Siempre quise ser una inspiración para los demás pero nunca me propuse ser un modelo a imitar en todas las cosas. ¿Cómo podría serlo cuando tengo tantas contradicciones y caminos cruzados en mi vida? Soy un europeo que se convirtió en un líder estadounidense, un republicano que ama a los demócratas, un hombre de negocios que se gana la vida como un héroe de acción, un supertriunfador con una capacidad tremenda de disciplina. Pero no siempre he sido lo suficientemente disciplinado, un experto en preparación física que ama los puros, un ecologista que ama los Hummers, un adulto amante de la diversión que tiene el entusiasmo de un niño, pero que es más famoso por liquidar personas en sus películas. ¿cómo podría alguien saber cómo imitarme?
Las personas suponen con frecuencia que de todos modos debo ser un modelo a seguir. Cuando monto en bicicleta alrededor de santa Mónica sin casco, siempre hay alguien que pregunta: “¿Qué clase de ejemplo es ese?,. Por lo general, la objeción con respecto a mis puros es que llevo varias décadas enfrascado en una cruzada por la preparación física. Pero recuerdo que un periodista me dijo una vez en Sacramento:
-Enfocamos la vitola de su puro con la cámara. Es un Cohiba, un puro cubano. Usted es el gobernador. ¿Cómo puede burlar la ley?
-Lo fumo porque es un gran puro -le dije.
Lo mismo ocurre con la violencia en el cine. Mato gente en la pantalla porque, a diferencia de los críticos, no creo que la violencia en el cine genere violencia en las calles o en los hogares. De lo contrarío no habrían ocurrido asesinatos antes de que se inventara el cine. La Biblia, además, está llena de ellos.
Obviamente quiero dar ejemplo. Quiero inspirar a los demás para que hagan ejercicio, se mantengan en forma, eliminen la comida basura y utilicen la voluntad y la visión para lograr sus metas. Quiero que rompan el espejo, como dijo Sargent Shriver. Que se involucren en el servicio público y den algo a cambio. Quiero que protejan el medio ambiente en lugar de estropearlo. Si eres inmigrante, quiero que aceptes y te acojas a los Estados unidos. En este sentido, me alegra mucho llevar la antorcha y ser un modelo a seguir para los demás porque siempre he tenido grandes ejemplos: Reg Park, Muhammad Ali, Sargent Shriver, Milton Berle, Nelson Mandela y Milton Friedman. Pero mi meta nunca ha sido dar un ejemplo en todo lo que hago.
A veces prefiero escandalizar a la gente. La rebeldía es una parte de lo que me llevó a marcharme de Austria. Yo no quería ser como los demás. Me creía especial y único, y no el típico Hans o Franz.
Ser provocador es una manera de tener éxito. El culturismo era un deporte completamente desconocido cuando fui Mr. Olympia. Nos esforzábamos para obtener la cobertura de los medios de comunicación, así que empecé a decirle a la prensa que ejercitar los músculos es mejor que tener un orgasmo. Fue una declaración loca y se convirtió en noticia. La gente escuchó eso y pensó: “Si hacer ejercicio es mejor que el sexo, ¡entonces lo intentaré!”.
Nadie podía encasillarme. Cuando yo era gobernador y la gente decía: "Esto es lo que hacen los otros gobernadores”, o “No puedes hacer eso si eres republicano”, o “Nadie fuma en el Capitolio porque no es políticamente correcto”, tomaba eso como una señal para hacer lo contrario. Si sigues la norma entonces las personas se quejarán de que estás actuando como un político. La forma en que funcionó mi oficina de gobernador fue única. Mi forma de vestir, de hablar... Siempre he buscado mi propia manera de hacerlo. La gente me eligió para resolver problemas y crear una visión para nuestro estado, sí, pero también querían que las cosas fueran diferentes. Querían un gobernador y un gobernador. Por supuesto, ser diferente es lo mío. Nunca he tenido el mismo cuerpo que los demás ni el mismo coche que los demás.
Siempre estoy probando para ver hasta dónde puedo llegar. Nunca he entendido muy bien esto. Estoy seguro de que un psiquiatra podría divertirse mucho con eso. Sin duda Freud, mi compatriota austriaco, se lo pasaría bien hablando de puros: él también los fumaba. Pero la vida es más rica cuando aceptamos toda nuestra diversidad, aunque no seamos coherentes y lo que hagamos no siempre tenga sentido, incluso para nosotros.
-Transformar los contras en pros. Cuando quería empezar en el cine, los agentes de Hollywood con los que hablé me recomendaron que me olvidara: mi cuerpo, mi nombre y mi acento eran demasiado raros. Entonces, para llegar a conseguir un papel como protagonista, dediqué tanto esfuerzo a mejorar mi acento y mi interpretación como el que había dedicado al culturismo. Con Conan y Terminator lo conseguí: las cosas que, según los agentes, serían perjudiciales y me impedirían conseguir trabajo de pronto me convirtieron en un héroe de acción. Como dijo John Milius cuando dirigía Conan el Bárbaro “Si no tuviéramos a Schwarzenegger' tendríamos que inventarlo".
-Cuando nos dicen que no, entender "sí". Cuando era gobernador, me encantaba pasar por alto la palabra "imposible". Decían que sería imposible convencer a los californianos para construir un millón de techos solares, para reformar la asistencia sanitaria y para hacer algo decisivo con respecto al calentamiento global. Me apetecía precisamente enfrentarme a estos retos porque nadie lo había logrado hacer hasta entonces. La única manera de hacer posible lo posible imposible. Si fracasas, ¿qué más da? Es lo que cabe esperar. En cambio, si lo consigues, habrás logrado cambiar e mundo para mejor.
- No dejarse llevar por la corriente. Ir a donde no hay nadie. Como dicen en Los Ángeles, en las horas punta es preferible evitar la autopista y circular por las calles. En lugar de ir al cine un sábado es mejor la matiné. Si sabemos que resultará imposible entrar en un restaurante a las nueve, ¿por qué no vamos a cenar temprano? La gente ,normas de sentido común todo el tiempo y, sin embargo, las en lo que respecta a su carrera. Cuando todos los inmigrantes que conocía ahorraban para comprar una casa, compré un edificio de apartamentos. Cuando todos los aspirantes a actor trataban de pillar papeles secundarios en el cine, yo me presenté para ser protagonista. Cuando todos los políticos tratan de empezar con cargos locales para ir ascendiendo, yo me postulé directamente a la gobernación. Es más fácil destacar cuando apuntas directamente a lo más alto.
-Se haga lo que se haga en la vida, hay que saber venderlo. No me bastó con alcanzar mi meta de convertirme en Mr Olympia, sino que fue necesario que la gente tomara con conciencia de que existía un concurso para determinar quién es el hombre más musculoso del mundo, que supieran para qué sirve el entrenamiento, además de para crear un cuerpo musculoso: quería que supieran que el buen estado físico favorece la salud y mejora la calidad de vida. Todo esto había que venderlo. Puede haber grandes, poetas, escritores magníficos y genios en los laboratorio, pero, aunque uno haga un trabajo estupendo, si los demás no lo saben, ¡no sirve para nada!. Y en política pasa lo mismo. Da igual que uno trabaje en políticas medioambientales, ecuación o desarrollo económico: lo más importante es que el público se entere.
Pero esperanza: ¡hay más! La vida tiene tantas posibilidades que hay mil claves para el éxito. Cada vez que conozco a una gran persona -y nunca dejo pasar la oportunidad- trato de preguntarle cómo ha contribuido a una buena causa y averiguo qué es lo que le ha funcionado. Me encanta crear nuevas reglas basándome en mis experiencias y en las de ellos. Eso me inspira y estimula. Así que aquí están diez principios más que quiero transmitir:
1. Nunca dejes que el orgullo te impida aprender algo nuevo. Muhammad Ali y yo aparecimos juntos en un montón de programas de entrevistas. Yo le admiro porque es un campeón, tiene una gran personalidad, es generoso y atento con los demás. Si todos los atletas fueran como é1, el mundo sería mejor. Él y yo quedábamos y bromeábamos. Una vez me retó a empujarle contra la pared. Creo que alguien en el boxeo le recomendó levantar pesas como George Foreman porque Ali era más conocido por su velocidad y su uso de la psicología. Su idea era ser “fuerte como un toro, flotar como una mariposa y picar como una abeja", y él quería ver la fuerza que tenía un culturista. Logré empujarle contra la pared y me dijo: “Vaya, el levantamiento de pesas realmente funciona. Genial. Eso es realmente genial” La siguiente vez que le vi estaba con algunos amigos y dijo: -Mirad esto. Oye, Arnold, trata de empujarme. "Debe de ser una trampa, pensé. A nadie le gusta perder delante de sus amigos” Ali y yo empezamos a forcejear y le empujé de nuevo contra la pared. -Os lo dije, chicos, ¡os lo dije! Este tipo es muy fuerte. Levantar pesas es una gran cosa –señaló-. No le importó perder, solo quería comprobar si el entrenamiento de resistencia funcionaba y fortalecía las piernas.
2.- No pienses demasiado. Si no paras de pensar, la mente no se relaja. La clave reside en dejar que tanto la mente como el cuerpo floten, de modo que, cuando tengas que tomar una decisión o afrontar un problema con ímpetu, dispongas de toda tu energía. Eso no significa que no tengas que usar la cabeza, pero una parte de nosotros tiene que pasar por la vida de forma instintiva. Si no lo analizamos todo, nos libramos de un montón de tonterías que nos cargan y nos enredan. Desconectar la cabeza es un arte, una forma de meditación. El conocimiento es sumamente importance para tomar decisiones. por un motivo que no es obvio, necesariamente. Cuanto más sabemos, más libertad tenemos para depender de nuestros instintos. No hace falta dedicar tiempo a aprender sobre un tema. Sin embargo, casi siempre, las personas que tienen el conocimiento se atascan y se paralizan. Cuanto más sabemos, más dudamos y por eso hasta las personas más inteligentes lo echan todo a perder. Un boxeador llega al cuadrilátero con muchísimos conocimientos -cuándo se tiene que agachar, dar un puñetazo, contraatacar, retroceder, bloquear-, pero si tuviera que pensar en alguna de estas cosas cada vez que le llega un puñetazo, sería el fin. Tiene que utilizar lo que sabe en una décima de segundo. Si no confiamos en nuestra forma de tomar decisiones, somos muy lentos.
Pensar demasiado es 1o que nos impide dormir por la noche: la cabeza trabaja a toda prisa y no podemos desconectarla. El exceso de análisis nos paraliza. En 1980, cuando Al Ehringer y yo queríamos urbanizar una manzana al final de Main Street, en Santa Mónica, las preocupaciones de los inversores con los que pujábamos por comprarla les impidieron seguir adelante. Nosotros también habíamos hecho averiguaciones y sabíamos que había contingencias que podían limitar el potencial favorable. El terreno era una antigua servidumbre del tranvía y no estaba en venta, sino que solo se podía aspirar al usufructo a largo plazo. En las cercanías había terrenos contaminados con residuos químicos. ¿Y si este terreno también estaba afectado? La propiedad estaba situada entre Santa Mónica y Venice, de modo que no quedaba claro qué normas ni qué legislación tributaria había que aplicar. No pensamos demasiado en estos inconvenientes, pero nuestros competidores sí, y poco después no veían más que señales de alarma, de modo que, cuando aumentamos nuestra oferta, se retiraron y conseguimos el terreno. Al cabo de dos años, pudimos convertir el usufructo en compra y nuestra apuesta empezó a valer la pena : el 3100 de Main Street resultó una inversión espléndida. En el cine, muchas negociaciones se llevan a cabo bajo presión y si uno se paraliza, pierde. Para Los gemelos golpean dos veces, teníamos un plazo: Universal necesitaba saber si contaba con Danny con Ivan y conmigo. No había tiempo para que los agentes se pusieran de acuerdo. Danny Ivan y yo cerramos el trato en una servilleta, mientras comíamos. Todos la firmamos y nos marchamos. Después Danny la hizo enmarcar.
3. Olvídate del plan B. Para ponerte a prueba y crecer tienes que actuar sin una red de seguridad. Mis índices de popularidad bajaron mucho en 2004 debido a las iniciativas electorales que había anunciado, donde les pedíamos permiso a los votantes para refinanciar la deuda de quince mil millones de dólares. Nuestros expertos en el presupuesto ya se estaban frotando las manos. -¿Qué vamos a hacer si estas iniciativas fracasan? Necesitamos un plan B. -¿Por qué adoptar una actitud derrotista? -les dije-. Si no hay plan B, entonces el plan A tiene que funcionar. Acabamos de anunciar las iniciativas. Podemos hacer muchas cosas para acercarnos a la meta.
Si estás ansioso, en lugar de hacer planes de emergencia piensa en lo peor que podría sucederte si fracasas. ¿Qué te podría pasar? Pronto descubrirás que realmente no se trata de nada. Podrías sentirte humillado si no te atreves a presentarte como candidato a gobernador, pero eso es lo peor que te puede suceder. Piensa en todos los candidatos presidenciales que han perdido las elecciones. La gente entiende que es así como funcionan las cosas. Yo pensé que si perdía las elecciones simplemente volvería a hacer películas y a ganar un montón de dinero. Sería un hombre libre, comería buena comida y montaría en mi motocicleta. El hecho de que todas las iniciativas electorales fueron derrotadas en 2005 no me mató. La vida siguió y estuve al frente de una fantástica misión comercial en China. Mis parámetros de la miseria son los tipos que trabajan en las minas de diamantes en Suráfrica. Los he visitado. Las minas están a 425 metros de profundidad, la temperatura es de 43 grados, les pagan un dólar al día y solo pueden ir a sus casas y estar con sus familias una vez al año. Eso es estar con la mierda hasta el cuello. Con cualquier cosa mejor que eso estarás bien.
4. Puedes recurrir a un humor indignante para ajustar cuentas. En 2009 mi amigo Willie Brown, el exalcalde de San Francisco y presidente de la Asamblea que más tiempo ejerció ese cargo en la historia de California, organizó un acro para recaudar fondos para el Partido Demócrata de California en el hotel Fairmont. Me invitó, pues creyó que me gustaría estar allí. Me presenté sin avisar y le di a Willie un gran abrazo y un beso delante de todos. La mitad de los demócratas se asustó y la otra mitad se rio. Luego, un asambleísta estatal novato de San Francisco llamado Tom Ammiano se puso de pie en su mesa y gritó: "¡Besa mi trasero, gay!". La prensa escribió sobre eso. Ammiano era un comediante profesional, además de político. No hice ningún comentario.“Muy gracioso, ja, ja". Pero me dije: “Llegará el momento en que firmaré proyectos de ley y haré que él me traiga uno”. Efectivamente, un par de semanas después recibí un proyecto de ley de Ammiano. Era una medida de rutina sobre los muelles de San Francisco, pero significaba mucho para é1. Le di instrucciones a mi personal para que escribieran un buen mensaje de veto.
Nadie comprendió que el mensaje incluía un acróstico: si se leía vetticalmente, las primera letras de cada línea formaban las palabras “Fuck you”, (“Vete a la mierda”). La sugerencia se fíltró a algunos reporteros: “¿Estás seguro de haber leído el mensaje de veto del gobernador de la manera correcta? Tal vez deberías leerlo verticalmente”. Entonces todos lo vieron y se armó un gran escándalo público.
Los periodistas le preguntaron a mi secretaria de prensa si el Fuck you había sido intencionado y ella respondió: “No, no teníamos ni idea. Debe de haber sido un accidente”. Pero en la siguiente conferencia de prensa que ofrecí, un periodista levantó la mano y dijo: "Le dimos este mensaje a un matemático. Dijo que la probabilidad de que se trate de algo accidental es de una entre más de dos mil millones”. -De acuerdo -respondí-. ¿Por qué no vas donde ese mismo experto y le preguntas cuáles son las probabilidades de que un chico granjero de Austria venga a Estados Unidos y se convierta en el campeón de culturismo más grande de todos los tiempos, que entre en el mundo del cine, se case con una Kennedy y luego sea elegido como gobernador del estado más grande de los Estados Unidos? Vuelve a la próxima conferencia de prensa y dime cuáles son las probabilidades.
Los periodistas se rieron. Mientras tanto, Tom Ammiano fue citado diciendo: "Fui un imbécil, así que él también tiene derecho a ser un imbécil,. Todo el incidente se calmó. (Un año más tarde, después de firmar otro proyecto de ley que él había patrocinado, emití una declaración al respecto que decía verticalmente: “You’re Welcome” ( “De nada”):
5. El día tiene 24 horas. Una vez di una charla en un aula de la Universidad de California y un estudiante levantó la mano y se quejó:
- Gobernador, necesito más ayuda financiera. Usted está aumentando mucho las matrículas.
-¿Qué quieres decir con que están aumentando mucho? -le pregunté.
-Que ahora tengo que trabajar medio tiempo.
-¿Y qué hay de malo en eso?
-¡Tengo que estudiar!
-Vamos a resolver esto. ¿Cuántas horas vas a clases?
-Dos horas un día y tres horas otro día.
-¿Y cuántas horas tienes que estudiar?
-Tres horas diarias.
-De acuerdo. Hasta el momento veo seis horas un día y siete horas el otro, incluyendo las horas de viaje. ¿Qué haces con el resto del tiempo?
-¿Qué quiere decir?
-Bueno, el día tiene veinticuatro horas. ¿Alguna vez has pensado en trabajar más? ¿Tal vez en tomar más clases en lugar de desperdiciar tu vida?
La clase se sorprendió al escuchar esto.
-¡No estoy desperdiciando mi vida! -dijo el estudiante.
-Claro que sí. Estamos hablando de seis horas diarias. El día tiene veinticuatro horas, así que te quedan dieciocho. Tal vez necesitas seis horas para dormir. Así que si tu trabajo de medio tiempo es de cuatro horas, todavía tienes tiempo para salir, bailar y beber. ¿De qué te quejas?
Les expliqué que, cuando yo estudiaba, entrenaba cinco horas diarias, iba a clases de interpretación cuatro horas diarias, trabajaba en la construcción varias horas diarias, iba a la universidad y hacía mis tareas. Y yo no era el único en hacer eso. En mi clase en la escuela universitaria de Santa Mónica había personas que tenían trabajos a tiempo completo. Es natural esperar que otra persona te pague las cuentas. Y el Gobierno debería ayudar en caso de una verdadera necesidad. Pero si hay una recesión terrible, entonces todo el mundo debería ponerse el chip y sacrificarse.
6. Repeticiones, repeticiones y más repeticiones. Cuando entrabas en el club de levantamiento de pesas en Graz, donde entrené desde niño, en el lado izquierdo había una pared de madera con marcas de tiza. Era ahí donde anotábamos nuestro programa de entrenamiento cada día. Cada uno de nosotros tenía su propia sección en la pared y antes de quitarte la ropa hacías una lista:
PESO MUERTO: 5 SERIES DE 6 REPETICIONES I I I I I
DOS MOVIMIENTOS: 6 SERIES DE 4-6 REPETICONES I I I I I I
PRESS DE HOMBROS:5 SERIES DE 15 REPETICIONES I I I I I
PRESS DE BANCA: 5 SERIES DE 10 REPETICIONES I I I I I
CRUCIFIJOS CON MANCUERNAS: 5 SERIES DE 10 REPETICIONES I I I I I
Y así sucesivamente para un total de unas sesenta series. Aunque no sabías cuánta fuerza ibas a tener ese día, de todos modos anotabas el peso. Después de cada renglón había una hilera de marcas de control, una para cada serie que habías planeado. Si habías escrito cinco series de press de banca pondrías cinco líneas en la pared.
Entonces, tan pronto hacías la primera serie, ibas a la pared y cruzabas la primera línea y se convertía en una X. Todas las cinco líneas tenían que quedar convertidas en X antes de pasar a otro ejercicio. Esta práctica tuvo un gran impacto en mi motivación. Siempre he tenido la percepción visual de "¡Vaya! Es un logro, hice lo que me dije que tenía que hacer. Ahora haré la siguiente serie, y luego la otra”. Escribir mis metas se volvió algo instintivo. Lo mismo sucedió con Ia convicción de que no hay atajos. Fueron necesarias cientos e incluso miles de repeticiones para que yo aprendiera a hacer una gran pose de tres cuartos de perfil, contar un chiste, bailar un tango en Mentiras arriesgadas, pintar una hermosa tarjeta de cumpleaños y decir “volveré" de la manera adecuada.
Si miras el manuscrito de mi primer discurso ante la Naciones Unidas en 2007 sobre cómo combatir el calentamiento global, esto es lo que verás: cada barra en la página de arriba señala un ensayo para pronunciar mi discurso.
Ya sea que estés haciendo un curl de bíceps en un gimnasio donde hace frío o hablando con los líderes mundiales, no hay atajos: todo consiste en repeticiones, repeticiones y más repeticiones. Hagamos lo que hagamos en la vida, todo es cuestión de repeticiones o de experiencia. Si queremos ser buenos esquiadores, hemos de estar todo el tiempo deslizándonos por las pendientes. Para ser ajedrecistas, tenemos que jugar decenas de miles de partidas. En el plató, la única forma de conseguir una buena actuación es repetir y repetir. Si lo hemos ensayado, no tenemos que preocuparnos y podemos disfrutar cuando las cámaras empiecen a rodar. Hace poco cuando estábamos filmando The Tomb en Nueva Orleáns, rodamos una escena con setenta y cinco personas en una reyerta en la cárcel. La coreografía era tan compleja, con docenas de peleas a puñetazos y combates cuerpo a cuerpo y guardias que daban garrotazos, que solo los ensayos llevaron medio día. Cuando se rodó, todo el mundo estaba cansado, pero, al mismo tiempo, totalmente mentalizado. La toma quedó muy bien. Los movimientos nos salían con tanta naturalidad que parecía una pelea de verdad.
7. No culpes a tus padres. Han hecho todo lo posible por ti y, si te han dejado problemas, ahora son tuyos y deberás resolverlos. Tal vez tus padres fueron demasiado protectores: te dieron mucho apoyo y ahora te sientes necesitado y vulnerable en el mundo. No los culpes por eso. O tal vez fueron demasiado duros.
Amaba a mi padre cuando era pequeño y quería ser como él: admiraba su uniforme y su arma y el hecho de que fuera policía. Más tarde detesté lo mucho que nos presionó a mi hermano y a mi. -Tenéis que dar ejemplo en la aldea porque sois los hijos del inspector decía. Teníamos que ser los hijos perfectos y obviamente, no lo éramos. Él era exigente, esa era su naturaleza. A veces también era brutal, pero no creo que fuera culpa suya. Fue la guerra. Si hubiera llevado una vida más normal habría sido diferente. Así que me he preguntado muchas veces: "¿Qué habría pasado si él hubiera sido más cálido y agradable?". ¿Me habría ido de Austria? Probablemente no. ¡Y ese es mi gran temor!
Me convertí en Arnold por lo que él me hizo a mí. Me di cuenta de que yo podía canalizar mi educación de una forma positiva en lugar de quejarme. Podía utilizarla para tener una visión, fijarme unas metas y encontrar la felicidad. Su dureza me sacó de la casa. Me hizo venir a los Estados Unidos y trabajar para tener éxito, y estoy feliz de haberlo hecho. No tengo por qué lamerme mis heridas.
Hay una escena cerca del final de Conan el Bárbaro que se me quedó grabada para siempre. Quien habla no es Conan sino Thulsa Doom, el brujo, quien obliga a Conan cuando era apenas un niño a ver a su padre siendo devorado por los perros, y mata a su madre delante de é1. Mientras Conan se dispone a matarlo y a vengar a sus padres, Thulsa Doom dice: “¿Quién es tu padre sino yo? ¿Quién te dio la voluntad de vivir? Yo soy la fuente de la que brotas". Por lo tanto, no siempre lo obvio es lo que se debe celebrar' A veces hay que apreciar a las personas y las circunstancias que te han traumatizado. Hasta el día de hoy celebro el rigor de mi padre, mi educación en general y el hecho de que no tuviera nada que me detuviera en Austria, porque fueron los mismos factores que me hicieron sentir hambriento.
8. Hay que tener cojones para construir. Durante una misión comercial en Moscú en mi último año como gobernador visité al expresidente soviético Mijaíl Gorbachov. Nos habíamos hecho amigos con los años: yo había dado un discurso en su honor y asistí a la fiesta para celebrar sus ochenta años en Londres unos meses antes. A los actuales dirigentes de Rusia no les gustó que yo fuera a su casa, pero Gorbachov organizó el almuerzo y su hija Irina y varios amigos del instituto de Gorbachov estuvieron presentes. Comimos durante al menos dos horas y media.
Siempre he idolatrado a Gorbachov por el valor que se necesita para desmantelar el sistema político en el cual uno creció. Sí, la Unión Soviética tenía problemas financieros y, sí, Reagan gastó más que ellos y se quedaron acorralados en una esquina. Sin embargo, siempre me ha asombrado que Gorbachov tuviera las agallas para aceptaf el cambio en lugar de seguir oprimiendo a su pueblo o entablando batallas con Occidente. Le pregunté cómo lo había logrado después de haber sido adoctrinado durante toda su vida para ver el comunismo como la solución a todos los problemas y tras alcanzar un liderazgo en el partido, en el que siempre tenía que mostrar pasión por el sistema. Era como si alguien que había sido obeso toda su vida de repente baja su peso a la mitad. ¿Cómo pudo ser tan abierto de mente?
-Durante toda mi carrera –dijo-, siempre pensé que cuando llegara a la posición más poderosa arreglaría el sistema y lo haría funcionar. Pero cuando llegué allí me di cuenta de que era hora de seguir adelante. La única manera de que las cosas funcionaran era conociendo a alguien o pagando bajo cuerda. Entonces, ¿qué sistema teníamos? Había llegado el momento de desmontar todo asunto.
Tal vez tendrán que pasar cincuenta años para que la gente entienda lo que consiguió. Los expertos siempre debatirán si lo hizo de la manera correcta. Yo no voy a debatir, simplemente creo que lo que hizo fue genial. Me asombra el coraje que tuvo para no buscar la gratificación inmediata, sino el mejor rumbo para su país a largo plazo.
Para mí, Gorbachov es un héroe y está en el mismo nivel que Mandela, quien se sobrepuso a Ia rabía y a la desesperación después de pasar veintisiete años en prisión. Cuando ellos dos tuvieron el poder para sacudir el mundo, optaron por construir, no por destruir.
9. Ocúpate de tu cuerpo y de tu mente. Uno de los primeros consejos que se me quedaron grabados fue algo que decía Fredi Gerstl, hablando de Platón: "Los griegos inventaron los Juegos Olímpicos, pero también nos dieron a los grandes filósofos. Tenéis que cultivar al máximo lo físico, pero también la mente”. Concentrarme en el cuerpo no suponía ningún problema para mí y, más adelante, empecé a sentir curiosidad por mi evolución intelectual. Me di cuenta de que la mente es un músculo que también nos conviene entrenar, de modo que decidí ejercitar la cabeza y espabilarme. Fui como una esponja y empecé a absorber todo lo que me rodeaba. El mundo se convirtió en mi universidad y me surgió la necesidad de aprender, de leer y de asimilarlo todo.
En el caso de las personas que triunfan con la inteligencia) ocurre lo contrario: tienen que hacer ejercicio físico todos los días. Clint Eastwood hace ejercicio hasta cuando dirige e interpreta una película. Dmitri Medvédev trabajaba muchísimas horas cuando era presidente de Rusia, pero tenía un gimnasio en su casa y hacía ejercicio durante dos horas todos los días. Si los líderes mundiales tienen tiempo para hacer ejercicio, nosotros también.
Muchos años después de escuchar los consejos de Fredi Gerstl me llegó a través del papa la misma idea de mantener ese equilibro. En 1983 fui al vaticano con Maria y sus padres y tuvimos una audiencia privada con Juan Pablo II. Sarge habló de cuestiones espirituales, porque era experto en eso. Eunice le preguntó al santo padre sobre lo que tenían que hacer los niños para llegar a ser mejores como personas y él dijo: “Rezar, solo rezar”. Yo le hablé de sus sesiones de ejercicio. Justo antes del viaje, había leído en una revista lo atlético que era el papa y que estaba en muy buena forma. Para é1, además de la religión, en la vida había que ocuparse tanto de la mente como del cuerpo, de modo que hablamos de eso. Era bien sabido que se levantaba a las cinco de la mañana y que, antes de desayunar y de ponerse a trabajar, leía los periódicos en seis lenguas distintas y hacía doscientas flexiones de brazos y trescientos abdominales. También le gustaba esquiar y siguió haciéndolo después de ser papa. Y ya tenía más de sesenta años, veintisiete más que yo' de modo que me dije: “Si él puede hacerlo, ¡tengo que levantarme más temprano!".
10. No pierdas el entusiasmo. Busca con avidez el éxito, establecer una marca, que te vean, que escuchen hablar de ti y tener influencia. Y, a medida que vas mejorando y triunfando, procura mantener también el entusiasmo por ayudar al prójimo.
No te duermas en los laureles. Hay demasiados exatletas que se pasan la vida hablando de lo estupendos que eran veinte años antes. Sin embargo, hay personas como Ted Turner, que, después de dirigir la empresa de carteles publicitarios de su padre, fundó la CNN, organizó los Juegos de la Amistad, crió bisontes, vendió carne de bisonte y obtuvo cuarenta y siete títulos honoris causa. A eso me refiero cuando hablo de no perder el entusiasmo. Bono empieza como músico; más adelante compra música de otros compositores y después se esfuerza en luchar contra el sida y en crear empleo. Anthony Quinn no se conformó con ser solo una estrella de cine. Quería hacer algo más. Empezó a pintar y sus lienzos de han vendido por centenares de miles de dólares. Donald Trump convirtió su herencia en una fortuna diez veces más grande y después tuvo un programa de televisión por cable. Sarge recorrió el mundo hasta que murió, siempre ávido de nuevos proyectos.
Muchas personas talentosas no quieren hacer esfuerzos. Les gustaría seguir siendo alguien, en lugar de limitarse a hablar del pasado. La vida no se reduce a ser el mejor en una sola cosa. Aprendemos tanto cuando triunfamos que tendríamos que aprovechar lo que hemos aprendido, usar nuestros contactos, para hacer algo más. Mi padre siempre me decía: “Sé útil. Haz algo". Tenía razón. Si tienes un talento o una destreza que te satisface, úsalo para mejorar tu entorno y, si sientes deseos de hacer algo más, adelante. En la sepultura tendrás tiempo de sobra para descansar. Lleva una vida intensa y llena de riesgos y, como decía Eleanor Roosevelt, “haz todos los días algo que te dé miedo".
¡Que no perdamos nunca el entusiasmo!
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