operacionales. Al aumentar la fatiga mental, el trabajador trata de variar de método operatorio, es decir, tiende a alterar la forma habitual de hacer las cosas, para adaptarse a la situación. El estudio de esas variaciones sirve como indicador de fatiga mental. Los métodos de medición de la Carga Mental son complementarios entre sí, y la mejor forma de utilizarlos es correlacionando las repercusiones sobre el individuo con la existencia de unas determinadas condiciones de trabajo, de tal manera que pueda establecerse una relación causa - efecto que permita determinar qué factores concretos deben modificarse, a fin de mejorar una situación de trabajo. Las medidas o actuaciones que se lleven a cabo para prevenir la aparición de fatiga mental deberán ir encaminadas fundamentalmente a facilitar el proceso de tratamiento de la información y a organizar el trabajo de manera que se facilite, por una parte, este mismo proceso, y por otra, la recuperación de la fatiga. Siguiendo el esquema de tratamiento o procesamiento de la información, esas acciones deberán centrarse, por tanto, en:

— Facilitar el proceso de percepción e interpretación de la información. Habrá que prestar atención fundamentalmente a la calidad de las señales y a la cantidad y complejidad de la información a tratar o manejar en el puesto de trabajo.

— Facilitar la respuesta, es decir, facilitar la realización de la tarea, teniendo en cuenta aspectos como el diseño del puesto, o el diseño y la distribución de los controles.

— Organizar el trabajo de manera que se reduzca la probabilidad de aparición de fatiga y que se permita la recuperación de la persona. En el momento de diseñar el puesto, deberán tenerse en cuenta principalmente los aspectos relacionados con el ritmo de trabajo y con la organización del tiempo de trabajo. En este apartado merece especial atención la distribución de las pausas. Cuando una tarea implica un esfuerzo mental de cierta consideración y con cierta continuidad, es necesaria la introducción de pausas cortas y frecuentes que permitan la recuperación de la fatiga.

— Cuando la fatiga no está determinada por un exceso de información sino, al contrario, por la realización de una tarea monótona y sin contenido, las medidas deberán dirigirse fundamentalmente a permitir una mayor participación del trabajador en aspectos relacionados con su trabajo (mayor control del trabajo realizado, posibilidad de intervención en caso de avería, posibilidad de elección del método de trabajo, etc.).

— En última instancia, cuando el trabajo no pueda mejorarse por otras técnicas, puede recurrirse a la rotación de puestos. Se trata de organizar el trabajo de manera que el trabajador realice tareas que correspondan a distintos puestos de trabajo, de forma que la carga se distribuya entre varios trabajadores. Ello implica una mayor capacidad de adaptación y una polivalencia del personal, que puede conseguirse mediante una correcta formación.


En resumen, podemos proponer una lista de medidas para prevenir la fatiga mental:

— Adaptar la carga de trabajo a las capacidades del trabajador.

— Controlar la cantidad, la calidad y la complejidad de la información a tratar.

— Procurar dotar a las tareas de un nivel de interés creciente.

— Adecuar el número y la duración de los periodos de descanso, en función de la tarea.

— Mantener los factores ambientales (ruido, iluminación, temperatura, etc.) dentro de los valores de confort.









Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas

No hay comentarios:

Publicar un comentario