El diseño ergonómico de los puestos y lugares de trabajo se puede plantear a distintos
niveles: el diseño físico de cada puesto, el espacio disponible en los lugares de
trabajo, la distribución de los puestos y los requisitos del mobiliario de trabajo.
En general, el diseño del puesto debe permitir la adopción de buenas posturas y propiciar
la movilidad del trabajador. Asimismo, debe facilitar la visualización y manipulación
de los elementos de la tarea.
Para conseguir este objetivo es necesario que
el diseño del puesto se haga partiendo de las dimensiones antropométricas del colectivo
de usuarios.
En relación con el espacio en los lugares de trabajo, es preciso garantizar unas
dimensiones mínimas para las zonas de paso y en el entorno de cada máquina, al
mismo tiempo que se respetan las distancias interpersonales. De forma complementaria,
los accesos a cada puesto de trabajo y los espacios libres en cada uno de ellos
deben estar diseñados para los individuos de mayor talla y, así mismo, deben permitir
la realización de las tareas de reparación y mantenimiento.
Por otra parte, la distribución
de los puestos en el lugar de trabajo debería hacerse considerando los
aspectos relativos a la organización del trabajo, el aprovechamiento de la luz natural,
las salidas del aire acondicionado, las actividades ruidosas, etc. En las actividades
de oficina, los problemas que presentan las salas de tipo panorámico, se pueden
resolver compartimentando los grandes espacios mediante elementos móviles o bien
sustituyéndolas por oficinas de menor tamaño. Finalmente, el mobiliario de trabajo
debería ser regulable y satisfacer los requisitos generales de acabado, resistencia y
estabilidad requeridos por la tarea. Dentro del mobiliario debe prestarse especial
atención al sistema silla/mesa. Para estos elementos resulta prioritario el cumplimiento
de los requisitos de diseño ergonómico.
El ruido es un contaminante muy presente en el mundo laboral.
El efecto principal y más estudiado de la exposición a niveles elevados de este contaminante
es la hipoacusia o sordera profesionales, pero no es el único.
El ruido puede actuar sobre diversos órganos produciendo efectos extraauditivos
que varían desde alteraciones psicofisiológicas hasta molestias, dificultad de comunicación
o disminución del rendimiento en el trabajo.
Estos efectos dependen de tres factores: el ruido en sí mismo, y básicamente su
intensidad y su frecuencia, el tipo de tarea, que exija más o menos atención, etc., y
características personales del individuo no del todo conocidas.
No todos los efectos extraauditivos del ruido pueden valorarse de manera sencilla.
En ergonomía, se valoran principalmente las “molestias” y la interferencia en la
comunicación, integrando mediciones subjetivas y objetivas que sientan las bases
psicoacústicas del ruido.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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