Estableciendo una analogía con un semáforo, se propone determinar los niveles de afectación de la imagen corporativa en una crisis:
— Semáforo verde: detección de variables de riesgo localizadas, sin demasiada notoriedad y con final cierto.
— Semáforo amarillo: detección de variables de riesgo de amplio espectro, con notoriedad pública y final cierto.
— Semáforo rojo: detección de variables de riesgo graves, con alta notoriedad pública y final incierto.
Aunque resulte imposible establecer una tipología completa de todas las crisis, se proponen algunas categorías:
— Fenómenos naturales (inundaciones, terremotos, etc.)
— Crisis relacionadas con la salud y la alimentación (epidemias, intoxicaciones, etc.)
— Acontecimientos políticos y conflictos sociales (protestas violentas, conflictos políticos y comerciales, etc.)
— Accidentes (relacionados con el transporte, que afecten el medio ambiente, incendios, derrames químicos, etc.)
— Eventos de origen criminal (secuestros, asesinatos, sabotajes, etc.)
— Asuntos jurídicos (de discriminación racial, de abuso sexual, plagios, etc.)
— Hechos de tipo económico (bancarrota, fraude, corrupción, etc.)
— Retirada de productos (defectos de fabricación, por utilizar sustancias prohibidas en su elaboración, etc.)
— Ataques informáticos (virus, entrada de hackers a sistemas, etc.)
En principio, las compañías deberían tener un manual de crisis en el que se establecen los mecanismos básicos para abordar situaciones contingentes, inmediatamente después de ocurrido el acontecimiento. Quizás este manual contemple el plan de acción para solucionar variables que pudieran anticiparse con claridad dependiendo de la actividad de la empresa. Por ejemplo, si se trata de una industria química, debería contemplarse la posibilidad de un derrame en algún momento del proceso de producción, sus consecuencias para la planta, su entorno inmediato y sus empleados. Sin embargo, también deberían atenderse a otros públicos que algunas veces no se contemplan. ¿Qué sucedería si un grupo de periodistas se acercan a la planta para tratar de informar sobre el incidente? ¿Y si vecinos o autoridades desearan obtener información sobre el acontecimiento?
El responsable de comunicación ante una crisis debe:
— Reunir toda la información posible
— Evitar los vacíos de información comunicando lo antes posible
— No apresurarse a comunicar por la presión de los periodistas u otros grupos
— Determinar el formato de la comunicación (nota de prensa, carta, reuniones con representantes, conferencia de prensa...)
— Establecer un mecanismo de control inmediato en todos los medios para comprobar el alcance de la crisis
— Determinar la secuencia y la coherencia de la comunicación, en caso de que se trate de una crisis con extensión en el tiempo
— Aconsejar sobre la política de la compañía en cuanto a rumores e imprecisiones aparecidos en los medios de comunicación
— Proponer el plan de acción para el relanzamiento de la imagen corporativa que contemple a todos los públicos
El responsable de comunicación ante una crisis no debe:
— Informar sin el conocimiento previo y la aprobación del comité y de la alta dirección
— Permitir que los miembros del comité hagan declaraciones públicas sin preparar previamente sus intervenciones
— Comunicar sólo a los medios "amigos"
— Mentir sobre información crucial
— Reservarse datos fundamentales para minimizar el acontecimiento
— Mostrar incompetencia, falta de control y arrogancia
— Ser insensible a las implicaciones emocionales entre los afectados por el acontecimiento
— Dar información "off the record" a periodistas u otros representantes de grupos involucrados — No considerar todas las posibles implicaciones del acontecimiento
— Tener en consideración sólo a los periodistas a la hora de comunicar
Con la rapidez de las nuevas tecnologías, un simple incidente puede convertirse en una crisis mayor. Sin embargo, la misma facilidad de comunicar un acontecimiento negativo debe ser aprovechada por las empresas para informar al público sobre lo que están realizando a favor de la solución de los problemas. Nunca está de más tener en cuenta que las mejores decisiones son las que se toman racionalmente, aunque en momentos de crisis es difícil guardar la calma. Pero también se tiene que considerar que los intereses de la compañía por salvaguardar su negocio, deben equilibrarse por las necesidades emocionales de los afectados por los acontecimientos. Siguiendo con nuestro ejemplo de la industria química, se puede asegurar que la empresa estaría interesada en tenerla activa lo antes posible, pero los vecinos de la zona protestarían para que antes de su reapertura se revisaran todos los procedimientos e instalaciones Parece sencillo seguir recomendaciones en frío, pero durante la crisis, y sobre todo en los primeros momentos, resulta muy difícil mantener la calma y dar los indicaciones adecuadas. Aunque haya una infinidad de variables de riesgo, es posible prepararse para enfrentarse a posibles crisis y, de esta manera, lograr sobrellevarla con más posibilidades de éxito. Hemos mencionado anteriormente que las empresas deberían contar con un manual de crisis. Este documento debe ser lo más ambicioso posible en cuanto a la cobertura del mayor número de variables de riesgo, sin, por otro lado, convertirse en un texto abrumador y poco práctico.
A grandes rasgos y sin ánimo de ser exhaustivo, lo que el manual de crisis debe contener es lo siguiente:
— Los contactos de todos los miembros del comité de crisis (nombre completo, puesto dentro de la compañía, dirección de correo electrónico de la compañía y otro que pueda abrir desde un puesto remoto, números de teléfono de la empresa, de casa y celulares)
— Base de datos de contactos con todos los interesados/afectados por la crisis (bomberos, policía, políticos, sindicatos, proveedores, clientes, aseguradoras, medios de comunicación, asociaciones civiles, etc.)
— Variables de riesgo y flujos de actuación
— Reportes de acontecimientos
— Documentos tipo (cartas, comunicado de prensa, etc.)
Otras de las actividades que tienen que hacerse para enfrentar una crisis son una auditoría de riesgos y unas prácticas de simulación entre los portavoces. La auditoría de riesgos se refiere a la revisión de las variables que podrían intervenir en una crisis, frente a lo contemplado en el manual de crisis. Las prácticas de simulación entre los portavoces consisten en la reproducción de situaciones de crisis, en la que los representantes de la compañía tienen que enfrentar la gestión de un acontecimiento, paralelamente a la demanda de información de los medios de comunicación, en un ambiente lo más realista posible. Estas prácticas tienen que ser sorpresivas, en cuanto a fecha, hora y tipología de la crisis, para tener una mayor veracidad y obtener los mejores resultados de formación de los portavoces. Quienes ven en las crisis sólamente problemas, se olvidan de que también puede ser una fuente de oportunidades, que, por desgracia, sólo pueden surgir en estos difíciles momentos. La exposición pública gratuita a la que se ve sometida una empresa cuando está sufriendo una crisis no la volverá a obtener nunca. El público estará más pendiente de lo normal sobre lo que ocurra con una empresa mientras continúen los acontecimientos. En este sentido, si se gestiona bien una crisis, se tiene la oportunidad de atenuar el signo negativo de la cobertura mediática e, incluso, es posible lanzar mensajes positivos sobre la empresa, sus productos y servicios. Esta oportunidad no tiene que verse en los últimos momentos de la crisis, cuando la atención a los acontecimientos esté decayendo y los mensajes se escuchen más bien como una reacción tardía y sospechosa por parte de la empresa. Sería deseable buscar la oportunidad desde los primeros momentos, aunque esto no es siempre posible e incluso desaconsejable en algunas veces.
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