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lunes, 23 de julio de 2012

SOCORRISMO LABORAL


Cuando ocurre un accidente las lesiones más comunes que se producen son las contusiones o las heridas, consideradas como urgencias médicas así como las fracturas, las luxaciones y los esguinces. Este breve manual pretende dar los conocimientos mínimos y necesarios para que cualquier trabajador, debidamente formado, pueda actuar ante este tipo de accidente.

Contusiones: Son lesiones producidas por un golpe o impacto sobre la piel, sin llegar a romperla, por lo que no produce herida. Las contusiones se clasifican (médicamente) en distintos grados, pero es más sencillo para el socorrista clasificarlas en leves o graves, atendiendo a la profundidad del tejido que esté afectado.

 Contusiones leves: Son aquellas en que la afectación es superficial y se reconocen por el enrojecimiento de la zona contusionada o por la aparición del típico «cardenal» (rotura de pequeños vasos sanguíneos). Síntomas:
— Dolor de intensidad variable ya que depende de la parte del cuerpo donde se produce la contusión.

 — Puede existir inflamación de la zona.

Contusiones graves: Se reconocen por la aparición del hematoma o colección líquida de sangre (en forma de relieve), producida por la rotura de vasos sanguíneos de mayor calibre que el capilar. En las contusiones graves la afectación del tejido subyacente puede afectar a músculos, nervios, huesos, etc. Síntomas:

 — Dolor manifiesto o incluso muy intenso.

— Inflamación evidente.

 — Posible impotencia funcional o aumento intenso del dolor ante la movilidad.

Actuación: Como norma general cabe destacar que la actuación ante las contusiones va encaminada hacia la aplicación de frío (compresas, hielo...) y reposo de la zona afectada . Ante una contusión grave es importante no vaciar los hematomas y si es preciso, se debe inmovilizar la zona y evacuar al herido, en condiciones idóneas, a un centro hospitalario . Es importante reseñar que, ante la duda, siempre se atenderá sospechando la peor lesión.

Heridas: Se denomina herida a toda discontinuidad de un tejido (generalmente la piel) y debida a un traumatismo. Este, además de lesionar la piel, puede afectar a otras estructuras subyacentes como huesos, vasos sanguíneos, etc... . Las heridas pueden dividirse en leves y graves, atendiendo a una serie de factores que hay que tener en cuenta a la hora de la clasificación. Factores de gravedad:

— Extensión de la herida.

— Profundidad de la herida.

— Localización de la herida (cara, alrededor de orificios anatómicos, abdomen, tórax...).

— Suciedad de la herida.

— Afectación de estructuras.

— Edad del herido (edades extremas).

— Estado general de salud del herido.

— Objeto causante de la herida.

— Complicaciones de la herida.

Complicaciones de las heridas: Complicación local:

— Afectación de estructuras (nervios, tendones, huesos, etc.).

— Infección de la herida.

— Problemas en la cicatrización.

Complicaciones generales:

— Hemorragias.

 — Infección generalizada (tétanos).

— Presencia de shock.

Heridas leves: Clasificaremos a una herida como leve cuando no reúna «factores de gravedad». El tratamiento irá dirigido a prevenir la infección, para ello se seguirán las siguientes pautas de actuación (ver fichas resumen):

 1. Evitar que el socorrista contamine la herida:

 — Lavarse las manos (agua y jabón).

— Usar guantes estériles.

— Uso de material estéril o lo más limpio posible. Es recomendable el material desechable.

Desinfección de la herida:

 — Dejarla rezumar un poco.

— Dejarla visible (recortar pelo, cabellos...).

 — Limpiar la herida con agua y jabón y siempre desde dentro hacia afuera de la herida .

— Se pueden utilizar antisépticos no colorantes, el más recomendado es la povidona yodada.

Vendaje:

Si el ambiente no es agresivo (no hay riesgo de infección) es conveniente dejar la herida al aire libre, pues así se favorece la cicatrización. 

— En caso de sangrado o de ambiente contaminante, lo mejor es taparla con una gasa estéril, fijada con bandas de esparadrapo , y cuando sea posible dejarla al aire libre.

Prevención de la infección tetánica: El tétanos es una enfermedad grave poco frecuente pero de alta letalidad (mueren entre un 30-90% de todos los que presentan la enfermedad) siendo imposible evitar la exposición al agente infeccioso ya que se trata de un microorganismo ampliamente distribuido en el medio ambiente. La prevención del tétanos se basa en la vacunación de la población cuya cobertura en la edad adulta es inferior al 20-30% por lo que, ante una herida o quemadura se debería recomendar la posibilidad de una profilaxis tetánica si el accidentado no recuerda si está vacunado o si ha recibido menos de tres dosis o, si la última dosis recibida hace más de 10 años (heridas limpias leves) o más de 5 años (heridas anfractuosas, punzantes y/o contaminadas con polvo, heces, tierra, etc.)


4. Que es lo que NO HAY QUE HACER: 

— Utilizar algodón.

— Quitar cuerpos extraños enclavados.

 — Manipular la herida.

 — Utilizar antisépticos de color como la violeta de genciana o el mercurocromo.

— Utilizar polvos, cremas, pomadas, etc.

Heridas graves: Son aquellas que reúnen uno o más factores de gravedad. Este tipo de heridas suelen llevar una patología asociada más grave que la propia herida, por ello el socorrista sólo debe realizar la primera atención para que posteriormente sea tratada en un Centro Asistencial.

Actuación del socorrista :

1. Evaluación Primaria (control de signos vitales).

2. Evaluación Secundaria (coartación de las hemorragias, inmovilización de fracturas, etc ... ).

3. Cubrir la herida con material estéril o lo más limpio posible.

4. Evacuar a Centro Hospitalario.

 Heridas de especial gravedad: Herida penetrante en el abdomen: Son aquellas que comunican el interior del abdomen con el exterior, siendo las complicaciones más graves de este tipo de heridas las lesiones viscerales, las hemorragias internas y la infección de la cavidad abdominal (peritonitis). Síntomas:

— Dolor abdominal.

 — Presencia de una herida que comunica el interior del abdomen con el exterior; es posible visualizar los intestinos.

— Presencia de signos y síntomas de shock (hemorragia, dolor e infección).

Actuación del socorrista:

— No extraer ningún objeto clavado.

— No reintroducir las vísceras.

No dar nada por vía oral (agua...). 

Tapar la herida con un trozo «grande» de tela limpia humedecida. NO utilizar gasas pequeñas, pues se pueden introducir en el abdomen.

— Abrigar al herido.

— Trasladarlo urgentemente en posición de decúbito supino con las piernas flexionadas ( — Controlar constantemente los signos vitales.

Herida perforante en el tórax: Este tipo de heridas pueden producir el colapso pulmonar, debido a la entrada de aire ambiental en la cavidad torácica con la inspiración y a la salida de aire de la cavidad pleural con la espiración . Pueden estar producidas por objetos punzantes o por fracturas de costillas. Síntomas:

— Dificultad respiratoria por afectación del pulmón.

— Tos, que puede acompañarse de hemoptisis.

— Dolor torácico en caso de afectación ósea.

— La herida puede presentar «silbido» por la entrada y salida del aire a través de ella.

— Presencia de shock por insuficiencia respiratoria y cardíaca. Actuación del socorrista:

1. No sacar ningún objeto enclavado.

2. Tapar rápidamente la herida con algún material que no transpire (ej: el plástico de la bolsa de las gasas), a fin de evitar el colapso pulmonar. 3 Trasladar urgentemente a Centro Hospitalario en posición de semi-incorporado y ladeado hacia el pulmón lesionado . 4. Controlar constantemente los signos vitales.

Huesos: Constituidos por un tejido muy duro, son los elementos rígidos y pasivos del sistema. Son las vigas y pilares de nuestro cuerpo en cuyo interior se encuentra la médula ósea y responsables del almacenamiento y producción de sustancias o elementos tan importantes como el calcio, el fósforo y los glóbulos rojos. Los huesos actúan a modo de palancas favoreciendo el movimiento e, incluso, amplificándolo.

El conjunto de todos los huesos forma el esqueleto, que se puede dividir en 7 partes

1. Cráneo y cara.

2. Columna vertebral

3. Caja torácica: esternón y 12 pares de costillas.

4. Cintura escapular: clavícula y omóplatos.

5. Extremidad superior: húmero, cúbito, radio, carpo y falanges.

 6. Cintura pelviana: íleon, isquion y pubis (hueso coxal).

7. Extremidad inferior: fémur, tibia, peroné, tarso y falanges.

Articulaciones: Son el punto de unión de los huesos, pudiendo ser fijas (cráneo), semimóviles (columna) y móviles (codos, rodiIlas,dedos...). En general, cada articulación es una unidad funcional compuesta por dos huesos confrontados, unos cartílagos que cubren los extremos de aquéllos y una cápsula, con un revestimiento interior sinovial y otro externo conjuntivoligamentoso. Constituyen las juntas de los distintos huesos, permitiendo el movimiento de un segmento óseo con respecto al contiguo.

Músculos: Son los elementos activos y contráctiles del sistema. El motor de los movimientos. El sistema de palancas y juntas formado por huesos y articulaciones requiere, para funcionar, de una energía que le proporciona la contracción muscular.

 Tendones: A modo de cables, unen los músculos a los huesos transportando la energía producida en el seno del tejido muscular hasta el punto de inserción .

Lesiones del sistema osteoarticular 

Los traumatismos osteoarticulares responden a dos tipos de mecanismos:

— Traumatismos directos, los más frecuentes, en los que existe un choque directo contra un cuerpo duro u obstáculo fijo.

 — Traumatismos indirectos, en los que la lesión se produce a distancia por efecto de palanca sobre un hueso largo, un movimiento brusco de hiperextensión o de hiperflexión... Las lesiones derivadas de los mismos se pueden agrupar en fracturas, luxaciones y esguinces, principalmente.

 Fracturas:

 Se denomina fractura a la rotura de un hueso o bien a la discontinuidad del tejido óseo (fisura). Los mecanismos capaces de producir fracturas son de dos tipos, uno directo que localiza la fractura justo en el punto de impacto del traumatismo y otro indirecto, fracturando a distancia del punto de impacto. Existen distintos tipos de fractura, pero que carecen de interés desde el punto de vista del socorrismo, pues la sintomatología será común y el diagnóstico diferencial se realizará a través del estudio radiológico. No obstante, de forma general, podemos clasificar a las fracturas en dos familias: las abiertas o complicadas, de especial gravedad ya que el hueso roto rasga la piel produciendo heridas y posibles hemorragias; y las cerradas o simples, menos graves, cuando no existe herida

 Síntomas y signos: De forma general, se puede sospechar la existencia de una fractura si el accidentado presenta varios de los siguientes síntomas/signos locales (dolor intenso que aumenta con la palpación, impotencia funcional, hinchazón y amoratamiento, deformidad más o menos acusada y/o acortamiento de una extremidad, existencia de una herida con fragmentos óseos visibles) o generales que son el reflejo de la existencia de una hemorragia o las repercusiones de los fenómenos de dolor (taquicardia, palidez...)


Actuación: 

1. Evitar movilizaciones (propias y del herido).

2. Exploración:

— Evaluación primaria: signos vitales.

 — Evaluación secundaria, preguntando por sensaciones, dolor, posibilidad de movimiento, comparación de extremidades, acortamiento de las mismas, deformidades. etc.

3. Valorar los pulsos distales (radial o pedio), para descartar la existencia de hemorragias internas.

4. En el caso de una fractura abierta, aplicar sobre la herida apósitos estériles.

5. Inmovilización

 6. Tapar al paciente (Protección térmica)

7. Evacuación, manteniendo el control de las constantes vitales y vigilando el acondicionamiento de la fractura.

Inmovilización: Las razones para inmovilizar son múltiples. Si se consigue evitar el movimiento del hueso y de la articulación, conseguiremos:

1. Prevenir o minimizar las complicaciones por lesión de estructuras vecinas como pueden ser los músculos, los nervios y los vasos sanguíneos.

2. Evitar el cambio en la estructura de la fractura (de incompleta a completa, de cerrada a abierta).

3. Reducir el dolor.

4. Evitar el shock

Para inmovilizar una fractura se deberán seguir las siguientes recomendaciones:

— Tranquilizar al accidentado y explicarle previamente cualquier maniobra que tengamos que realizar.

— Quitar todo aquello que pueda comprimir cuando se produzca la inflamación (anillos, brazaletes...)

— Inmovilizar con material (férulas) rígido o bien con aquel material que una vez colocado haga la misma función que el rígido (pañuelos triangulares)

— Almohadillar las férulas que se improvisen (maderas, troncos...).

 — Inmovilizar una articulación por encima y otra por debajo del punto de fractura.

— Inmovilizar en posición funcional (si se puede) y con los dedos visibles.

— Nunca reducir una fractura (no poner el hueso en su sitio).

Evacuar siempre a un centro hospitalario.

 Fractura de cráneo: 


La lesiones derivadas de un traumatismo craneoencefálico  pueden dar lugar a la afectación de uno o de varios componentes de la caja craneal: desde el cuero cabelludo hasta la masa encefálica. La fractura de la caja ósea se produce por traumatismos de considerable intensidad sobre la cabeza, ocasionando la rotura del hueso y una posible lesión cerebral.

Signos y síntomas:

Locales:

— Brecha ósea con salida de material cerebral o sin ella.

 — Deformidad (hundimiento óseo) o inestabilidad a la palpación.

 — Hemorragia exteriorizada (nariz-oído).

— Dolor localizado en el punto de fractura.

— Salida de líquido céfalo-raquídeo (L.C.R.) por nariz u oído.

 — Presencia de hematoma detrás de la oreja o alrededor de los ojos.

Generales: Las lesiones cerebrales derivadas de los traumatismos craneoencefálicos, se acompañan de ciertos signos/síntomas generales, entre los cuales las alteraciones de la conciencia son los más frecuentes. No es necesario que exista fractura de cráneo para que se presente una lesión cerebral, pues existen traumatismos que sin romper el hueso del cráneo, impactan o afectan al tejido nervioso. En este caso presentará los siguientes signos o síntomas:

— Alteración o pérdida de conciencia. La persona puede no ser coherente o incluso repetir continuamente la misma frase (amnesia retrógrada), lo que nos indica la existencia de lesión cerebral.

 — Alteración del ritmo respiratorio y cardiaco.

— Aumento de la temperatura corporal.

— Posible presencia de vómitos sin náuseas, en escopetazo (como un disparo).

— Pupilas de los ojos de distinto tamaño, de reacción lenta a la luz o distinta velocidad de reacción.

— Falta de equilibrio, convulsiones, parálisis.

— Alteraciones de la conducta (signos aparentes de agresividad).

— Especial posición de manos o brazos.

 Actuación:

 1. Exploración: Signos vitales. Explorar de pies a cabeza en busca de los signos descritos.

2. Socorro: Garantizar el mantenimiento de los signos vitales. Tratar las heridas.

3. Evacuación: En posición correcta (PLS, semi-incorporado.... ).

Control continuo de signos vitales.Evacuar siempre, aunque no existan signos de lesión cerebral, pues en este tipo de traumatismos a veces tardan en aparecer los síntomas (intervalo libre).


Lesión de columna vertebral: 

La columna vertebral es la estructura ósea que protege a la médula espinal, por lo que las lesiones que puede sufrir son las propias de los huesos únicamente o bien puede afectarse la médula, presentando una sintomatología distinta en ambos casos. Los mecanismos de lesión pueden ser de dos tipos: uno directo, el cual produce la lesión en el punto de impacto y otro indirecto, lesionando a distancia, por fenómenos de hiperflexión. Las lesiones van a depender del posible desplazamiento de fragmentos óseos, siendo en este caso las causas de lesión nerviosa por compresión o sección de médula espinal.

Síntomas: Sin lesión medular: 

— Dolor a la compresión local y palpación.

— Heridas a nivel del raquis

— Sensibilidad y movilidad conservadas.

— Sintomatología típica de todas las fracturas.

Con lesión medular: 

— Dolor.

— Hormigueos en extremidades.

— Pérdida de sensibilidad en extremidades.

— Parálisis.

— Alteración de la respiración incluso paro respiratorio.

 — Pérdida del control de esfínteres.

 — Priapismo no doloroso. 


Actuación: Prioridad de actuación:

— Evitar movimientos de flexo-extensión.

 — Explorar completamente antes de actuar.

— Si hay que mover, respetar siempre el bloque de cabeza-cuello-cuerpo.

Actuación concreta:

1. Exploración: Signos vitales. Explorar de pies a cabeza, preguntando por sensaciones y comprobando la sensibilidad del paciente.

 2. Socorro: Signos vitales (NO hiperextensión del cuello). Apósito protector, si existe herida. Inmovilización completa (en plano duro). Protección térmica. No girar el cuello en caso de vómito.

3. Evacuación: Vehículo adecuado. Camilla de tijera, plano duro

 Luxaciones y esguinces:

 Son lesiones articulares, bien de los ligamentos al producirse una distensión debida a un movimiento forzado, esto da lugar al esguince, o bien por la salida de un hueso de su cavidad natural, dando lugar a la luxación. Síntomas: Los síntomas comunes a ambas lesiones son el dolor, la hinchazón y el amoratamiento, existiendo en el esguince la movilidad conservada aunque dolorosa, mientras que en la luxación no hay movilidad pudiendo presentar deformidad en la parte afectada. El entumecimiento o la parálisis por debajo de la localización de la luxación debe alertarnos sobre la existencia de sufrimiento vascular o nervioso. En este caso, previa inmovilización, se deberá trasladar al paciente a un centro sanitario.

Actuación: — Inmovilización de la zona afectada

— En el caso de la luxación,

— NO intentar NUNCA colocar los huesos en su posición normal

— Evacuación


La quemadura es el resultado del contacto de los tejidos del organismo con el calor. Suele ser de origen accidental, doméstico o laboral, y las causas principales son el fuego, los líquidos hirviendo o en llamas, los sólidos incandescentes, los productos químicos, las radiaciones y la electricidad. El cuerpo humano tolera temperaturas de hasta 40ºC; por encima se produce una desnaturalización de las proteínas y se altera la capacidad de reparación celular. De hecho, la piel se daña por un lado por la acción directa del agente causal y por otro por una isquemia cutánea secundaria. La piel es el órgano más extenso de nuestro organismo. Es una estructura especializada, compuesta esencialmente por dos capas: la epidermis (la más externa) y la dermis. La epidermis a su vez está compuesta por varias capas, siendo la más superficial la capa córnea cuya función es esencialmente protectora, impidiendo la pérdida de agua y la penetración de ciertos microorganismos. La dermis, que es unas 20-30 veces más gruesa que la epidermis alberga en su seno los vasos sanguíneos y linfáticos y ciertas estructuras nerviosas. Los folículos pilosos, las glándulas sudoríparas y sebáceas se encuentran también a ese nivel. La destrucción del estrato más profundo de la dermis conlleva la pérdida de la capacidad de regeneración de la misma, necesitándose de un injerto para cicatrizar la zona.  Una rápida y acertada actuación frente a un quemado puede disminuir el tiempo de curación, prevenir las complicaciones o secuelas que puedan derivarse y, en casos extremos, incluso salvarle la vida.

 Anatomía de la piel 

Clasificación de las quemaduras cutáneas: Las quemaduras cutáneas se pueden clasificar en función de la profundidad y la extensión de las mismas: Según profundidad:

 Primer Grado: De grosor parcial. Destruye solamente la capa superficial de la piel, la epidermis, produciendo un enrojecimiento de la zona lesionada. A esta lesión se le denomina ERITEMA.

 2º Grado: También de grosor parcial. Destruye la epidermis y un espesor variable de la dermis. Se produce una inflamación del tejido o formación de ampollas llamadas FLICTENAS. La lesión es dolorosa y se dice que «llora» por la pérdida de líquidos del tejido y por la aparición de las ampollas.

 3er grado: Llamada de grosor total. Afecta a todas las capas de la piel incluyendo la dermis profunda. Es una lesión de aspecto de cuero seco, blanca o chamuscada. No hay dolor debido a la destrucción de las terminaciones nerviosas. Técnicamente se le denomina ESCARA.

Según extensión: En quemaduras poco extensas puede ser de utilidad considerar que la palma de la mano del accidentado corresponde a un 1% de la superficie corporal total. En el resto, se utiliza la denominada «Regla de los 9» de Wallace . Para ello se divide la superficie corporal del adulto en 11 áreas, siendo cada parte el 9% o un múltiplo de 9. De forma que:

 — Cabeza y cuello son un 9%.

— Cada extremidad superior: 9% (7% el brazo y 2% la mano).

— Cada extremidad inferior: 18% (9% el muslo, 7% la pantorrilla y 2% el pie).

— Cara anterior del tórax y abdomen: 18%.

— Espalda y nalgas: 18%.

 — Genitales: 1%.

La valoración de la gravedad de una quemadura se basará en la extensión de la superficie corporal quemada y el grado de profundidad de la misma. Sin embargo, no se debe olvidar en ningún momento que factores como la edad, el agente causal y ciertas localizaciones, como la cara, los pliegues y los genitales, influyen también de forma considerable en el pronóstico. La posibilidad de supervivencia en un quemado está directamente relacionada con la extensión y profundidad de la quemadura mientras que el pronóstico de las secuelas lo está con la localización.

Se considera una quemadura de carácter LEVE cuando la superficie quemada es inferior al 10% y su profundidad no rebasa el 2º grado. Entre el 10 y el 30% se considera GRAVE, independientemente de si la profundidad es de 2º o 3er grado. Entre el 30 y 50% es MUY GRAVE, y prácticamente mortal cuando supera el 50%. 

Se consideran graves independientemente de su extensión o profundidad, las quemaduras que afectan a manos, pies, cara, ojos y genitales así como todas las de 2º y 3er grado en niños, ancianos y accidentados con enfermedades previas significativas.

 Norma general: Qué hacer ante una quemadura: La asistencia inmediata del quemado es muy similar a la de cualquier accidentado con la peculiaridad de que lo primero que se debe hacer, sin olvidar nuestra propia seguridad, es parar el proceso de la quemadura; es decir, ELIMINAR LA CAUSA. . La Regla de los 9

 1. Evacuar al individuo del foco térmico, apagar las llamas, retirar el producto químico del contacto con la piel, todo ello para disminuir la agresión térmica.

2. Realizar una evaluación inicial y mantener los signos vitales. La existencia de quemaduras inhalatorias o de intoxicación por inhalación de gases como el Monóxido de carbono o productos de degradación durante un incendio debe detectarse lo antes posible.

3. Buscar otras posibles lesiones como hemorragias, shock, fracturas. Se tratará siempre primero la lesión más grave.

4. Refrescar la zona quemada: Aplicar AGUA en abundancia (20-30 minutos) sobre la superficie quemada evitando enfriar al paciente (riesgo de hipotermia). Quitar ropas, joyas y todo aquello que mantenga el calor.

5. Envolver la lesión con gasas o paños limpios, humedecidos en agua. El vendaje ha de ser flojo.

6. Evacuar a un centro hospitalario con Unidad de Quemados, en posición lateral, para evitar las consecuencias de un vómito (ahogo),

7. Se han de vigilar de forma periódica los signos vitales sobre todo en casos de electrocución, de quemados con más de un 20% de superficie corporal quemada o con problemas cardíacos previos.

Qué NO se debe hacer ante una quemadura:

1. Aplicar pomadas, cremas, pasta dentífrica,… sobre la quemadura. Sólo agua.

2. Enfriar demasiado al paciente, SÓLO la zona quemada. Si aparecen temblores o la zona quemada es superior al 20 % deberemos taparlo con una manta térmica. . Dar agua, alcohol, analgésicos... por vía oral.

4. Romper las ampollas, pues el líquido que contienen protege de la posible infección. Al romperlas abriríamos una puerta para la entrada de gérmenes.

5. Despegar la ropa o cualquier otro elemento que esté pegado a la piel.

6. Dejar sola a la víctima. En caso de tener que ir a pedir ayuda, la llevaremos con nosotros, siempre que sus lesiones lo permitan.

7. Demorar el transporte. En el lugar del accidente no podemos estabilizar clínicamente a la víctima y la posibilidad de que entre en shock aumenta cuanto mayor es la extensión de la superficie quemada.


Quemadura por fuego: En este tipo de quemaduras es importante señalar que las llamas que queman a la víctima no se deben apagar con agua. Revolcaremos al quemado por el suelo o sofocaremos el fuego con una manta. Una vez apagadas las llamas, sí que aplicaremos agua, a fin de refrigerar las zonas quemadas. . En este caso aplicaremos la NORMA GENERAL, haciendo especial atención en el Reconocimiento de Signos Vitales y en concreto a la ausencia de respiración. La mayoría de los quemados por fuego han sufrido el accidente en un espacio cerrado por lo que, a las quemaduras cutáneas, se les pueden asociar quemaduras respiratorias o intoxicación por la presencia de gases o productos de degradación. Lo más frecuente son las intoxicaciones por monóxido de carbono y cuadros inflamatorios agudos de la mucosa de las vías aéreas superiores por lesión directa del producto químico o del aire a alta temperatura.

Quemadura química: Se producen cuando la piel entra en contacto con sustancias químicas como ácidos o bases fuertes. La gravedad de la lesión dependerá no tan sólo de las características físico químicas del producto sino también de la duración del contacto y de la cantidad de producto. El manejo de estas lesiones se basará de entrada en retirar el producto químico de la piel del accidentado.

 Pautas de actuación:

1. Proceder al lavado generoso de la piel con AGUA en abundancia (ducha durante 20-30 minutos). Hemos de tener especial cuidado con las salpicaduras que pueden alcanzarnos o con el contacto directo de nuestra piel con la sustancia química.


2. Durante la ducha se ha de proceder a retirar todos los objetos que estén en contacto directo con la piel: gafas, ropa, zapatos, anillos, pulseras, relojes y otras joyas.

3. Aplicar la NORMA GENERAL. Existen productos químicos que reaccionan al contacto con el agua produciendo más calor. Pese a ello, también en estos casos aplicaremos como tratamiento la DUCHA DE AGUA CONTINUA, pues la posible reacción inicial se neutralizaría por la abundancia de agua. Sólo algunas sustancias requieren de tratamientos iniciales distintos. El socorrista deberá conocer a priori estas excepciones mediante la búsqueda y estudio de las fichas de seguridad química de los productos existentes en la empresa y susceptibles de producir accidentes. En el caso de las quemaduras oculares los ojos deben irrigarse, manteniéndolos abiertos, durante 20 minutos como mínimo. La evacuación de estos accidentados se hará continuando dicha irrigación mediante peras de agua o frascos irrigadores.

Quemaduras eléctricas: La corriente eléctrica puede dar lugar a lesiones, sobre todo a su paso por el interior del cuerpo. Los resultados de un accidente eléctrico en nuestro organismo pueden desencadenar una parada cardio-respiratoria, contracciones tetánicas, convulsiones… A nivel local la electricidad puede producir quemaduras cutáneas en los puntos de entrada y salida. La prioridad, como en todos los accidentes será el P.A.S. (Proteger - Avisar - Socorrer) La pauta de actuación será:

 1. Cortar la corriente, en condiciones seguras, no sin antes prever la caída del sujeto.

2. Iniciar la evaluación primaria y en caso de parada cardio-respiratoria, iniciar el soporte vital básico.

3. Buscar otras posibles lesiones como hemorragias, shock, fracturas. Se tratará siempre primero la lesión más grave.

4. Poner sobre las quemaduras un apósito limpio y estéril

5. Evacuar, bajo vigilancia médica y de forma urgente, al trabajador que haya sufrido una descarga eléctrica, incluso si no presenta trastornos.

Conclusión: Como resumen, diremos que las quemaduras son lesiones debidas a la acción del calor sobre la piel. La actuación correcta es la siguiente: 1. ELIMINAR LA CAUSA. 2. REFRIGERAR CON AGUA. 3. CUBRIR O TAPAR LA ZONA LESIONADA. 4. EVACUAR AL HERIDO A UN CENTRO MEDICO. 



Hemorragias y shock: 

Las hemorragias son causa de emergencia médica, por lo que la actuación del socorrista debe ser rápida y decidida, de lo contrario la oxigenación de los tejidos se verá reducida o eliminada, produciendo la muerte de los mismos. En esta sección se pretende ofrecer unos conocimientos generales sobre el Sistema Circulatorio y unas técnicas de actuación para detener la pérdida de sangre de cualquier trabajador que haya sufrido un accidente y en espera de la llegada de los equipos de emergencia.

El sistema circulatorio: El sistema circulatorio tiene la función de transportar los nutrientes y el oxígeno a las células del organismo, también es el responsable de mantener la temperatura interna del cuerpo humano. Está compuesto por el corazón, los vasos sanguíneos y la sangre. El corazón es un músculo que actúa de bomba, impulsando la sangre a través de los vasos sanguíneos. Los vasos sanguíneos son los conductos por donde circula la sangre. Existen tres tipos de vasos:

 1: Esquema de la circulación sanguínea en el organismo. Circulación pulmonar (oxigenación de la sangre); circulación general (distribución de la sangre oxigenada a todo el organismo

— Arterias: son los vasos que salen del corazón.

— Venas: son los vasos que van hacia el corazón.

— Capilares: son los vasos más pequeños responsables del intercambio gaseoso en tejidos y órganos.

Diferencias más importantes entre venas y arterias: La sangre está compuesta por una parte líquida, llama da plasma (de color acuoso) y una parte sólida, formada por tres tipos de células:

— hematíes: responsables del transporte de oxígeno.

 — leucocitos: colaboran en la defensa del organismo contra las infecciones.

— plaquetas: favorecen el proceso de coagulación.

ARTERIAS VENAS SALEN DEL CORAZÓN. VAN HACIA EL CORAZÓN. LA SANGRE CIRCULA A MUCHA PRESIÓN. LA SANGRE CIRCULA CON POCA PRESIÓN. LA SANGRE CIRCULA A IMPULSOS. LA SANGRE CIRCULA DE FORMA CONTINUA. RÍGIDAS. SON ELÁSTICAS. LA GRAN MAYORÍA TRANSPORTA O2. LA GRAN MAYORÍA TRANSPORTA CO2.

 Concepto de hemorragia y clasificación:

Denominamos hemorragia a cualquier salida de sangre de sus cauces habituales (los vasos sanguíneos). Existen dos tipos de clasificaciones, una atendiendo al tipo de vaso que se ha roto, siendo ésta arterial, venosa o capilar y otra atendiendo al destino final de la sangre, o dicho de otra forma: ¿a dónde va a parar la sangre que se pierde?. Atendiendo a este último criterio, las hemorragias pueden ser: externas, internas y exteriorizadas. El objetivo del socorrista es evitar la pérdida de sangre del accidentado, siempre que ello sea posible. Existen casos en que siendo imposible controlar la hemorragia, la actuación consistirá en evitar el empeoramiento del estado de salud del lesionado, concretamente ante las hemorragias internas y exteriorizadas. Hemorragias exteriorizadas: Son aquellas hemorragias que siendo internas salen al exterior a través de un orificio natural del cuerpo: oído, nariz, boca, ano y genitales.

 Hemorragia de oído: Las hemorragias que salen por el oído se llaman otorragias. Cuando la pérdida de sangre es abundante y previamente ha existido un traumatismo (golpe) en la cabeza, el origen de la hemorragia suele ser la fractura de la base del cráneo. En este caso la actuación del socorrista va encaminada a facilitar la salida de sangre de la cavidad craneal, pues de lo contrario, la masa encefálica sería desplazada o comprimida por la invasión sanguínea, pudiendo ocasionar lesiones irreversibles en el cerebro. Para facilitar la salida de sangre, se debe colocar al accidentado en Posición Lateral de Seguridad (P.L.S.), con el oído sangran te dirigido hacia el suelo y siempre que se dominen las técnicas de movilización de traumáticos, caso contrario es mejor no tocarlo. Control de signos vitales y evacuación urgente hacia un Centro sanitario con servicio de Neurología.

 Hemorragias de nariz: Las hemorragias que salen por la nariz se denominan epistaxis. El origen de estas hemorragias es diverso, pueden ser producidas por un golpe, por un desgaste de la mucosa nasal o como consecuencia de una patología en la que la hemorragia sería un signo, como por ejemplo en el caso de la hipertensión arterial (HTA). Es cierto que muchas personas consideran la epistaxis como un suceso normal, explicación que el socorrista no debe aceptar, pues el ser humano no está constituido para sangrar de forma habitual y «normal». Para detener la hemorragia, se debe efectuar una presión directa sobre la ventana nasal sangrante y contra el tabique nasal, presión que se mantendrá durante 5 minutos (de reloj). La cabeza debe inclinarse hacia adelante, para evitar la posible inspiración de coágulos Pasados los 5 minutos, se aliviará la presión, con ello comprobaremos si la hemorragia ha cesado. En caso contrario se introducirá una gasa mojada en agua oxigenada por la fosa nasal sangrante (taponamiento anterior). Si la hemorragia no se detiene se debe evacuar a un Centro sanitario con urgencia.

Hemorragias de la boca: Cuando la hemorragia se presenta en forma de vómito, puede tener su origen en el pulmón (hemoptisis) o en el estómago (hematemesis). Es importante distinguir su origen para así proceder a su correcto tratamiento, para ello hay que tener en cuenta el siguiente cuadro: Diferencias y actuación ante vómitos de sangre de origen respiratorio y digestivo.

 Hemorragias del ano: Atendiendo al aspecto en que se presentan las heces, podemos determinar el origen de estas hemorragias. Son de origen digestivo cuando las heces son de color negro (melenas) y de origen rectal cuando las heces se presentan con sangre normal (rectorragia). Tanto en un caso como en el otro se procederá a recomendar la consulta médica por personal especialista.

Hemorragias vaginales: Durante el período de gestación, la mujer no debe presentar ningún tipo de hemorragia vaginal (metrorragia). Su presencia podría indicar la amenaza de aborto, por lo

(MENSAJE DE GUAPO HACKER: SE RUEGA DISCULPAR POR EL CORTE, PERO SE ME PERDIERON LOS DATOS A INSERTAR AUNQUE CONTINÚA CON UN CORTE, GRACIAS).

 HEMOPTISIS HEMATEMESIS VÓMITO PRECEDIDO DE TOS. VÓMITO PRECEDIDO DE NÁUSEAS. SANGRE LIMPIA, CON OLOR A ÓXIDO. SANGRE CON RESTOS DE ALIMENTO Y MALOLIENTE. PUEDE TENER ASPECTO ESPUMOSO. PUEDE ACOMPAÑARSE DE INCONSCIENCIA.

Actuación:

a) Control de signos vitales

b) Dieta absoluta

c) Evacuar en posición de P.L.S.

 Actuación:

a) Control de signos vitales

b) Dieta absoluta

c) Evacuar en posición de semisentado que se debe conseguir un reposo absoluto (estirarla) por parte de la mujer y evitar que siga perdiendo sangre. Para ello colocaremos compresas externas sobre la vagina (sin introducir nada dentro) y cruzándole los pies los elevaremos en espera de su traslado en ambulancia a un Hospital.

Hemorragias externas: Son aquellas en las que la sangre sale al exterior a través de una herida. Las hemorragias más importantes se producirán en las extremidades, ya que son las partes del cuerpo más expuestas a traumatismos de tipo laboral y es por donde pasan las arterias de forma más superficial. Los métodos que a continuación se explican, sirven para coartar cualquier tipo de hemorragia (arterial o venosa), aplicando cierta lógica según el método, la forma y el lugar en donde se produce. Así, por ejemplo, el torniquete sólo se aplicará en caso de hemorragias en extremidades.

HEMORRAGIA COMPRESIÓN DIRECTA SI FUNCIONA NO MANTENER LA COMPRESIÓN VENDAR EVACUAR SI FUNCIONA COMPRESIÓN ARTERIAL NO TORNIQUETE Y EVACUACIÓN

A fin de controlar y detener la emergencia (hemorragia), utilizaremos siempre tres métodos, de forma escalonada, utilizando el siguiente en caso de que el anterior no tenga éxito. Estos métodos son : la compresión directa, la compresión arterial y el torniquete.

 Compresión directa: Consiste en efectuar una presión en el punto de sangrado. Para ello utilizaremos un apósito (gasas, pañuelo...) lo más limpio posible. Efectuar la presión durante un tiempo mínimo de 10 minutos (de reloj), además de elevar la extremidad afectada a una altura superior a la del corazón del accidentado. Transcurrido ese tiempo, se aliviará la presión, pero NUNCA se quitará el apósito. En caso de éxito se procederá a vendar la herida y se trasladará al Hospital. Este método no se puede utilizar en el caso de que la hemorragia la produzca una fractura abierta de un hueso o existan cuerpos enclavados.

Compresión arterial: Cuando falla la compresión directa, se debe utilizar este segundo método. Es de mayor aplicación en hemorragias de extremidades, pues en el resto de zonas no es muy eficaz. Consiste en encontrar la arteria principal del brazo (A. humeral) o de la pierna (A. femoral) y detener la circulación sanguínea en esa arteria y sus ramificaciones. Con ello conseguimos una reducción muy importante (no eliminación) del aporte sanguíneo.  La arteria humeral tiene su trayecto por debajo del músculo bíceps del brazo, por lo que el socorrista comprimirá esta zona con las yemas de los dedos. La arteria femoral se comprime a nivel de la ingle o de la cara interna del muslo, para ello utilizaremos el talón de la mano o bien el puño en caso de comprimir en el muslo. La compresión debe mantenerse hasta la llegada de la ambulancia o el ingreso en urgencias hospitalarias. Torniquete: Este método se utilizará SÓLO en caso de que los de más no sean eficaces y la hemorragia persista o bien cuando exista más de un accidentado en situación de emergencia y el socorrista esté solo. El torniquete produce una detención de TODA la circulación sanguínea en la extremidad, por lo que conlleva la falta de oxigenación de los tejidos y la muerte tisular, formándose toxinas por necrosis y trombos por acumulación plaquetaria.

— Condiciones de aplicación

 — En la raíz del miembro afectado.

— Utilizar una banda ancha (no cinturones, ni cuerdas).

— Anotar la hora de colocación.

— Ejercer presión controlada. La necesaria para detener la hemorragia.

 — NUNCA lo aflojará el socorrista.

 Puntos de compresión arterial:

 a) arteria femoral

 b) arteria humeral


Hemorragias internas: Son aquellas que se producen en el interior del organismo, sin salir al exterior, por lo tanto no se ve, pero sí que se puede detectar porque el paciente presenta signos y síntomas de shock (al igual que el resto de hemorragias).

Shock: Definiremos al shock como el conjunto de signos y síntomas consecuentes a la falta o disminución del aporte sanguíneo a los tejidos, debido a la pérdida de volumen sanguíneo o al aumento de la capacidad de los vasos. Esto implica la falta de oxigenación de los tejidos, por lo que si no se actúa con rapidez puede derivar en la muerte del accidentado.


 Shock hipovolémico: Es el producido por la pérdida de volumen sanguíneo (pérdida de líquido) y se origina a causa de hemorragias, quemaduras (lesiones por calor) o por deshidratación (vómitos y diarreas).

Shock normovolémico: Producido por una detención de la circulación sanguínea (shock cardiogénico) o bien por un aumento de la capacidad de los vasos sanguíneos, lo que origina una pérdida o disminución de la presión necesaria para que la sangre llegue a oxigenar a los tejidos. Puede ser de varios tipos:

shock séptico, producido por infección (ej. heridas);

 Shock anafiláctico, producido por alergias (ej. intoxicaciones, picaduras...);

 Shock neurogénico, producido por el dolor (traumatismos en general).

Colocación de un torniquete: 

a) en la raíz del miembro

 b) NUNCA se aflojará

 Esto implica que cualquier lesión, si no se trata convenientemente, puede derivar en un estado de shock por parte del accidentado. Shock caracterizado por los siguientes signos y síntomas:

— Alteración de la conciencia (no pérdida).

— Estado ansioso, nervioso.

— Pulso rápido y débil, a excepción del shock medular.

— Respiración rápida y superficial.

— Palidez de mucosas.

— Sudoración fría y pegajosa, generalmente en manos, pies, cara y pecho.

Actuación: La actuación debe ir encaminada a tratar en primer lugar la causa que ha producido el shock, evidentemente siempre que ello sea posible, pues hay causas que no podrá tratar el socorrista, como por ejemplo las hemorragias internas.

— No obstante, siempre debe actuar de la siguiente forma:

 — Control de signos vitales.

 — Tratar las lesiones (si es posible).

 — Aflojar todo aquello que comprima al accidentado, a fin de facilitar la circulación sanguínea.

 — Tranquilizar al herido.

— Evitar la pérdida de calor corporal. Taparlo.

 — Colocar al accidentado estirado con la cabeza más baja que los pies (posición de trendelenburg) y siempre que sus lesiones lo permitan.

 — Evacuarlo urgentemente, controlando siempre los signos vitales, ya que la tendencia del shock siempre es a empeorar.

Obstrucción de vías en adultos: 

Personas inconscientes: La principal causa de obstrucción de la vía respiratoria en personas inconscientes es la caída de la lengua hacia la parte más posterior de la faringe.

Personas conscientes: Generalmente, en este caso, el motivo de obstrucción es la «comida», suceso conocido popularmente como atragantamiento y que puede ocurrir en los comedores de cualquier empresa. Esta obstrucción por cuerpo sólido se produce por la aspiración brusca (risa, llantos, sustos...) de la comida que está en la boca. En el momento de producirse la inspiración, la epiglotis (estructura anatómica que separa el tubo digestivo del respiratorio) deja libre el paso respiratorio introduciéndose el aire y la comida en la tráquea. La obstrucción puede ser de dos tipos: incompleta y completa.

Obstrucción incompleta o parcial: El cuerpo extraño no tapa toda la entrada de aire, por lo que se pone en funcionamiento el mecanismo de defensa y la persona empieza a toser.

 Actuación: — Dejarlo toser (los mecanismos de defensa funcionan).

— Observar que siga tosiendo o que expulse el cuerpo extraño.

NO golpear nunca la espalda, ya que se podría producir la obstrucción completa o introducirse más el cuerpo extraño. Obstrucción completa o total: En este caso la persona no tose, ni habla. Esto indica que no entra ni sale aire, pues las cuerdas vocales se mueven gracias a la vibración que produce el aire al respirar. Generalmente el accidentado se lleva las manos al cuello y no puede explicar lo que le pasa, emitiendo sonidos afónicos. Presenta gran excitación, pues es consciente de que no respira: tiene la sensación de muerte inminente. El objetivo de la maniobra de Heimlich es empujar el cuerpo extraño hacia la tráquea y, por ende, hacia la salida mediante la expulsión del aire que llena los pulmones. Esto se consigue efectuando una presión en la boca del estómago (abdomen) hacia adentro y hacia arriba para desplazar el diafragma (músculo que separa el tórax del abdomen y que tiene funciones respiratorias) que a su vez comprimirá los pulmones, aumentando la presión del aire contenido en las vías respiratorias (tos artificial). 

Actuación:
1. Actuar con rapidez.

2. Coger al accidentado por detrás y por debajo de los brazos. Colocar el puño cerrado 4 dedos por encima de su ombligo, justo en la línea media del abdomen. Colocar la otra mano sobre el puño.

3 Reclinarlo hacia adelante y efectuar una presión abdominal centrada hacia adentro y hacia arriba, a fin de presionar (de 6 a 8 veces) el diafragma. De este modo se produce la tos artificial. Es importante resaltar que la presión no se debe lateralizar. Ha de ser centrada. De lo contrario se podrían lesionar vísceras abdominales de vital importancia.

 4. Seguir con la maniobra hasta conseguir la tos espontánea o hasta la pérdida de conocimiento

5. En caso de pérdida de conocimiento, se coloca al accidentado en posición de S.V.B. (Soporte Vital Básico), con la cabeza ladeada, y se sigue con la maniobra de Heimlich en el suelo. En esta situación (de inconsciencia) se debe alternar la maniobra de Heimlich con la ventilación artificial (boca-boca), ya que es posible que la persona haya efectuado un paro respiratorio fisiológico, por lo que tampoco respirará aunque hayamos conseguido desplazar el cuerpo extraño. Si se consigue introducir aire en los pulmones, se iniciará el protocolo de Soporte Vital Básico descrito en la sección de reanimación cardio pulmonar.

INICIO DEL SOPORTE SI ¿ENTRA AIRE? NO VITAL BÁSICO BOCA-BOCA NO ¿RESPIRA? M. HEIMLICH (6-8 veces) POSICIÓN LATERAL DE SI SEGURIDAD M. HEIMLICH (6-8 veces) SI ¿ESTA CONSCIENTE? AVISAR NO OBSTRUCCIÓN TOTAL DE VIAS RESPIRATORIAS

Algoritmo nº 1.

 Casos especiales:

Bebés: En este caso no se puede aplicar la maniobra de Heimlich, por existir riesgo de lesiones viscerales importantes. La actuación va dirigida a extraer el cuerpo extraño por efecto de la gravedad atmosférica. Para ello lo mejor es colocar al lactante boca abajo y golpear secamente con la palma de la mano en la espalda (entre los omóplatos). En caso de no conseguir la respiración espontánea se alternará esta maniobra con la técnica del masaje cardíaco, para ello se deben seguir los siguientes pasos:

1. Colocar al bebé boca abajo y golpear, 4 ó 5 veces, secamente entre los omóplatos.

2. Girarlo boca arriba. En la línea media del esternón, efectuar 4 ó 5 compresiones con dos dedos de una sola mano, a fin de deprimir el tórax aproximadamente 1,5 cm.

3. Abrirle la boca y buscar el cuerpo extraño.

4. Repetir continuamente y por riguroso orden los pasos 1º, 2º y 3º, hasta conseguir la respiración espontánea o que la criatura pierda el conocimiento. En esta última circunstancia se debe seguir con el 5º paso.

5. Efectuar los pasos 1º, 2º, 3º y a continuación iniciar la ventilación artificial (boca-boca y nariz), insuflando poca cantidad de aire (el que nos cabe en la boca, no en nuestros pulmones). Caso de entrar aire, y si sigue sin respirar, se debe iniciar el protocolo de Soporte Vital Básico del lactante (es distinto al del adulto).


Obesos y embarazadas: En ambos casos no se deben realizar presiones abdominales por la ineficacia en un caso y por el riesgo de lesiones internas en el otro. Por lo tanto esa «tos artificial» se conseguirá ejerciendo presiones torácicas al igual que lo hacíamos con el masaje cardíaco, pero a un ritmo mucho más lento. En caso de pérdida de conocimiento, iniciaremos el punto 5º de la actuación ante la obstrucción completa en el adulto.

Conclusión: A diferencia del paro respiratorio fisiológico, en el que podemos iniciar de forma inmediata las técnicas de ventilación artificial y conseguir el mantenimiento de la vida cerebral, la obstrucción de las vías respiratorias es uno de los accidentes más graves ya que produce un paro respiratorio de tipo mecánico. Tenemos muy poco tiempo para evitar la muerte cerebral (4-8 minutos). Es un accidente típico en niños y ancianos (personal de guarderías, colegios, residencias...) unos porque siempre tienen objetos en la boca o comen riendo o llorando y los otros por alteración en el normal funcionamiento de la epiglotis. En el mundo laboral, este tipo de emergencia puede presentarse en cualquier tipo de incidente ya que la reacción del organismo ante un accidente inminente consiste en una inspiración profunda seguida de una contracción muscular que, en caso de tener algo en la boca (chicle, alimentos...), favorece la aspiración hacia vías respiratorias.

Reanimación cardiopulmonar (RCP): El cerebro es el órgano más delicado de que dispone el ser humano. La falta de oxígeno ocasionará, en poco tiempo, lesiones irreversibles produciéndose la muerte en 8 - 10 minutos. Por lo tanto cualquier paro cardiorrespiratorio (fracaso de las funciones cardíaca y respiratoria, con la consiguiente incapacidad para hacer llegar sangre oxigenada a las células) es una situación de máxima urgencia ya que del tratamiento inmediato dependerá la vida del paciente. Esta sección pretende ofrecer unas pautas de actuación ante un accidente y una técnica de reanimación cardiopulmonar para que, cualquier persona, sin conocimientos especiales en medicina, sepa qué debe o qué no debe hacerse ante una SITUACIÓN DE EMERGENCIA.

Reconocimiento de signos vitales: MASAJE CARDÍACO + BOCA A BOCA NO SI RESPIRA SI NO OTRAS LESIONES SI CONTROL NO ESPERAR C.SIGNOS PULSO BOCA-BOCA NO RESPIRA SI P.L.S. ABRIR VÍAS NO RESPIRA SI CONSCIENTE NO SI INICIO

Conciencia: Para saber si un accidentado está consciente le preguntaremos qué le ha pasado. Si contesta, descartaremos la existencia de paro respiratorio. El problema surge cuando el paciente no contesta. Entonces lo agitaremos levemente para observar sus reacciones (gemidos, apertura de ojos, movimientos de cabeza, etc ... ), si no existe ningún tipo de reacción significa que el estado de inconsciencia está declarado, por lo que inmediatamente y, en lo posible, SIN TOCARLO (pues puede ser un paciente traumático y existir lesiones óseas que agraven su estado) comprobaremos su respiración.

Respiración: Si el accidentado está inconsciente, existen dos posibilidades: que respire o que no respire.

 a) Si RESPIRA: No hará falta seguir explorando sus signos vitales ya que el corazón funciona seguro, siendo el procedimiento a seguir, siempre que no sea traumático, el de colocarlo en una posición de seguridad para prevenir las posibles consecuencias de un vómito. Esta posición es la denominada en el argot del socorrismo como P.L.S. , que significa: Posición Lateral de Seguridad. En el caso de que el paciente respire pero sea traumático, NO LO MOVEREMOS. En ambos casos seguiremos a su lado vigilando sus signos vitales hasta que llegue la ayuda solicitada.

 b) NO RESPIRA: Si al acercar nuestra mejilla o el dorso de nuestra mano a su boca, comprobamos que no respira, en seguida y sin perder tiempo colocaremos al accidentado, sea traumático o no, en posición de decúbito supino (estirado mirando hacia arriba) abriendo las vías aéreas, mediante una hiperextensión del cuello  evitando que la lengua obstruya la vía de entrada de aire. En ocasiones, con esta simple maniobra el paciente vuelve a respirar. En caso contrario y no existiendo cuerpos extraños en su boca (dientes desprendidos, chicles, ... ), el paro es evidente, por lo que deberemos suplir la función ausente mediante reanimación cardio pulmonar, efectuando la respiración artificial BOCA-BOCA .

Pulso: Cuando el paro respiratorio está instaurado y ya hemos procedido a iniciar el bocaboca, es necesario comprobar el funcionamiento cardíaco mediante la toma del pulso carotídeo (cuello), por ser éste el último que se pierde ante una parada cardíaca y por el contrario el primero que se nota al activarse de nuevo el ritmo cardíaco . Caso de existir pulso seguiremos efectuando la respiración artificial, pero en el momento en que desaparezca este pulso deberemos iniciar sin demora el MASAJE CARDÍACO EXTERNO, acompañado siempre de la respiración boca-boca.

 Toma del pulso carotíedo 

Técnica de la reanimación cardio pulmonar: Si el paciente está inconsciente y no respira, se debe efectuar la hiperextensión del cuello. Si continua sin respirar se realizará la siguiente secuencia de operaciones:

a) Apretar la frente e hiperextender bien el cuello.

 b) Extraer posibles cuerpos extraños de la boca (dientes, chicles ... )

c) Girar la mano de la frente y pinzar la nariz.

d) Colocar nuestros labios alrededor de la boca del paciente sellando totalmente su boca con la nuestra.
Iniciar el bocaboca: 2 insufiaciones (1 cada 5 segundos) .

 e) Una vez se ha insuflado el aire se debe comprobar el funcionamiento cardíaco a través del pulso carotideo. Si hay pulso, pero no respira se debe seguir con la respiración artificial boca-boca, comprobando periódicamente la existencia del pulso. Si no hay pulso, debe iniciarse el masaje cardíaco externo. Masaje cardíaco externo: Es necesario acudir a su realización cuando el paciente está inconsciente, no respira y no tiene pulso.

 La secuencia de operaciones para la realización del masaje cardíaco es la siguiente:

a) Colocar al paciente sobre una superficie dura.

 b) Localizar el tercio inferior del esternón y colocar el talón de nuestra mano sobre él. La otra mano se apoyará de la misma forma sobre la que contacta con el tórax.

c) Con nuestros dedos estirados y los brazos perpendiculares al punto de contacto con el esternón, ejerceremos compresión directa sobre el tórax, consiguiendo que se deprima unos 3 o 4 cm y a un ritmo de compresión/relajación = 1/1. d) El masaje cardíaco siempre irá acompañado de la respiración boca-boca. El masaje cardíaco se efectuará al siguiente ritmo:

— 1 socorrista: 2 insuflaciones (boca-boca) 5 compresiones (masaje cardíaco)

 — 2 socorristas: 1 insuflación (boca-boca) 5 compresiones (masaje cardíaco)




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Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas





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