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viernes, 27 de abril de 2012

LA CARTA

Es el elemento más importante, pues constituye el aspecto primordial de comunicación y personalización. La extensión de la carta puede ser muy variable. Como ya hemos comentado, tiene que ser todo lo extensa que sea necesario para presentar el mensaje de forma interesante. En la historia de cartas exitosas hay ejemplos de hasta siete páginas. Para desarrollar una buena carta, recordemos lo visto en el capítulo de la creatividad referente a los siete pasos de Bob Stone. Es un procedimiento eficaz para guiarse en la elaboración de una carta. Empieza y dirígete de forma directa, como un mensaje de una persona a otra, con saludos como “apreciado cliente”, “querida amiga”, creando familiaridad entre el emisor y receptor.


En aquellos casos en que no exista familiaridad, se puede comenzar de la siguiente forma: “Apreciado amante del bricolaje”. Normalmente, la carta empieza por un titular con un beneficio importante. Se puede centrar la atención del lector en el resumen de los beneficios, rodeándolos de un cuadro de pequeñas estrellas que se denomina Johnson, tal como vemos alrededor de este mismo texto. Se suele empezar con frases cortas para facilitar el inicio de la lectura, así como la utilizar palabras puente entre cada uno de los párrafos. Prácticamente todas las cartas llevan al final una postdata. En muchos casos, eso es lo primero que se lee. Por esa razón, normalmente recoge la oferta, destaca los beneficios más importantes y dirige al lector a la parte que se considera conveniente resaltar.


La carta puede ir acompañada de anotaciones en los márgenes, que simulen ser manuscritas, dando énfasis a los elementos más importantes. Se utilizan con más frecuencia cuando se realizan cartas largas de más de dos páginas. Tal vez sea conveniente incluir palabras de acción como: ahora o urgente. La carta puede ser personalizada. En caso de que lo sea, este aspecto ha de ser relevante y significativo, incorporando en el texto información sobre la persona que haga ver los beneficios de forma particular según las características y el punto de vista del lector. Es una pérdida de tiempo poner simplemente el nombre de la persona, en el texto, si el mensaje no es personal. Más aún, el efecto puede ser negativo, intrusivo y molesto. Hay que cuidar el detalle de no poner el nombre en el texto en mayúsculas, porque hace perder naturalidad al mensaje y el posible tono íntimo que pueda tener la carta.


Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas

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