El canal de distribución está constituido por la trayectoria que ha de
seguir un bien o servicio desde su punto de origen o producción hasta su consumo,
y, además, por el conjunto de personas y/o entidades que permiten la
realización de las tareas correspondientes a lo largo de dicha trayectoria.
El razonamiento más común es que como cada intermediario añade un margen para
su beneficio, a mayor número de intermediarios mayores serán los precios a pagar por
el consumidor final.
Una máquina expendedora automática puede pertenecer a un minorista, lo que
representaría sólo una técnica de venta al detalle. O bien, puede pertenecer a un
mayorista; por lo que, al eliminarse el minorista, sí supondría modificación del canal.
Lo mismo ocurriría si perteneciera a un fabricante, pues en este caso se habrían eliminado
dos intermediarios: mayorista y minorista.
En la última década, la implantación de la venta automatizada ha tenido un desarrollo
espectacular. En determinados sectores, como p. ej. el bancario, su utilización
ha pasado de cero al cien por cien. El sector servicios quizá sea el que mejor ha adoptado
esta técnica de venta; entre múltiples ejemplos, puede citarse las expendedoras
de tarjetas de pago del servicio en los aparcamientos públicos.
A simple vista, cabe pensar que un canal corto implica un coste menor de
distribución y, en consecuencia, el precio a pagar por el consumidor sería
menor. Pero esto no siempre es cierto, ya que un canal corto sin intermediarios
puede implicar un mayor número de transacciones y unos costes de
infraestructura para la empresa fabricante tan elevados que sea menos costosa la distribución a través de especialistas. Los intermediarios se especializan
en determinadas actividades de distribución y, por ende, puede resultar más
económico distribuir a través de canales largos.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
No hay comentarios:
Publicar un comentario