La Ley 31 del 8 de Noviembre de 1995 sobre Prevención de Riesgos Laborales, en
su capítulo III, artículo 16, punto 1º, establece la obligación del empresario de evaluar
los riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores:
“La acción preventiva de la empresa se planificará por el empresario a partir de una
evaluación inicial de los riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores, que
se realizará, con carácter general...”
“La evaluación será actualizada cuando cambien las condiciones de trabajo y, en
todo caso, se someterá a consideración y se revisará, si fuera necesario, con ocasión
de los daños para la salud que se hallan producido...” “...el empresario realizará controles
periódicos de las condiciones de trabajo y de la actividad de los trabajadores en
la prestación de sus servicios.”
Para evaluar el estrés laboral hay que tener en cuenta los estresores potenciales
de la organización, constituidos por las condiciones físicas y psicosociales del
trabajo; además determinadas características individuales, que pueden ser percibidos
por los trabajadores como amenazas a su seguridad, desarrollo laboral
y/o bienestar físico o psíquico, y los efectos del estrés que en este caso se traducirán
en decremento de la productividad, incremento de la rotación, absentismo
y accidentes, y costes derivados de la pérdida de salud.
El estrés no puede estudiarse aislado de la percepción del propio sujeto, porque depende
directamente de ella, y la percepción de los estresores de ámbito socioambiental está
influyendo sobre la forma de percibir los estresores de ámbito laboral y viceversa.
Por tanto, si se investiga el estrés laboral hay que investigar la percepción de los
estresores a los que puede estar expuesto el trabajador. También hay que analizar
aquellos aspectos que puedan estar actuando como elementos moduladores de la reacción de estrés. Tampoco se deberá dejar de analizar la respuesta de estrés en sí misma,
y para acercarnos a ella no podemos sino determinarla a través de los diferentes indicadores
electrofisiológicos y bioquímicos que nos notifican los cambios orgánicos
que se producen, y las medidas psicológicas que informan del estado de ánimo, la percepción
somática y el nivel de activación. Por último, habrá que constatar los posibles
efectos de la respuesta de estrés a nivel de la conducta de los sujetos. Debido a
la complejidad de factores implicados en la generación de estrés no existe, un instrumento
único con el que evaluarlo, sino que es necesario utilizar diferentes métodos
para así poder evaluar tanto estresores como moduladores, respuestas de estrés y efectos
en las dos vertientes, individual y organizacional.
Entre los métodos utilizados en la evaluación están:
— Listas de chequeo que tratan de ofrecer una visión genérica de los distintos
ámbitos de una organización que pueden ser origen de estrés, y de los posibles
estresores que en ella se podrían encontrar. La ventaja de su aplicación es que
no hacen falta conocimientos especializados, siendo muy recomendables para
que los propios trabajadores las utilicen para controlar su puesto de trabajo.
— Cuestionarios y escalas sobre el estrés en el lugar de trabajo que permiten
obtener datos sobre la forma en que los trabajadores perciben sus condiciones
de trabajo.
— Inventarios sobre las características personales así como cuestionarios y
escalas sobre las formas de afrontamiento en las que se evalúa diferentes
estrategias de afrontamiento ante un acontecimiento estresante.
— Indicadores bioquímicos en los que se mide de forma directa la activación
autonómica. Se realizan análisis hormonales de muestras de orina y sangre,
recogidas a menudo en cortos intervalos y en diferentes horas del día.
— Indicadores electrofisiológicos: son medidas indirectas de la actividad
autonómica ya que dicha activación induce a cambios de numerosos parámetros
biológicos en varios niveles sistémicos del organismo; estos cambios
pueden ser detectados mediante registros electrofisiológicos.
Entre los parámetros fisiológicos que se ha demostrado que son sensibles a la experiencia
del estrés estarían las reacciones del sistema cardiovascular, de los músculos,
de la piel, del sistema gastrointestinal, la temperatura y la dilatación de la pupila del
ojo y la actividad eléctrica del cerebro. El avance tecnológico actual ha conseguido la
fabricación de equipos monitorizados y portátiles, que permiten el registro de un
determinado patrón de respuesta psicofisiológica de un sujeto.
Los cuestionarios sobre problemas de salud que reflejan las alteraciones neurovegetativas
y hormonales causadas por el estrés, entre las que se incluyen escalas de síntomas
psicosomáticos.
El conocimiento y la evaluación del estrés laboral va a permitir la elaboración de
programas y estrategias de intervención para la prevención y el manejo del mismo.
La Ley 31/1955 de Prevención de Riesgos en su capítulo I, artículo 4, 1º, define la
prevención como “el conjunto de actividades o medidas adoptadas o previstas en
todas las fases de actividad de la empresa con el fin de evitar o disminuir los riesgos
derivados del trabajo”.
Al igual que las causas del estrés son múltiples, no existe para reducir el estrés una
única medida preventiva, sin embargo se ha de contar con la elaboración de estrategias
dirigidas a la situación de trabajo y a la persona:
— Eliminar o modificar la situación productora de estrés.
—Adaptar el trabajo a la persona.
— Vigilancia de la salud.
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Laboral de EE.UU. (N.I.O.S.H.) basándose
en experiencias y recomendaciones suecas, holandesas y de otros países, establece
las siguientes medidas preventivas en los lugares de trabajo:
— Horario de trabajo:
Diseñar los horarios de trabajo de manera que eviten conflictos con las exigencias
y responsabilidades externas al trabajo. Los horarios de los turnos
rotatorios deben ser estables y predecibles.
— Participación/control:
Dejar que los trabajadores aporten ideas a las decisiones o acciones que afecten
a su trabajo.
— Carga de trabajo:
Comprobar que las exigencias de trabajo sean compatibles con las capacidades
y recursos del trabajador y permitir su recuperación después de tareas
físicas o mentales particularmente exigentes.
— Contenido:
Diseñar las tareas de forma que confieran sentido, estímulo, sensación de plenitud
y la oportunidad de hacer uso de las capacitaciones.
— Papeles:
Definir claramente los papeles y responsabilidades en el trabajo.
— Entorno social:
Crear oportunidades para la interacción social, incluidos el apoyo moral y la
ayuda directamente relacionados con el trabajo.
— Futuro:
Evitar la ambigüedad en temas de estabilidad laboral y fomentar el desarrollo
de la carrera profesional.
Para prevenir el estrés se ha de empezar a intervenir en la fase de diseño, teniendo
en cuenta todos los elementos del puesto, integrando el entorno físico y social y sus
posibles repercusiones para la salud.
La prevención del estrés laboral ha de pasar por la intervención a nivel organizacional;
la intervención de tipo clínico a nivel individual de reducción del estrés o sus
consecuencias, puede ser útil en algunos casos, pero no siempre es la solución más
eficaz y adecuada para prevenirlo.
Las intervenciones pueden y deben dirigirse hacia la estructura de la organización,
estilo de comunicación, procesos de formulación de decisiones, funciones de trabajo,
ambiente físico y métodos para capacitar a los trabajadores.
La base para reducir el estrés, consiste en mejorar las comunicaciones, aumentar la
participación de los trabajadores en las decisiones respecto al trabajo y mejorar las
condiciones ambientales; también debe considerarse la variedad y estimulación en las
tareas de trabajo.
Un aspecto importante para la prevención del estrés es el aumento del apoyo social en
las organizaciones, favoreciendo la cohesión de los grupos de trabajo y formando a los
supervisores para que adopten una actitud de ayuda con los subordinados, ya que el apoyo
social, no sólo reduce la vulnerabilidad al estrés sino también sus efectos negativos.
Es necesaria una estrategia integrada de promoción de la salud teniendo por objeto
responder a las necesidades de los trabajadores y por tanto de la organización en la
que éstos se encuentran inmersos.
El estrés negativo no es de ninguna utilidad y no comporta ninguna ventaja. De ahí
que toda estrategia global de la salud en el medio de trabajo debe tender a reducirle.
Considerando que el estrés es uno de los principales riesgos para la salud y la seguridad,
sería prudente incluir indicadores del mismo en la vigilancia de la salud laboral.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que la inversión en prevención del estrés
es mínima en comparación con el ahorro de costes y fuente de ingresos que todo esto
supone, situándose la empresa en una situación ventajosa frente a la competencia.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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