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lunes, 23 de julio de 2012

LA EXPOSICIÓN LABORAL A AGENTES FÍSICOS


Las tres manifestaciones de la energía que nos ocupan son: 

— la energía mecánica en forma de ruido y vibraciones, 

— la energía electromagnética en forma de radiación (luz visible, infrarroja, ultravioleta, rayos X, etc.) y corpuscular. 

— la energía calorífica en forma de calor o frío. 

1) Energía mecánica: ruido y vibraciones.

 El ruido se define en general como un sonido no deseado y molesto. La existencia de ruido en el ambiente de trabajo puede suponer riesgo de pérdida de audición. Los niveles excesivos de ruido lesionan ciertas terminaciones nerviosas del oído. El individuo es consciente de esta pérdida irrecuperable cuando en sus conversaciones no oye correctamente a los demás, a pesar de que no haya ningún ruido en el ambiente. Existen, no obstante, otros efectos del ruido, además de la pérdida de audición. Algunos individuos han manifestado alteraciones respiratorias, cardiovasculares, digestivas o visuales. Elevados niveles de ruido pueden provocar trastornos del sueño, irritabilidad y cansancio. El ruido disminuye el nivel de atención y aumenta el tiempo de reacción del individuo frente a estímulos diversos, por lo que favorece el crecimiento del número de errores cometidos y, por lo tanto, de accidentes. La exposición a vibraciones se produce cuando se transmite a alguna parte del cuerpo el movimiento oscilante de una estructura, ya sea el suelo, una empuñadura o un asiento. Las vibraciones pueden ser de muy baja frecuencia (las que generan, por ejemplo, el balanceo de trenes y barcos, producen mareo); de baja frecuencia, como las de los vehículos en movimiento, carretillas elevadoras, etc., que provocan efectos sobre el oído interno y retardo en los tiempos de reacción; y de elevada frecuencia, tales como las que producen las motosierras, los martillos neumáticos, etc. que tienen consecuencias más graves como son problemas articulares, vasomotores y en brazos y piernas. 

2) Energía electromagnética: radiaciones ionizantes y no ionizantes

 Una de las formas de transmisión de energía es la que se realiza a través de la radiación de ondas electromagnéticas. Las ondas electromagnéticas se diferencian unas de otras por la cantidad de energía que son capaces de transmitir, y ello depende de su frecuencia. Una radiación es ionizante cuando, al interaccionar con la materia, origina partículas con carga eléctrica (iones). Las radiaciones ionizantes pueden ser electromagnéticas, como las mencionadas (rayos X y gamma), o corpusculares (partículas componentes de los átomos que son emitidas, partículas. Las exposiciones a radiaciones ionizantes pueden originar daños muy graves e irreversibles para la salud (entre ellos, la generación de cáncer). Respecto a las radiaciones no ionizantes, sus efectos sobre el organismo son de diferente naturaleza, dependiendo de la banda de frecuencias de que se trate. Así, mientras que las Radiaciones Ultravioletas pueden producir afecciones en la piel (desde enrojecimientos hasta quemaduras) y conjuntivitis por exposición de la piel y los ojos respectivamente, la Radiación Infrarroja puede lesionar la retina o producir opacidad del cristalino del ojo y daños en la piel a causa del calor que cede. Las Microondas son especialmente peligrosas por los efectos sobre la salud derivados de la gran capacidad de calentamiento que poseen, al potenciarse su acción cuando inciden sobre moléculas de agua que forman parte de los tejidos. Las ondas electromagnéticas correspondientes a la Radio Frecuencia logran el efecto de calentamiento de los tejidos con menor facilidad. La radiación Láser puede alcanzar un gran poder destructor de los tejidos, al proyectar una gran cantidad de energía sobre una superficie muy pequeña. 

La luz visible origina otro tipo de Problemas que, aunque menos graves son más habituales. Son los problemas relacionados con la iluminación. Un buen sistema de iluminación debe asegurar: suficientes niveles de iluminación, el contraste adecuado en la tarea, el control de los deslumbramientos, la reducción del riesgo de accidente y un cierto grado de confort visual. Cuanto mayor sea la dificultad para la percepción visual, mayor debe ser el nivel medio de iluminación. Se puede mejorar el contraste mediante la disminución de los deslumbramientos por reflexión. Esto se puede conseguir ubicando los puestos de trabajo entre las líneas de luminarias y paralelas al eje de visión del trabajador. Los trabajos que requieren gran agudeza visual precisan de un mayor grado de contraste. El deslumbramiento será mayor cuanto mayor sea la cantidad de luz por unidad de superficie, el contraste y el tiempo de exposición. También cuanto más próxima esté la fuente luminosa y cuando ésta esté dentro del ángulo visual. Para disminuir el deslumbramiento, se deben cubrir las lámparas con paralúmenes, difusores u otros dispositivos que permitan regular la luz e impidan la visión directa del foco luminoso. Es conveniente utilizar materiales, acabados superficiales y pinturas mates, así como eliminar objetos muy pulidos o brillantes. VALORES MÍNIMOS DE ILUMINACIÓN* LUX ZONA 0 PARTE DEL LUGAR DE TRABAJO 100 TAREA CON EXIGENCIA VISUAL BAJA 200 TAREA CON EXIGENCIA VISUAL MODERADA 500 TAREA CON EXIGENCIA VISUAL ALTA 1000 TAREA CON EXIGENCIA VISUAL MUYALTA 50 ÁREA 0 LOCALES DE USO OCASIONAL 100 ÁREAS 0 LOCALES DE USO HABITUAL 225 VÍAS DE CIRCULACIÓN DE USO OCASIONAL 50 VÍAS DE CIRCULACIÓN DE USO HABITUAL * Se deben duplicar si: a) existen riesgos apreciables de caídas, choques u otros accidentes. b) la tarea efectuada no permite errores de apreciación porque pueda suponer peligro para los trabajadores 

3) Energía calorífica 

El ser humano necesita mantener una temperatura interna de aproximadamente de 37º T (37º T ± 1º T) para el desarrollo de la vida; para lograrlo posee mecanismos físicos y fisiológicos. Mediante la actividad física el hombre genera calor y, dependiendo de lo intensa que sea esta actividad, la cantidad de este calor será mayor o menor. Para evitar que la acumulación del calor producido por el cuerpo y/o ganado del ambiente descompense la temperatura interna, el hombre utiliza los mecanismos de defensa que posee destinados a disipar al ambiente el exceso de calor acumulado, por ejemplo, el sudor. Estos mecanismos son capaces de contrarrestar casi cualquier situación térmica, propiciando la eliminación del exceso de calor o impidiendo la pérdida de calor interno. Las formas de intercambio de calor entre el organismo y el ambiente dependen de las condiciones termohigrométricas del medio ambiente de trabajo, que son: la temperatura del aire, la temperatura húmeda, la velocidad del aire, el tipo de vestimenta y el consumo metabólico del individuo. Estas variables pueden medirse y sus valores son la base de la valoración de los riesgos o del confort. 

Las relaciones del ser humano con el ambiente térmico definen una escala de sensaciones que oscilan del calor al frío, pasando por una zona que se puede calificar como térmicamente confortable. Esta escala tiene sus límites bien marcados de modo que, al superarlos, en un extremo o en el otro, se puede producir la muerte. Los efectos negativos para la salud comienzan cuando los mecanismos naturales del hombre, de generación de calor para mitigar el frío, o disipación del calor para evitar la subida de la temperatura interna, se ven desbordados. Los efectos de las exposiciones a ambientes calurosos más importantes son el golpe de calor, los desmayos, la deshidratación, etc. En cuanto a los efectos por exposición a ambientes muy fríos destacan como más importantes la hipotermia y la congelación.

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