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domingo, 29 de julio de 2012

SISTEMA DE GESTIÓN DE LA PREVENCIÓN



En respuesta al modelo reactivo de gestión de la prevención anteriormente descrito y ante accidentes muy serios producidos en Europa, se empezó a crear un movimiento que, por una parte, propugnaba una gestión activa de la prevención, y por otra, establecía los principios para la elaboración de una legislación que fijara objetivos generales y se basase en el principio general del deber del empresario de protección de los trabajadores frente a los riesgos laborales. Este movimiento, gestado básicamente en Inglaterra, tuvo como exponente el informe de Lord Robens de 1972, que sirvió de base para la Ley Británica de Seguridad y Salud en el Trabajo de 1974. Refiriéndose al estado de la legislación en prevención, Lord Robens dice “La legislación actual sigue un estilo y un modelo desarrollado en un contexto anterior social y tecnológicamente diferente. Su desarrollo a trozos ha conducido a una abundancia de legislación que es complicada por su detalle, no progresista, a veces difícil de entender y difícil de modificar y mantener al día. Pone poca atención en los factores humanos y de organización a la hora de prevenir accidentes, no cubre a todos los trabajadores y no trata de una forma global y eficaz con algunas fuentes de serios peligros”. 




Robens, basándose en su experiencia personal en la minería, era un firme defensor de la implicación y participación de los trabajadores en los sistemas de gestión de la prevención. También defendía los que denominaba “autoregulación”. Este concepto que hoy entendemos como “cultura de seguridad” propugna que los empresarios, comprometidos con la prevención y mediante la consulta y participación de sus trabajadores, identifiquen peligros, evalúen los riesgos e implanten medidas preventivas. Para lograrlo se debía crear un marco nacional de leyes y normas, desarrolladas con la colaboración de todas las partes implicadas. Todos estos criterios sirvieron para dar un revolucionario cambio, el primero en 150 años, a la legislación inglesa de seguridad y salud en el trabajo. La Ley de 1974 fijó un conjunto de objetivos generales, estableció la necesidad de la evaluación de riesgos y la eliminación o disminución de los riesgos hasta un nivel “lo más bajo razonablemente posible”. Sin duda estos principios han influenciado a los restantes estados de la Unión Europea a la hora de elaborar la nueva legislación comunitaria de seguridad y salud, específicamente la Directiva Marco 89/391/CEE.

En cuanto a la gestión activa de la prevención, Robens se dio cuenta que las empresas con unos índices excelentes de seguridad, tanto en el Reino Unido como en otros países, tenían su propia política de prevención de riesgos laborales en la que se establecían sus objetivos de seguridad y salud, así como una organización eficaz en la que estaban definidas responsabilidades individuales. Esta forma de actuación está presente en los nuevos sistemas activos de gestión de la prevención de riesgos laborales. El primer objetivo que debe plantearse un sistema activo de prevención es intervenir, a priori, en un hipotético proceso de causas de los accidentes con el fin de romper la cadena causal, es decir, se trata de detectar y eliminar los fallos latentes y los activos. Para ello, ha de seguirse un proceso continuo que comprende:

— Identificación de peligros

— Evaluación de los riesgos

— Control de los riesgos

— Comprobación periódica de las medidas de control

Complementariamente a este objetivo, un sistema activo de prevención ha de comprender muchas otras actuaciones. En primer lugar hay que planificar la prevención que implica, entre otras cosas, priorizar la actividad preventiva asignando los recursos precisos, establecer y llevar a cabo las necesidades de formación y elegir las metodologías adecuadas para la evaluación de riesgos, determinando, a veces, los criterios para la definición del riesgo tolerable. La prevención ha de integrase en todas las actividades y decisiones que se adopten dentro de la empresa y ha de considerarse como una parte de la toma diaria de decisiones.

Se debe establecer una estructura organizativa y un sistema de comunicación que facilite el proceso de integración de la prevención dentro del proceso general de gestión de la empresa. Dicho sistema ha de ser capaz de asegurar que todos los miembros de la organización están plenamente informados sobre los temas preventivos. Recordamos los fundamentos de una gestión activa de la prevención, y que son: la identificación de los peligros, la evaluación y control de los riesgos, así como la adopción de las medidas necesarias para asegurar que existen normas y procedimientos, formación, participación, y lo más importante, un verdadero compromiso para eliminar o reducir los riesgos. Todo ello implica establecer en la empresa una política de prevención que defina metas y objetivos, planificar e integrar la actividad preventiva, estableciendo buenos canales de comunicación en ambos sentidos y una estructura de decisión que sea responsable de los elementos clave del sistema de gestión. En particular, debe medirse el cumplimiento de la política, tanto mediante auditorías con el fin de ver lo que realmente está ocurriendo, como midiendo resultados con el fin de comprobar si se consigue reducir los daños a la salud y si se controlan los riesgos.



Los elementos clave para lograr el éxito en la gestión de la prevención de riesgos laborales son:

— Política: 

Las organizaciones que alcanzan altos niveles de salud y seguridad, tienen definida una política preventiva que contribuye a la ejecución de su negocio a la vez que atiende sus responsabilidades con los trabajadores y el medio ambiente, cumpliendo con la legislación vigente en dichos ámbitos. De esta forma satisfacen las aspiraciones de los accionistas, trabajadores, clientes y de la sociedad en su conjunto. Dicha política es económicamente rentable y está dirigida a conseguir la conservación y el desarrollo de los recursos físicos y humanos, así como a reducir las pérdidas, tanto financieras como por responsabilidades legales. La política preventiva influye en todas las actividades y decisiones, incluyendo aquéllas relacionadas con la selección de recursos, información, diseño y funcionamiento de los sistemas de trabajo, diseño y suministro de productos y servicios, así como el control y la destrucción de los residuos.

— Organización: 

Dichas organizaciones están estructuradas y funcionan de modo que pueden poner en práctica, de forma efectiva, su política preventiva. Se ayudan mediante la creación de una cultura positiva que asegura la participación y el compromiso a todos los niveles, apoyándose en sistemas de comunicación eficaces y en la promoción de las aptitudes que permitan a todos los trabajadores hacer una contribución responsable e informada al esfuerzo preventivo. Es imprescindible el compromiso y el liderazgo visible y activo de la alta dirección para desarrollar y mantener el apoyo a una cultura preventiva. Su finalidad no es simplemente evitar daños a la salud, sino motivar y facultar a los trabajadores para que realicen su función con seguridad.

— Planificación:

 Para la implantación de su política, esas organizaciones adoptan un modo de actuación planeado y sistemático. Su intención es eliminar y minimizar los riesgos creados por las actividades laborales, productos y servicios. Utilizan la evaluación de riesgos para establecer prioridades y fijar objetivos con el fin de eliminarlos o reducirlos. Miden sus actuaciones preventivas estableciendo procedimientos y comparándolos con ellos e identifican las acciones necesarias para promover una cultura preventiva . Eliminan los riesgos en el origen, siempre que sea posible, mediante un cuidadoso diseño y selección de lugares de trabajo, equipos y procesos o minimizan aquéllos mediante el uso de medidas colectivas de control. Cuando no es posible, para controlar los riesgos, se utilizan instrucciones operativas de trabajo y equipos de protección individual.

— Medición de las actuaciones:

 Las organizaciones que gestionan con éxito la prevención de riesgos laborales, comprueban la eficacia de sus actuaciones en este ámbito mediante su comparación con normas previamente definidas. De este modo se detecta cuándo y dónde se necesita mejorar las actuaciones. El éxito de una acción dirigida a controlar riesgos se evalúa mediante una autocomprobación activa que incluye un examen, tanto de los lugares de trabajo, equipos y substancias, como de los procedimientos y sistemas de trabajo. Los errores de gestión se evalúan a través de una comprobación reactiva que requiere la investigación a fondo de cualquier incidente, accidente o enfermedad laboral. Tanto en las comprobaciones activas como en las reactivas, los objetivos no son sólo determinar las causas inmediatas de las actuaciones fuera de normas, sino (y lo más importante) identificar las causas básicas y sus implicaciones para el funcionamiento del sistema de gestión de la prevención de riesgos laborales.

— Auditoría y revisión de las actuaciones: 

Un elemento importante en una gestión eficaz de la prevención es aprender de todas las experiencias pertinentes y aplicar las lecciones aprendidas. Es preciso realizarlo de forma sistemática mediante revisiones regulares de las actuaciones basadas en datos, tanto de actividades de comprobación como de auditorías del conjunto del sistema de gestión de la prevención. El compromiso para una mejora continua en la acción preventiva implica el constante desarrollo de la política, de los criterios para su implantación y de las técnicas de control de los riesgos. Las organizaciones que alcanzan altos niveles de salud y seguridad evalúan sus actuaciones en estas materias comparándolas con parámetros internos de referencia y mediante comparación con los logros obtenidos por sus competidores.



Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas

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