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miércoles, 25 de julio de 2012

MOBBING O ACOSO LABORAL: DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS


“ EN LAS SOCIEDADES DE NUESTRO MUNDO OCCIDENTAL ALTAMENTE INDUSTRIALIZADO, EL LUGAR DE TRABAJO CONSTITUYE EL ÚLTIMO CAMPO DE BATALLA EN EL QUE UNA PERSONA PUEDE MATAR A OTRA SIN NINGÚN RIESGO DE  LLEGAR A SER PROCESADA ANTE UN TRIBUNAL”.

( Heinz Leymann)



 “La civilización nos ha llenado el estómago y nos ha vaciado el corazón”.    (Miguel Delibes)


Me instalaron en un despacho cerca de la cocina; me hostilizaron en todas las formas hasta negarme el papel de escribir. Ya comenzaba a llegar a las puertas del edificio de la embajada la ola de los indeseables: combatientes heridos, juristas y escritores, profesionales que habían perdido sus clínicas, obreros de todas las especialidades. Como se abrían paso contra viento y marea hasta mi despacho, y como mi oficina estaba en el cuarto piso, idearon algo diabólico: suspendieron el funcionamiento del ascensor. Muchos de los españoles eran heridos de guerra y sobrevivientes del campo africano de concentración, y me desgarraba el corazón verlos subir penosamente hasta mi cuarto piso, mientras los feroces funcionarios se solazaban con mis dificultades.

( Confieso que he vivido, PABLO NERUDA )




El acoso laboral o mobbing se define como toda conducta abusiva que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad física o psíquica de una persona, poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de trabajo, con unos objetivos predeterminados:

— Afán de destruir (acoso gratuito o perverso).

— Forzar una baja o renuncia (acoso económico)

— Crear competencia interna en la plantilla para mejora su productividad (acoso estratégico)



 Leymann lo definía de la siguiente manera: aquellas situaciones en las que una persona o grupo de personas ejercen un conjunto de comportamientos caracterizados por una violencia psicológica extrema, de forma sistemática (al menos una vez por semana), durante un periodo prolongado (más de seis meses), sobre otra persona en el lugar de trabajo. 



Para que pueda hablarse de mobbing deben darse todas y cada una de las características enunciadas:

— Acciones agresivas físicas o psicológicas.

— Carácter sistemático, muchas veces de forma muy sutil y difícil de advertir.

 — Prolongado en el tiempo, pero sin necesidad de ceñirse a los plazos señalados por Leymann.

— Con un objetivo final.



Por todo ello se diferencia de otras conductas laborales como puede ser el estrés (no hay acosador y es una situación interna), el conflicto (disparidad de opiniones o criterios), el maltrato de la dirección o del mando (éste es a la vista e igual para todos, mientras el acoso es oculto y/o afecta a personas individualmente), las agresiones esporádicas (no existe la repetición), las malas condiciones de trabajo (no existe intencionalidad, sólo se podría considerar acoso si esas malas condiciones afectaran únicamente a un trabajador), la sobrecarga de trabajo (a no ser que sea discrecional y con el fin de acabar con la moral del trabajador), las coacciones profesionales (no son acoso siempre y cuando se trate de medidas legalmente recogidas en el contrato o el convenio de aplicación).



El acoso se produce en mayor medida en empresas muy burocratizadas, aunque influyen no sólo factores organizativos sino factores psicológicos de los integrantes de cada organización. La incidencia es mayor en el ámbito sanitario (hospitales), educativo (profesores), Ejército y Administración Pública (donde el acosador no se juega su patrimonio empresarial y los efectos negativos del mobbing para la empresa los paga toda la sociedad, además de ser difícil actuar contra el acosador debido a las dificultades para despedirle). Las formas en que se manifiesta son las siguientes:



-Ataques contra la situación profesional y personal del trabajador: 

— No se asigna ningún trabajo a la víctima

— Se replican sistemáticamente todas sus decisiones

— Se critica su trabajo injusta o exageradamente

— Se le dan constantemente tareas nuevas

— Se hace presión para que no haga valer sus derechos (permisos, horarios, primas)

— Se logra que no se promocione

— Se le atribuyen tareas incompatibles en contra de su voluntad

— Se la empuja al error.

— Se le asignan trabajos muy inferiores o superiores a sus posibilidades.



Ataques en las relaciones sociales:

 — No se vuelve a hablar con la víctima.

— Se le traslada a un lugar alejado de sus compañeros.

— No se le hace caso.

— Se interrumpe constantemente a la víctima.

— La comunicación con ella se hace por escrito.

— Se rechaza incluso el contacto visual con esa persona.

— La dirección rechaza cualquier petición de entrevista.

— Se ignora su presencia dirigiéndose únicamente a los demás.



Atentados contra la dignidad:

 — Se difunden rumores.

— Por detrás se habla mal de la víctima.

— Se le atribuyen problemas psicológicos.

— Se critica su vida privada.

— Se ataca su orientación política o religiosa.

— Se le atribuyen tareas humillantes.

— Se ridiculiza su origen o su nacionalidad.

— Se le injuria en términos obscenos o degradantes.



Violencia verbal, física o sexual: 

— Recibe amenazas de violencia física.

— Se le agrede físicamente, aunque de forma leve: se la empuja, se le cierra la puerta

— En las narices.

— Se invade su vida privada con llamadas telefónicas y cartas.

 — Se la acosa o agrede sexualmente.

— No se tienen en cuenta sus problemas

— Las consecuencias son nefastas, pero no recaen únicamente en el trabajador, también repercuten en la empresa y en su productividad.



Para el trabajador destacan las siguientes manifestaciones: 

— migrañas

— agotamiento

— sudoración

— problemas respiratorios y circulatorios

— alteración del sueño

— problemas cardíacos

— dolores de estómago

— vértigos

— manía persecutoria

 — llanto incontrolado

— depresión

— hipersensibilidad

— tendencias suicidas



Para las empresas las consecuencias son las siguientes: 

— coste de las bajas por incapacidad.

 — coste sustitución y formación de otro trabajador

— indemnizaciones por despido o pensiones por incapacidad.

— pérdida de confianza de otros empleados

— imagen en los medios de comunicación



Los tipos de acoso son los siguientes: 

— Tipo ascendente:

 Es un subordinado o grupo de los mismos quien arremete a un superior jerárquico (frecuente en casos de ascensos cuando un trabajador tiene que dirigir a sus antiguos compañeros).

 — Tipo horizontal: 


Se produce entre compañeros de la misma categoría o rango jerárquico, y tienen su origen en situaciones de competencia insana por un ascenso, en el ataque a la persona débil con objeto de pasar el rato, etc.

— Tipo ascendente: 

La experiencia demuestra que es en este caso cuando las consecuencias son mucho más graves, ya que la víctima no dispone de recursos para poner fin a la situación. El acosador responde habitualmente a una tipología, entre la que destaca el narcisito, el paranoico, el miedoso que no soporta la competencia, el inseguro que intenta imponer la autoridad de forma agresiva para cubrir sus limitaciones e incompetencias, el irascible con frecuentes cambios de humor, el frustrado que lleva todos sus complejos al ámbito laboral, el envidioso que trata de impedir que alguien sea mejor que él, etc. Igualmente responde a cierta tipología la víctima: las personas demasiado competentes, los que se resisten a las imposiciones injustificadas de jefes tiránicos, las personas menos eficaces por su falta de capacidad o lentitud a la hora de desarrollar sus funciones, las personas psicológicamente más débiles, etc.




REFERENCIAS ON LINE: 







































ACOSO PSICOLÓGICO EN EL TRABAJO: MOBBING

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ARTÍCULO “Vampiros Emocionales. Personas Tóxicas”, de Rocío Galván:



Vivimos rodeados de personas tóxicas. Están por todas partes, en el trabajo, en nuestro círculo de amigos, incluso en nuestra familia.
Se suelen mostrar como personas maravillosas ofreciéndonos su amistad y compañerismo. Ellos se ven a sí mismos como “siempre buenos, justos y poseedores de la razón absoluta”. Cuando nuestras ideas, actitudes o necesidades no se corresponden con las suyas nos convertimos en el antagonista de la historia y comenzarán a comportarse como auténticos depredadores de nuestra energía, tratarán de anularnos y/o destruirnos. Suelen utilizar sutiles bromas e ironías para minar lentamente tu motivación y tratan de reducir tu estima y tu valor para que sus figuras aumenten.
En un principio seguramente tan solo nos provoquen malestar, pero se trata de individuos altamente nocivos que pueden destruir la confianza en nosotros mismos, alejarnos de nuestras metas y objetivos e incluso arruinar nuestras vidas.
Psicólogos y psiquiatras califican a estas personas tóxicas como vampiros emocionales que se alimentan de la energía que absorben a las personas que les rodean.
“La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llenan de cargas y frustraciones”Bernardo Stamateas, psicólogo y autor del libro “Gente Tóxica”
Por ello es fundamental identificar a este tipo de personas lo antes posible y actuar en consecuencia para mantenernos alejados de ellos. Es la única manera de evitar males mayores para  nuestra salud psíquica.
Tipos de Vampiros Emocionales (o gente tóxica)
Con el fin de poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrola en su libro “Gente tóxica” una lista con las distintas tipologías que adoptan estos individuos nocivos:
1.       Sociopsicópata
Es la variante más peligrosa de individuo tóxico.  Si tenemos la mala suerte de encontrarnos con una persona así, lo mejor que podemos hacer es alejarnos lo antes posible.
Se caracteriza por tener una alta autoestima, su palabra favorita es “yo”.  Engaña y manipula para conseguir lo que quiere. No le preocupan los sentimientos o derechos ajenos. Carecen del sentido de la responsabilidad y son incapaces de pedir disculpas.
¿Cómo reconocerlo? El rasgo más característico es que muy a menudo se contradirá. Además, si observas bien su rostro podrás percatarte de que no muestra ninguna expresión facial.
2.       Victimista
A este tipo de personas nada les parece suficiente. Pase lo que pase siempre se sienten maltratados por el mundo. Desprende negatividad por cada poro de su piel. Siempre verá el lado malo de cada situación con tanto resentimiento que no podrás evitar contagiarte con su pesimismo si lo escuchas.
¿Cómo reconocerlo? Su prisma de la vida es catastrofista. Todas las desgracias le suceden a ellos. Tienen gran facilidad para responsabilizar a los demás de sus “desgracias”. Buscan constantemente consuelo y se quejan de forma incesante (una y otra vez, sin cansarse) pero no hacen nunca nada para cambiar la situación. Se sienten más cómodos en su posición de lamentos y frustración.
Además, si tú les cuentas algo malo que te ha sucedido ellos siempre intentarán competir contigo tratando de explicarte que lo que le sucede es mucho más grave. Les encanta contar penas y no escuchan los consejos.
3.       Agresivo verbal
El insulto, el ninguneo y el menosprecio forman parte de esta personalidad.
“El agresivo verbal tendrá como objetivo hacerte sentir poca cosa, incapaz, débil e inseguro” señala Stamateas.
Siempre encuentra momentos para discutir y enfrentarse con violencia. Sus ataques suelen ser mordaces, ofensivos e intimidantes. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
Juega a que dudes de tus emociones. Un día se muestra maravilloso y le aprecias; al día siguiente te lanza un dardo envenenado, acabas desconcertado y le odias.
Este tipo de personas acaban solos y repudiados ya que son incapaces de mantener relaciones duraderas de ningún tipo.
4.       Mediocre
La apatía y la falta de motivación son los principales rasgos de estas personas tóxicas que, si bien es cierto que en un principio solo se hacen daño a sí mismos, pueden contagiar con su desidia incluso a las personas más abiertas y vitales.
La falta de metas le lleva a conformarse con una vida falta de estímulos.
Los mediocres pueden contaminar a las personas que están a su alrededor: sin que te des cuenta te harán ver la vida desde su perspectiva.
La mejor manera de sobrevivir a estas personas tóxicas es la resistencia. Desprenderse de ese espíritu de resignación que impregna este individuo tóxico.
5.       Arrogante presuntuoso
Este tipo de personas se creen perfectos. Son prepotentes hasta límites tan insospechados que resultan realmente pedantes. Son soberbios y vanidosos, con una confianza excesiva en todo lo que dicen y hacen. No aceptan la autocrítica porque nunca se equivocan y siempre tienen la verdad absoluta.
Su convicción de ser infalibles los conduce al fracaso con frecuencia.
¿Cómo reconocerlo? En las reuniones siempre compite por hacer resaltar su inteligencia e intenta convencer a quien le escucha de que es el más culto del lugar. Siempre intenta destacar y pocas veces escucha a su interlocutor, te darás cuenta que charlas con un arrogante presuntuoso cuando descubras una irónica mueca en su cara mientras le hablas, como si no tuvieras ni idea de lo que dices y él/ella tuviera siempre la respuesta correcta.
6.       Jefe autoritario
Un directivo así odia a los que cree inferiores, y boicotea a los que despuntan porque no soporta que nadie le supere. Es narcisista y arrogante.
Intenta controlar la libertad de sus empleados, llega a amenazarlos para reafirmar su dominio, y a insultarlos y despreciarlos públicamente.
Está obsesionado por el control y su tono de voz es intimidante. Suele ser acosador y violento, y se siente legitimado para descalificar a sus empleados.
7.       Chismoso. Cotilla
Se trata de un individuo especialmente tóxico que no dudará ni un instante en crear rumores destructivos para terminar con el prestigio de alguien que no le gusta o a quien envidia. Intenta dotar de elementos razonables a su bulo para que sea más creíble.Si compartes con esta persona un secreto lo utilizará en tu contra en cuento lo crea oportuno si eso le beneficia de algún modo.
Lo mejor es mantenerse alejado de personas como éstas a quienes les encanta sentirse escuchados ya que es una manera de ganar prestigio.
8.       Descalificador
Este tipo de personas disfruta menospreciando, manipulando y desestabilizando las emociones de sus víctimas.
Juega a ser tu amigo, pero su finalidad es controlar tu autoestima para poder desprestigiarte y humillarte delante de otras personas y así poder ser el centro de atención.
Debemos tener mucho cuidado con un individuo tóxico de esta magnitud. Si esto llega a suceder, podríamos incluso creer ciegamente que sus palabras y actos son por nuestro bien.
9.       Envidioso
Estos individuos tóxicos centran sus energías en fijarse cómo otros han conseguido sus objetivos y se obsesiona con los triunfos ajenos, sean de la índole que sean.
Puede llegar a tener una mente tan enfermiza que solo desea la destrucción de la persona a quien envidia.
Se envenenan con su continua desazón. Los chismes, la crítica y la desgana alimentan esta actitud tan corrosiva.
Los envidiosos no conciben el éxito de otras personas, no ven el esfuerzo, la constancia y el tiempo dedicado para llegar donde se han propuesto, sino que se ciegan por el brillo que desprenden a quienes envidian en vez de luchar por conseguir sus propias metas.
10.   Neurótico
Este tipo de personas tóxicas no solo se envenenan a sí mismos sino que contagian a todo el que está a su alrededor.
Vive imponiéndose metas que están fuera de su alcance, suelen ser fantasiosos, no escuchan los consejos ya que no soportan que alguien pueda saber más que ellos.
Suelen tener una conducta egoísta e infantil. Sufre de cambios de humor muy drásticos y siempre tratan de infundir culpa.
“Vivir con culpa es vivir en cadena perpetua”, asegura Stamateas.

Cómo actuar ante los Vampiros Emocionales (o gente tóxica)
Los especialistas sostienen que la mejor opción es huir de los vampiros psíquicos o emocionales.
“Poner límites a todo lo que nos frena no es una opción, es un derecho”, dice Bernardo Stamateas.
Se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestra vida. No debemos olvidar nunca que somos nosotros quienes tenemos el poder de decidir sobre nosotros mismos.
Algunos expertos, como el psicólogo clínico y consultor Juan Cruz, piensan que no existen personas tóxicas sino situaciones tóxicas, es decir, que el problema no proviene tanto de las personas como de las situaciones envenenadas a las que estamos expuestos. Por ello, todos podemos ser “venenosos” en algún momento de nuestra vida, como sostiene Cruz, aunque lo más importante es que podemos salir de una situación tóxica gracias a que la neuroplasticidad del cerebro permite crear nuevas conexiones neuronales que cambian la forma en la que una persona interpreta la realidad – explica Juan Cruz.
Antídotos contra los Vampiros Emocionales (o gente tóxica)
Para el psicólogo Juan Cruz hay antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
·     Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. “Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma”, explica Cruz.
·     Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
·     Abstracción: Todos somos libres de ‘cerrar la ventana’ de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
·     Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
·     Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
·     No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
·     Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia ‘desgracia’. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
·     Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.
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Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas

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