Como ya hemos señalado, la carga que supone la realización de una determinada tarea viene determinada por la relación entre las exigencias de esa tarea y la capacidad de respuesta del individuo que la realiza. Centrándonos en la carga mental, las exigencias de la tarea están en función, fundamentalmente, de la información que debe tratarse en el puesto de trabajo, es decir, de la información que el individuo recibe en su puesto de trabajo y a la que debe dar respuesta. Pero además, estas exigencias van a estar determinadas también por otra serie de factores del entorno de trabajo, como determinados factores del ambiente físico, factores psicosociales y de la organización del trabajo, y factores relacionados con el diseño del puesto. Por otro lado, la capacidad de respuesta del trabajador en tareas en las que predomina la actividad mental estará en función de ciertas características individuales y factores extralaborales que pueden estar afectándole en un momento dado.
1) Exigencias de la tarea
Las exigencias de la tarea, cuando se trata de trabajos eminentemente mentales o intelectuales, están determinadas por los siguientes factores:
El contenido del trabajo hace referencia a las exigencias de la tarea propiamente dichas, que dependen fundamentalmente de la información que el trabajador maneja en su puesto de trabajo, información que recibe y a la que debe dar respuesta. Dicho de otro modo, un trabajo intelectual implica que el cerebro recibe unas señales o estímulos a los que debe dar respuesta, lo que supone una actividad cognitiva, que en Psicología se conoce como procesamiento de la información, y que consta, de una manera muy esquemática, de las siguientes fases:
— Detección de la información
— Identificación, decodificación e interpretación de dicha información
— Elaboración de las posibles respuestas y elección de la más adecuada
— Emisión de la respuesta.
En todo puesto de trabajo se reciben una serie de señales que pueden ser muy diversas (órdenes de trabajo, indicadores, documentos, etc.) y que tenemos que percibir e interpretar correctamente para realizar una acción u operación determinada. Las señales se reciben principalmente a través de los sentidos, y pueden ser múltiples y variadas, según el trabajo que se realice (por ejemplo, un mecánico oye el sonido de un motor, huele los olores que desprende un coche, nota cómo ajustan las piezas). Esta sería la fase de detección de la información. A continuación, el cerebro interpreta esta información (por el ruido que hace, interpreta que el motor no funciona bien, o si huele a quemado, interpreta que falta aceite, etc.) y decide la respuesta, es decir, la acción más adecuada. Finalmente, se lleva a cabo esa acción. En función de este proceso de tratamiento al que el cerebro somete a la información con la que trabaja, para analizar las exigencias mentales derivadas del contenido de la tarea en un puesto determinado puesto de trabajo, deberemos tener en cuenta distintos tipos de exigencias, relacionadas con:
— La información recibida: Cantidad y calidad de las señales que llegan, dispersión de las señales, diversidad de fuentes de las que proceden esas señales, variabilidad de los canales sensoriales a través de los cuales se perciben, etc.
— El análisis de dicha información: Profundidad de elaboración de la información que se requiere, complejidad de los razonamientos, grado en que hay que recurrir a la memoria para realizar la tarea, etc. — La respuesta: Rapidez de respuesta exigida, complejidad de dicha respuesta, libertad en la toma de decisiones, número de alternativas entre las que se ha de seleccionar la respuesta, etc. Además, el contenido del trabajo va a depender también del factor tiempo, cuya incidencia sobre la carga mental hay que considerar desde dos puntos de vista:
— La cantidad de tiempo de que se dispone para elaborar la respuesta.
— La cantidad de tiempo durante el cual debe mantenerse la atención. El tiempo de que se dispone para elaborar la respuesta está relacionado con el ritmo de trabajo. Si se ha de trabajar deprisa (por estar sometido al ritmo de una máquina, para responder a una gran afluencia de público, para alcanzar unos determinados objetivos, etc.) el esfuerzo para dar la respuesta adecuada es mayor que si ésta puede ser considerada con más detenimiento. El tiempo durante el cual debe mantenerse la atención está relacionado con la posibilidad de hacer pausas o con la posibilidad de alternar con otros puestos cuando el trabajo exige un mantenimiento constante de la atención, de manera que sea posible la recuperación de la fatiga.
Las exigencias de la tarea, además de por el contenido de trabajo, van a estar determinadas también por una serie de factores relacionados con las condiciones ambientales en las que se realiza la tarea, es decir, por factores como el ruido, las vibraciones, la iluminación, la temperatura, etc., del entorno de trabajo. Es necesario contemplar estos factores como determinantes de la carga mental de trabajo, pero fundamentalmente desde un punto de vista ergonómico. Es decir, las condiciones ambientales nos van a interesar no tanto por su posible contribución a la producción de accidentes o enfermedades profesionales, como por la incomodidad y la interferencia que producen en las actividades desarrolladas por los trabajadores. El ruido, las vibraciones, la temperatura, etc., aún cuando se presenten a intensidades bajas, que no van a producir enfermedades o accidentes profesionales, pueden generar cierto grado de incomodidad en los trabajadores expuestos, y producir distracciones, dificultades de concentración, etc., que hacen que en ocasiones estos factores ambientales se conviertan en factores importantes de carga mental.
También determinados factores psicosociales y factores relacionados con la organización del trabajo, influyen de forma considerable sobre la carga mental de un determinado puesto de trabajo. En este sentido, los factores relacionados con la organización del tiempo de trabajo, como el ritmo de trabajo, la duración de la jornada, o el número, la duración y la distribución de las pausas, ejercen una influencia fundamental sobre la carga mental de trabajo. También factores como las relaciones laborales, las posibilidades de comunicación, el tipo de liderazgo, etc. influyen sobre la carga mental que a un trabajador le puede suponer la realización de su trabajo.
Finalmente, el esfuerzo que, desde el punto de vista mental, plantea la realización de una determinada tarea, va a estar condicionado también por factores relacionados con el acondicionamiento físico del puesto de trabajo, es decir, por ciertos aspectos de diseño del puesto. Factores como la adaptación del mobiliario y del espacio físico, y el grado de comodidad o incomodidad que suponen para el trabajador, influyen sobre las exigencias mentales. Pero los factores de diseño del puesto que más van a influir sobre la carga mental son todos los que tienen que ver con las formas y soportes de presentación de la información que el trabajador tiene que manejar en su puesto de trabajo. La forma de presentar la información, (por ejemplo, la legibilidad de los documentos, la definición de las pantallas), determina los procesos de detección, discriminación e interpretación de los datos a manejar, y por lo tanto las exigencias de la tarea.
Hasta aquí hemos considerado los factores relacionados con el trabajo, es decir, con las exigencias que plantea la tarea. Pero como ya hemos dicho, para unas mismas exigencias, la carga va a depender de determinadas características del trabajador. Esto quiere decir que para valorar la carga mental de trabajo es necesario tener en cuenta también al individuo que realiza el trabajo, y en concreto, su capacidad de respuesta. Esta capacidad de respuesta depende tanto de ciertas características individuales del trabajador como de sus condiciones extralaborales. Las personas tenemos una capacidad de respuesta limitada, que está en función de factores como la edad, el estado de salud y fatiga, el aprendizaje, la experiencia, la motivación, el interés por la tarea, etc. Además, algunas condiciones extralaborales, como la existencia o no de problemas familiares, sociales, enfermedades no relacionadas con el trabajo, tensiones, etc., influyen también sobre la capacidad de respuesta de la persona en un momento dado. La interacción entre todos estos factores, es decir, las relaciones recíprocas que se establecen entre las exigencias mentales que plantea una tarea, (en función del contenido de trabajo, de las condiciones ambientales en que se realiza, de los factores psicosociales y de organización, y de los aspectos del diseño del puesto) y la capacidad de respuesta del trabajador en cada momento (determinada por sus características individuales y por sus condiciones extralaborales), va a tener repercusiones tanto sobre el rendimiento del individuo en el trabajo, como sobre el propio individuo.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
No hay comentarios:
Publicar un comentario