En el principio de toda organización encontramos siempre una o varias personas:
el fundador o los fundadores. Su peso en la cultura organizativa es fundamental. Las
razones son varias. En primer lugar, el fundador es una persona con una gran determinación.
Le mueve un impulso. Todo su esfuerzo se centra en el logro de la idea o
misión de la organización. Se rodea de varias personas que le asisten en su tarea fundacional,
formando un grupo de trabajo bajo su guía.
A medida que se forma el grupo
se desarrolla la cultura. El fundador infunde sus creencias al grupo, abarcando todas
las esferas de la realidad: sobre la relación del hombre con la naturaleza, sobre la verdad,
sobre la naturaleza humana, etc. Así surge la cultura organizativa.
El fundador inicia su presencia en la organización desde una posición de superioridad,
disponiendo de una amplia base de poder. En el caso más favorable, dispone
del poder económico - que permite imponer sanciones y conceder premios -, de la
autoridad legítima para emitir directrices, del liderazgo del emprendedor y su poder
de arrastre, y de la pericia del que conoce bien un campo de actividad económica. Por
ello se sitúa en una posición privilegiada para influir en el grupo de colaboradores.
El fundador tiene la última palabra en la organización, especialmente en la fase
fundacional. Impone sus criterios, tras los cuales se ocultan sus creencias.
Schein distingue varias vías a través de las cuales el fundador y, en general, el líder,
configura la cultura de la organización:
a) Las declaraciones oficiales sobre la filosofía de la organización, sus estatutos, el
material utilizado en la selección, el reclutamiento y la socialización del personal.
b) El diseño de las instalaciones, la distribución de las oficinas, las fachadas, etc.
c) Las enseñanzas e instrucciones impartidas por el líder.
d) Los sistemas para la asignación de premios y de status: antigüedad, arrojo, lealtad,
etc.
e) Las historias, las leyendas y las anécdotas sobre el fundador y otras personas
claves.
f) Las cosas a las que el líder presta atención, mide y controla: la calidad, la puntualidad,
la imagen, el trato, la colaboración, etc.
g) El modo en que el líder reacciona ante las situaciones críticas, puesto que en
esas situaciones afloran las creencias más profundas del mismo.
h) El diseño de la estructura organizativa: teletrabajo, centralización o descentralización,
etc.
i) Los sistemas y procedimientos de organización: los sistemas de información, el
contenido de la información, la periodicidad, los destinatarios, etc.
j) Los criterios para el reclutamiento, la selección, la promoción, el despido, etc.
El sistema de creencias del fundador está estrechamente ligado a la estructura de
su personalidad. Muchos fundadores tienen personalidades que combinan cualidades
extraordinariamente valiosas - determinación, creatividad, arrojo, etc. - y pequeñas o
grandes deformaciones psicológicas.
Este aspecto ha sido estudiado por Kets de Vries
y Millar, que han distinguido cinco tipos de personalidad, con las siguientes características:
— Paranoide: Suspicacia y desconfianza en los demás, siempre alerta ante los
peligros, vigilancia policial sobre quien le rodea.
— Compulsivo: Perfeccionismo, preocupación excesiva por los detalles, falta de
espontaneidad, meticulosidad, dogmatismo.
— Dramático: Histrionismo, exceso de emociones, narcisismo, necesidad de
acción, precipitación, desorganización.
— Depresivo: Sentimiento de culpabilidad, pasividad fatalista, excesivo conservadurismo,
preferencia por estructuras burocráticas, lentitud de las decisiones,
falta de motivación.
— Esquizoide: Distanciamiento, ausencia de entusiasmo, falta de interés por las
cosas, insensible ante el elogio y la crítica, vacío de autoridad.
LA CONFIGURACIÓN DE LA CULTURA EN EL PESO DE SU FUNDADOR. Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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