— Disponer, en forma natural, de una especial predisposición hacia el otro.
— Estudiar concienzudamente al cliente y definir sus “verdaderas” necesidades (más allá de lo que pudiera expresar sus palabras o actos).
— Crear procesos tendentes a la satisfacción de las necesidades del cliente.
— Autocrítica y análisis continuo a fin de perfeccionar la prestación. Así como se dice que “la gente recoge lo que siembra” ,en la vida, la respuesta que se obtendrá del otro siempre estará directamente relacionada con la forma y actitud que él recibe. Así, una sonrisa simple y honesta usualmente genera en el que la recibe un estado de no-tensión, confianza y transparencia en la relación. Trate de invocar sus recuerdos y verá que en muchas oportunidades, cuando Ud. ha sido tratado con alegría, su carácter se tornó más amable y condescendiente. De igual manera, pero a la inversa, cuando ha sido tratado con dureza o falsa cortesía.
A fin de lograr trasmitir una disposición positiva es necesario tener en cuenta:
a) La actitud natural
. De alguna manera tal predisposición positiva tiene que ver con la visión que se tiene de la vida y por supuesto de la tarea que se lleva a cabo. De ahí que la actitud que se trasmite deba ser natural (no forzada por una orden del superior). Trabajar con “amor” es trabajar con dedicación y alegría, si el personal o Ud. no cuenta con dicho sentimiento le resultará prácticamente imposible trasmitir “positividad” en sus actos. Si, esto puede parecer muy teórico; mi respuesta es simple. No es teoría, las empresas líderes, las que llegan, se preocupan de seleccionar la mejor gente -con “don de gentes”- dado que son esas personas las que les permiten alcanzar tal liderazgo. Cualquier aerolíneas tiene computadoras para asignar el vuelo o asiento, sólo las mejores -las que Ud. elige- son las que disponen del personal más amable y simpático. Ese es el elemento diferenciador por el cual se aseguran que el cliente retorne.
Muchas veces se dice que “la primera impresión es lo que cuenta”. Esto es verdad, o acaso en la primera salida con esa chica o muchacho que era de su interés vistió su peor ropa y descuidó su higiene. ¿Y cuando salió a buscar trabajo, cuál ha sido su ropa, cómo estaba su cabello, se perfumó, limpió sus zapatos, etc.? El ser humano tiene una especial tendencia a proyectar, es así que a un profesional con un muy buen traje se lo presupone mejor instruido que a uno en jeans. Ni hablar si tiene un automóvil caro e importado frente a uno que tiene un vehículo económico o que directamente no lo tiene (aunque éste mencione que no le gusta conducir). Como si éste fuera poco argumento, cabe decir que, cuando el individuo se encuentra presentable (en relación a los códigos del ambiente e interlocutor) éste siente una mayor seguridad, su personalidad se asienta y ello lo trasmite.
Ya en el capítulo de comunicación vimos que el ser humano no se expresa únicamente por medio del habla. Así muchas veces sentimos que nos están mintiendo aún cuando en las palabras que escuchamos no observamos error alguno. La excesiva transpiración de las manos (acto involuntario e incontrolable), el parpadeo nervioso, la mirada evasiva, etc. nos señalan el alerta. Qué es lo que siente cuando estrechamos la mano de alguien y recibimos de éste una mano floja y lánguida; acaso no es una sensación de poca confiabilidad. Mirarse y criticar sus expresiones pueden ser la diferencia entre un mensaje honesto y convincente y uno falso y engañoso. Cuidado.
Si se respira mal, el tono de la voz se ve alterado; el agotamiento es más rápido, por tanto, la atención decae, los reflejos se aletargan; se trasmite nerviosismo. El cuerpo en conjunto y el cerebro en particular requiere de oxígeno para su buen funcionamiento. Cuando por malas posturas o estados de tensión se respira mal (no utilizando la mayor parte de los pulmones) el nivel de toxinas en sangre se incrementa, por consiguiente, el cerebro se ve lesionado en su capacidad de respuesta. Si desea estar bien ante su interlocutor resulta indispensable que aprenda técnicas de relajación, corrija su postura, y respire adecuadamente. Su mensaje, así, será más contundente.
Estudiar concienzudamente al cliente y definir sus “verdaderas” necesidades (más allá de lo que pudiera expresar sus palabras o actos) es clave. Cuando una persona ingresa al mercado laboral, automáticamente sabe que siempre tendrá un jefe. Aún siendo el presidente de la empresa más grande, éste tiene un jefe que muchas veces es ilógico, irreverente y poco transparente en sus solicitudes. El jefe máximo de cualquier organización siempre es el cliente. Definido esto cabe preguntarse, cuánto tiempo le hemos dedicado a tratar de analizar los requerimientos de “el jefe” y así asegurarnos el porvenir o la continuidad de trabajo. El cliente, como toda persona, tiene distintas necesidades: respeto, sentirse bien recibido y atendido, sentirse apreciado, ser importante, ser entendido; sentir satisfacción; etc.. Conocer las “verdaderas” necesidades del cliente resulta imprescindible para lograr una alta calidad en el servicio. No es extraño el ver como una persona elige un restaurante en lugar de otro por el solo hecho de ser reconocido, ser saludado por su nombre delante de sus acompañantes. En dicho caso el grado de importancia que tiene la calidad de la comida seguramente está por debajo de la verdadera necesidad que satisface el cliente al ir a ese establecimiento.
Una mamá entiende las necesidades de su bebé dado su especial sensibilidad, lo que le permite interpretar señales no verbales. En éste caso la situación es similar, las sutiles señales que brinda el cliente son el mensaje que hay que atender; de esperar un manifiesto escrito donde el consumidor exprese sus deseos sólo se estará esperando la partida de defunción del negocio.
La mejor y más sencilla forma de mejorar la calidad en el servicio es pensar como cliente. Actúe como si Ud. fuera el cliente, recuerde las situaciones donde es el demandante y reconozca sus exigencias. Luego compare dicho comportamiento con la prestación de su servicio. Habrá descubierto el punto a resolver.
c) Saber escuchar
“Sabio es aquel que escucha”. Es tan simple como lo dicho; si Ud. no escucha le resultará imposible intentar comprender a su cliente. Constantemente estamos hablando, ininterrumpidamente estamos actuando o haciendo algo.
El análisis continuo y una fuerte autocrítica le permitirán llevar a cabo un proceso de “mejora continua”. Lamentablemente no existe un “plan”, libro, o manual que pueda seguirse al pie de la letra y con ello asegurar el éxito en cuanto a la calidad en el servicio. Cada empresa tiene su personalidad, su problemática, su producto y su clientela. Las características son diferentes en cada organización, por tanto, las necesidades a satisfacer también diferirán sustancialmente. Ud. debe hacer su propio “manual”, su gerencia y personal deberá escribir qué significa “calidad en el servicio” para su cliente y cuáles son las necesidades a satisfacer; luego, ellos deberán llevar a la práctica las medidas que aseguren la máxima satisfacción de las mismas. Resulta difícil ser juez de nuestros propios actos, pero con voluntad y práctica observará (si no se engaña) que nadie mejor que Ud. determinará lo correcto o incorrecto de cualquier proceso. El incremento de su nivel de calidad en el servicio no es un imposible aún en la PYME, sólo se requiere que se fijen objetivos claros, actuar con perseverancia, aplicar los recursos necesarios y tener presente que en un mercado de amplia competencia el elemento diferenciador es el que hace que el cliente nos elija y repita. La “excelencia en la calidad en el servicio” probablemente sea la clave que le permitirá lograr sus objetivos. La productividad se expresa en términos de satisfacción del cliente, en consecuencia, se mide por el aumento del servicio.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
No hay comentarios:
Publicar un comentario