Estamos desenvolviéndonos dentro de un nuevo Siglo XXI en donde se manifiestan
grandes transformaciones en muchas disciplinas que requieren ser tomadas en
cuenta a fin de enfrentar las repercusiones de la Globalización, especialmente en lo
concerniente a lo económico, tecnológico, social, cultural.
La penetración cada vez más dinámica de la Globalización acarrea un proceso de
creciente internacionalización del capital financiero, industrial y comercial, nuevas
relaciones políticas internacionales y el surgimiento de nuevos procesos productivos,
distributivos y de consumo deslocalizados geográficamente, una expansión y un uso
intensivo de la tecnología sin precedentes.
No olvidemos que la globalización es fundamentalmente un suceso social, una
forma distinta de establecer las relaciones entre las personas y una manera distinta de
organización del trabajo. Es también una cuestión cultural, dado que hoy las distintas
identidades de los pueblos son interdependientes, y unas se enriquecen culturalmente
con las otras mediante el intercambio de experiencias.
Hoy en día, las empresas ya no se encierran tan solo en sus estrategias de producción,
importación o exportación, sino que diversifican su acción re-exportando a otros
países los productos que importan, o exportando su producción nacional aunque sea
en pequeña escala en un proceso inicial de globalización.
Por último, no hay que descuidar el hecho, de que la globalización económica está
redefiniendo los procesos de manufactura al localizar las fábricas en diferentes partes
del mundo, abriendo las oportunidades pero también significando amenazas para las
Pymes, las cuales además de verse presionadas a cambiar sus estrategias gerenciales
requieren diseñar nuevos mecanismos de interrelación con el entorno.
La globalización sigue siendo, sin lugar a dudas, el gran tema de los tiempos que
corren. Esto no es de extrañar, puesto que casi todos (si no todos) los ámbitos del quehacer
y discurrir humanos: los avances tecnológicos, la miseria, los conflictos bélicos,
la fortuna, las comunicaciones, las ideas y, claro está, la economía, parecieran no
sólo formar parte inamovible y constitutiva del proceso de globalización, sino,
además, ser el resultado directo o indirecto del mismo. Como si de un complicado
engranaje se tratara, la globalización y sus componentes se reclaman mutuamente la
una con los otros.
Pero, ante todo, ¿qué es la globalización?
Para unos, la globalización se hace patente en la movilidad sin precedentes de la
cual gozan el dinero y los bienes de consumo.
Para otros, es un ejemplo paradigmático de globalización la posibilidad de que
cualquier persona en cualquier lugar del mundo sea capaz de comunicarse en tiempo
real (quizá a través de la Internet) con las antípodas. Otros aún, ven en la homogeneización
cultural (también llamada colonialismo cultural) una clara manifestación
del proceso de globalización.
Se continúa hablando de “colonialismo cultural”, en cuanto es uno de los resultados
de la globalización. De hecho, es un ejemplo recurrente de este el que sea posible conseguir
una botella de Coca Cola en cualquier rincón del planeta. Pero este es un ejemplo
engañoso. Es cierto que es posible beber Coca Cola en la India, pero el verdadero
problema está en si esta es consumida por la gente local. Según las estadísticas, los estadounidenses
consumen al año alrededor de 380 botellas de Coca Cola per cápita, mientras
que en la India, se consumen al año tan sólo cuatro botellas per cápita.
Ahora bien, la homogeneización de la cultura no puede ser considerada un mal en
sí misma. Esta es una opinión que debe ser matizada. En este sentido, nadie negará
que la adopción de los Derechos Humanos sea un bien para toda la humanidad. Y, con
todo, existe resistencia de parte de ciertos sectores (sobre todo asiáticos) que rechazan
su adopción porque esto constituiría una clara “occidentalización” de sus culturas.
Aunque no entraremos en detalles al respecto, bien sabemos, como lo señalaba el
premio Nóbel de la paz, de 1998, Amartya Sen, en su obra, Globalización y libertad,
que las ideas que han inspirado a Occidente en estos dos últimos siglos, es decir, la
libertad individual y la democracia, entre otras, no son patrimonio exclusivo de éste.
Es posible constatar la existencia de pensadores asiáticos que han propugnado por
valores que hoy en día cualquiera reconocería como “Occidentales”, pero que, de
hecho, pertenecen al acervo cultural de Asia.
Irónicamente, los problemas ligados hoy en día a la globalización surgen por una
falta de mayor homogeneidad.
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AMARTYA SEN |
De hecho, según La globalización y sus detractores,
como por ejemplo Joseph Stiglitz, profesor de economía en Columbia University y
asesor de Bill Clinton en la Casa blanca desde 1997 hasta 2000, esta falta de uniformidad
se ha visto reflejada en la actitud tanto de la burocracia internacional como de
los funcionarios de los países ricos, que no han mostrado la voluntad política e institucional
necesarias para echar a andar los proyectos de desarrollo de las naciones
menos aventajadas. No ponemos en duda las bondades y los beneficios que la globalización
ha traído consigo, pero las personas que tienen el poder deberían esforzarse
por llevar a cabo la promesa de que el desarrollo económico es posible. Y esto sólo
será posible cuando las reglas del juego estén claras y sean aplicadas a todos por igual.
Lo cierto es que la globalización llegó para quedarse, y bajarse ahora del tren
podría resultar más perjudicial que no haberse montado nunca.
Sin duda, la globalización es un fenómeno con el que tendremos que aprender a
vivir. Quizá sea la hora de dejar los ataques y empezar a buscar el modo de mejorar
las condiciones en las que este fenómeno se manifiesta.
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JOSEPH STIGLITZ |
EL DESCONTENTO CON LA GLOBALIZACIÓN
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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