— Afán de destruir (acoso gratuito o perverso). — Forzar una baja o renuncia (acoso económico) — Crear competencia interna en la plantilla para mejora su productividad (acoso estratégico) — Acciones agresivas físicas o psicológicas. — Carácter sistemático, muchas veces de forma muy sutil y difícil de advertir. — Prolongado en el tiempo, pero sin necesidad de ceñirse a los plazos señalados por Leymann. — Con un objetivo final. — No se asigna ningún trabajo a la víctima — Se replican sistemáticamente todas sus decisiones — Se critica su trabajo injusta o exageradamente — Se le dan constantemente tareas nuevas — Se hace presión para que no haga valer sus derechos (permisos, horarios, primas) — Se logra que no se promocione — Se le atribuyen tareas incompatibles en contra de su voluntad — Se la empuja al error. — Se le asignan trabajos muy inferiores o superiores a sus posibilidades. — No se vuelve a hablar con la víctima. — Se le traslada a un lugar alejado de sus compañeros. — No se le hace caso. — Se interrumpe constantemente a la víctima. — La comunicación con ella se hace por escrito. — Se rechaza incluso el contacto visual con esa persona. — La dirección rechaza cualquier petición de entrevista. — Se ignora su presencia dirigiéndose únicamente a los demás. — Se difunden rumores. — Por detrás se habla mal de la víctima. — Se le atribuyen problemas psicológicos. — Se critica su vida privada. — Se ataca su orientación política o religiosa. — Se le atribuyen tareas humillantes. — Se ridiculiza su origen o su nacionalidad. — Se le injuria en términos obscenos o degradantes. — Recibe amenazas de violencia física. — Se le agrede físicamente, aunque de forma leve: se la empuja, se le cierra la puerta — En las narices. — Se invade su vida privada con llamadas telefónicas y cartas. — Se la acosa o agrede sexualmente. — No se tienen en cuenta sus problemas — Las consecuencias son nefastas, pero no recaen únicamente en el trabajador, también repercuten en la empresa y en su productividad. — migrañas — agotamiento — sudoración — problemas respiratorios y circulatorios — alteración del sueño — problemas cardíacos — dolores de estómago — vértigos — manía persecutoria — llanto incontrolado — depresión — hipersensibilidad — tendencias suicidas — coste de las bajas por incapacidad. — coste sustitución y formación de otro trabajador — indemnizaciones por despido o pensiones por incapacidad. — pérdida de confianza de otros empleados — imagen en los medios de comunicación — Tipo ascendente: Es un subordinado o grupo de los mismos quien arremete a un superior jerárquico (frecuente en casos de ascensos cuando un trabajador tiene que dirigir a sus antiguos compañeros). — Tipo horizontal: Se produce entre compañeros de la misma categoría o rango jerárquico, y tienen su origen en situaciones de competencia insana por un ascenso, en el ataque a la persona débil con objeto de pasar el rato, etc. — Tipo ascendente:
REFERENCIAS ON LINE:
ACOSO PSICOLÓGICO EN EL TRABAJO: MOBBING
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ARTÍCULO “Vampiros Emocionales. Personas Tóxicas”, de Rocío Galván:
Vivimos rodeados de personas tóxicas. Están por todas partes, en el trabajo, en nuestro círculo de amigos, incluso en nuestra familia.
Se suelen mostrar como personas maravillosas ofreciéndonos su amistad y compañerismo. Ellos se ven a sí mismos como “siempre buenos, justos y poseedores de la razón absoluta”. Cuando nuestras ideas, actitudes o necesidades no se corresponden con las suyas nos convertimos en el antagonista de la historia y comenzarán a comportarse como auténticos depredadores de nuestra energía, tratarán de anularnos y/o destruirnos. Suelen utilizar sutiles bromas e ironías para minar lentamente tu motivación y tratan de reducir tu estima y tu valor para que sus figuras aumenten.
En un principio seguramente tan solo nos provoquen malestar, pero se trata de individuos altamente nocivos que pueden destruir la confianza en nosotros mismos, alejarnos de nuestras metas y objetivos e incluso arruinar nuestras vidas.
Psicólogos y psiquiatras califican a estas personas tóxicas como vampiros emocionales que se alimentan de la energía que absorben a las personas que les rodean.
“La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llenan de cargas y frustraciones”Bernardo Stamateas, psicólogo y autor del libro “Gente Tóxica”
Por ello es fundamental identificar a este tipo de personas lo antes posible y actuar en consecuencia para mantenernos alejados de ellos. Es la única manera de evitar males mayores para nuestra salud psíquica.
Tipos de Vampiros Emocionales (o gente tóxica)
Con el fin de poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrola en su libro “Gente tóxica” una lista con las distintas tipologías que adoptan estos individuos nocivos:
Cómo actuar ante los Vampiros Emocionales (o gente tóxica)
Los especialistas sostienen que la mejor opción es huir de los vampiros psíquicos o emocionales.
“Poner límites a todo lo que nos frena no es una opción, es un derecho”, dice Bernardo Stamateas.
Se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestra vida. No debemos olvidar nunca que somos nosotros quienes tenemos el poder de decidir sobre nosotros mismos.
Algunos expertos, como el psicólogo clínico y consultor Juan Cruz, piensan que no existen personas tóxicas sino situaciones tóxicas, es decir, que el problema no proviene tanto de las personas como de las situaciones envenenadas a las que estamos expuestos. Por ello, todos podemos ser “venenosos” en algún momento de nuestra vida, como sostiene Cruz, aunque lo más importante es que podemos salir de una situación tóxica gracias a que la neuroplasticidad del cerebro permite crear nuevas conexiones neuronales que cambian la forma en la que una persona interpreta la realidad – explica Juan Cruz.
Antídotos contra los Vampiros Emocionales (o gente tóxica)
Para el psicólogo Juan Cruz hay antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
· Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. “Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma”, explica Cruz.
· Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
· Abstracción: Todos somos libres de ‘cerrar la ventana’ de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
· Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
· Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
· No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
· Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia ‘desgracia’. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
· Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.
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Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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