LA PRIMERA IMPRESIÓN
La imagen corporal es una representación de nuestro cuerpo vista a través del ojo de la mente. En ella hay tres componentes interrelacionados:
— Los pensamientos y las emociones asociados al cuerpo
— La percepción de las dimensiones corporales
— Los comportamientos relacionados con el cuerpo.
La imagen corporal es importante siempre, porque la primera impresión que tenemos de los otros es a través de su apariencia física. Por eso la autoimagen corporal puede condicionar la idea que cada uno tiene de sí mismo como persona. Por otra parte, las mujeres son juzgadas más severamente que los hombres por su apariencia física y se juzgan ellas mismas con igual espíritu critico. Se ha escuchado cientos de veces que nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión positiva, o borrar una negativa.
a) El pelo
El pelo da marco al rostro, por eso tiene que lucir impecable: limpio, con un buen corte, y con el color adecuado.
b) Las manos
Como se ven todo el tiempo, las manos tienen que estar arregladas. Las uñas no muy largas, con un limado redondeado o cuadrado, no en punta, porque parecen garras.
c) La piel
La mujer profesional debe maquillarse para ir a trabajar. Por supuesto, este maquillaje debe ser discreto, que realce e ilumine el rostro, sin exagerarlo nunca. El exceso de maquillaje vulgariza a la mujer, y si hay mucha luz, parece pintada. El maquillaje más elaborado es para la noche y nunca para el ámbito laboral. Es preferible no usar sombras de colores durante el día.
d) Lenguaje corporal
Se estima que entre un 60 y un 70% de lo que comunicamos lo hacemos mediante el lenguaje no verbal: gestos, postura, mirada, movimientos. Muchas veces no somos conscientes de nuestras posturas, movimientos y gestos, que pueden estar contando una cosa, mientras que la voz cuenta otra. El lenguaje corporal y gestual es muy revelador. El cuerpo parece tener una mente propia y dice lo que no dicen las palabras, y a veces, dice lo contrario. Es muy importante que ambos canales estén alineados y de acuerdo, porque de lo contrario no somos creíbles y además, nuestra mente se desordena y se disgrega. e) La sonrisa La sonrisa es un arma poderosa, siempre y cuando sea sincera. Una sonrisa falsa es muy fácil de descubrir ya que se parece más a un rictus y causa una pésima impresión.
f) La mirada
En una conversación, podemos obtener mucha información de nuestro interlocutor si sabemos prestar atención al lenguaje de su cuerpo. Los ojos tienen una gran importancia y es mucho lo que podemos decir con ellos. Por algo se dice que son "el espejo del alma". Mirar a nuestro interlocutor además demuestra interés. Por otra parte, el que miente, rehuye la mirada, aparta y vuelve a fijar la vista rápidamente, y parpadea.
g) Gestos con la cabeza
Los movimientos afirmativos con la cabeza, si son rápidos indican asentimiento; si son moderados, reflexión y si son lentos, pueden denotar confusión. La inclinación hacia delante cuando va acompañada de una sonrisa y contacto visual aumentan los sentimientos de simpatía nuestro interlocutor.
h) El espacio personal
El espacio personal es el que consideramos propio, como si fuese una extensión de nuestro cuerpo. Hay una zona íntima que abarca entre 15 y 45 cms. que la persona cuida como su propiedad. Una zona personal, entre 46 cm y 1,22 m. más que separa a las personas en una reunión o fiesta. Otra zona social, que nos separa de los extraños y que se mide entre los 1,22 y 3,6 mts. Por último la zona pública, mas allá de los 3,6 mts, distancia cómoda para dirigirnos a un grupo de personas. Hay rituales en el uso del espacio. La zona más problemática es la íntima, porque la intromisión de un extraño en ella, produce reacciones y cambios fisiológicos en nuestro cuerpo, tal como ocurre en un medio de transporte atestado, cuando hay que compartir involuntaria y forzadamente el territorio más privado con desconocidos. En esas situaciones, hay códigos tácitos que todos respetan: nadie se mira a los ojos, se hacen la menor cantidad de movimientos posibles y en general, se considera que esas personas que nos rodean no existen como seres que nos conciernen, porque de lo contrario, reaccionaríamos como si fuéramos atacados cuando alguien penetra en nuestro territorio íntimo, ya que la finalidad principal de los rituales del espacio es mantener la armonía. Cuando alguien interpone un objeto entre él y nosotros indica que quiere mantener la distancia. Cruzar los brazos indica una actitud defensiva y negativa, incertidumbre o inseguridad. Una barrera parcial, como tomarse el brazo con una mano, denota falta de confianza. A veces se usa como una forma de tranquilizarse. Para romper estas barreras se puede ofrecer un cigarrillo o una bebida.
i) Gestos nerviosos
Revelamos nuestras emociones con el lenguaje corporal y nuestros interlocutores las captan de manera inconsciente:
— Taparse la boca: puede indicar que la persona miente o que teme decir lo que no debe.
— Frotarse las manos: Temor a perder el control.
— Tocarse el pelo: inseguridad —
Juguetear con objetos: nerviosismo e inseguridad.
— Morderse los labios o pellizcarse la cara: hostilidad
— Sentarse erguido y relajado: seguridad, autoconfianza. Si se exagera, puede denotar arrogancia.
Los primeros 20 ó 30 segundos de trato al momento de conocer a una persona imprimen una imagen que influye en toda opinión posterior que tengamos sobre ella. Esta primera impresión puede confirmarse o no, pero en la mayoría de los casos es muy difícil de modificar. Por esto, el trabajo sobre la imagen personal y profesional es algo indispensable en el mundo de hoy. Quien nos ve por primera vez recibe en un 55% una impresión visual. Capta nuestro atuendo, la combinación de colores, nuestro porte y lenguaje corporal o gestual, el corte de pelo, la pulcritud y armonía o desarmonía general. En un 38% recibe una impresión auditiva, en el sentido de la entonación de nuestra voz, el timbre, la cadencia, etc. Y solo un 7% de la captación corresponde al discurso o mensaje verbal. Se suele decir que "hay que saber venderse". Pero lo que en realidad sí debemos vender es nuestro servicio profesional, que tiene que ser considerado como un producto con un valor en el mercado. Nuestra imagen exterior debe reflejar las cualidades que queremos vender a los demás. Si la envoltura les provoca desconfianza o preocupación, sin duda no les darán la oportunidad de mostrar lo que valen. La idea es tener una imagen interna de éxito personal y autorrealización, que va a atraer lo mismo del exterior. Por lo tanto, actuemos, vistámonos y pensemos como si ya los hubiésemos obtenido.
La forma de vestir junto con los modales y el comportamiento, es el reflejo que se da de la empresa o institución a la que se representa. Por ello, hay que causar una buena primera impresión, pero eso por sí solo no vale. Tener una buena imagen no solamente es cuestión de vestuario. La imagen exterior está muy condicionada por la higiene. Se debe tratar de tener un aspecto agradable y limpio, esto supone:
— Higiene corporal diaria (ducha o baño, cambio de muda, desodorante, etc.).
— Cabello cuidado y arreglado (aunque se lleve melena se deberá llevar limpio y arreglado).
— Uñas, manos, maquillaje, barba, etc.
Hay que dar una imagen exterior correcta, sin perder la propia personalidad. Lo mismo con los complementos que deben ir acordes al tipo de vestuario utilizado. El vestuario es un elemento muy importante a la hora de causar una buena impresión. Cuando nos presentamos en un sitio, en lo primero que se fijan es en nuestra apariencia externa. Aunque los verdaderos valores de una persona no sean su vestuario, hay que causar una buena primera impresión.
Como hemos dicho saber estar no consiste solamente en ser educado, sino en un conjunto de factores entre los que ocupa un lugar muy importante nuestra apariencia, como nos vestimos.
a) La mujer
El vestuario básico de una señora incluye un repertorio mucho más amplio de prendas básicas que el vestuario masculino. El mundo laboral le exige contar con prendas cómodas y elegantes para cubrir esta faceta de su vida. Se puede combinar estupendamente el vestuario femenino, haciendo muchas combinaciones con pocas prendas, ya que éste en el entorno laboral debe ser ante todo cómodo. El traje de chaqueta, con falda o pantalón, es la prenda mayormente elegida por las mujeres que trabajan. El traje de chaqueta, al ser un clásico, es menos dado a cambios por las tendencias de la moda. Con el traje de chaqueta se llevan camisas (similares a las masculinas) o blusas. También es conveniente la utilización de medias que estilizan y dan más elegancia a las piernas, zapatos de medio tacón y algún que otro complemento.
El vestuario básico de hombre debería incluir un conjunto de prendas básicas que le ayuden a cubrir la mayoría de los compromisos que se le puedan presentar, tanto en el ámbito familiar, como en el social y laboral. Podemos citar como excepción los trajes de etiqueta que por su escasa utilización (a no ser que sea una personalidad), puede optarse por el alquiler en lugar de comprarlos. Para el hombre, el vestuario básico y clásico de toda la vida es la chaqueta y la corbata. Aunque en la actualidad se empieza a imponer el vestuario de sport. Incluso en los trajes, se puede apreciar un ligero cambio hacia colores más atrevidos y otros tejidos menos formales. Los zapatos más idóneos son los negros de cordones, aunque también hay mucha variedad donde escoger (mocasines, hebillas, etc.). Los calcetines deben ir combinados con los zapatos. Se pueden llevar complementos tales como gemelos, reloj y alfiler de corbata. Tipos de traje y cómo utilizarlo Aunque la sastrería y la confección de trajes se encuentra, al igual que muchas otras prendas, influenciada en gran medida por las modas y las tendencias que marcan las casas comerciales y sus colecciones, aquí nos vamos a basar en un patrón estándar de partida, donde mantendremos los cortes clásicos.
En cuanto a las telas, aunque también hay innovaciones, las más utilizadas siguen siendo:
— La raya diplomática (rayas finas sobre colores oscuros generalmente), predominando los colores grises, azules oscuros y negros.
— El ojo de perdiz.
— Los cuadros príncipe de Gales.
— Los tejidos lisos.
En cuanto a los materiales, lana principalmente para el invierno y algodón y lino para el verano. Aunque se pueden encontrar en el mercado mezclas, tejidos sintéticos y una amplia variedad de tejidos y calidades. Independientemente de la moda en tejidos o colores, los trajes se pueden clasificar en tres grupos principales, teniendo en cuenta que puede haber cientos de variantes a estos cortes clásicos: — Traje recto de dos botones: Uno de los más utilizados en nuestra vida diaria. Este corte se utiliza tanto en chaquetas de sport como en chaquetas de vestir. Es la chaqueta con las solapas más largas y la mayor abertura central del pico (la que más corbata deja ver).
Se suele llevar abrochada al completo o solamente abrochamos el botón superior, pero nunca el botón inferior sólo.
— Traje recto de tres botones: Es probablemente el más elegante dentro de los trajes de vestir. Es equilibrado, de solapas cortas y suele ir acompañado de chaleco, aunque todo ello es muy dependiente de la moda y la tendencia del momento. Se abrocha al completo, y no suele llevarse la chaqueta desabrochada, pero al igual que en el modelo anterior, se abrochan los dos primeros botones superiores, pero nunca solamente el primero o el inferior.
— Traje cruzado, con dos botones: Se caracteriza por llevar dos filas de botones. Hoy en día está de poca actualidad, aunque en Inglaterra es una de las más utilizadas. Siempre ha sido considerada muy elegante, y se suele llevar o totalmente abotonada o totalmente desabotonada, pero nunca a medio abotonar. Podemos encontrarlas también cruzadas con dos filas de tres botones cada una. Hay que tener en cuenta que en todos los modelos anteriores en la parte posterior de la chaqueta pueden tener una apertura central, o dos aperturas simétricas. Aunque no es una norma, la apertura central suelen predominar en los trajes de "vestir" y las dos aperturas en las chaquetas de sport y chaquetas de "diario".
— Pantalones: Suelen contar con una trabilla lateral para un mejor ajuste del mismo. La vuelta del pantalón sólo se suele utilizar de día, pero no para la tarde-noche, y casi obligado para vestirlos con una chaqueta cruzada. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el pantalón con vuelta hace más bajo (tiende a acortar la figura) y es mejor para piernas estrechas. Un pantalón debe quedar a la altura del tacón por la parte posterior, y cubrir al menos un tercio del zapato por la parte delantera.
— Bolsillos: Un buen corte evita que, al sentarse, se vea el forro del bolsillo del pantalón. Otro detalle se nota en el bolsillo superior de la chaqueta, que guarda una pequeña curva para que se adapte con suavidad al contorno del tórax. El bolsillo interior de la chaqueta, suele llevar un botón y no dejarlo abierto. Los bolsillos exteriores suelen llevar algún pequeño refuerzo para evitar que se deformen. Un pequeño truco es utilizar solamente los bolsillos internos de la chaqueta y dejar los exteriores cosidos por dentro, como vienen de fábrica, así evitamos que se deformen.
— El forro: Una traje de calidad cuenta con un forro elegante, principalmente de seda, y un cosido esmerado de puntadas muy precisas y juntas. Son muy vistosos y elegantes los forros con motivos diversos.
— Solapas: Contar con un ojal en la solapa es un detalle que se ha ido perdiendo y que a menudo se echa de menos. — La manga: Los trajes más elegantes suelen contar con botones en la manga que son perfectamente desabrochables, no como en los trajes de "serie" donde los botones de la manga son un falso adorno, pero no se pueden desabrochar. Nunca se debe ver el forro por la manga.
— Otros detalles: El tercer bolsillo, más pequeño, situado sobre el bolsillo inferior derecho, es utilizado en función de las modas y las tendencias. Es conocido como el "ticket pocket" debido a que era el bolsillo donde se guardaban las entradas para un espectáculo, o cualquier otro tipo de "ticket" o entrada. c) Alguna reglas básicas para el vestuario La elegancia es sobria: hay que ir elegante sin llamar la atención. La elegancia es pulcra: ante todo hay que ir bien aseado, bien afeitado, bien peinado, dientes cepillados, uñas limpias, etc. Ropa limpia, bien planchada, zapatos relucientes. La elegancia es práctica: hay que vestir según la ocasión: a una fiesta hay que ir arreglado y al campo hay que ir informal (tan malo es ir a una cena en vaqueros, como al campo con chaqueta y corbata). La elegancia es pudorosa: si es usted obeso no vaya con ropa ajustada, trate de disimular su tripa, si tiene varices no vaya con minifalda, evite que se le señale la ropa interior, en la playa no vaya marcando sus atributos (por muy orgulloso que se pueda sentir). La elegancia tiene personalidad: tenga su propio estilo personal, no se deje llevar permanentemente por los dictados de la moda. Saber vestir es complicado y sólo el buen gusto, el sentido común y la experiencia nos permiten ir avanzando en el conocimiento de este difícil arte.
Las reglas del buen vestir son variadísimas, pero hay unos estándares mínimos que toda persona debería conocer y respetar:
— El chándal se utiliza exclusivamente para hacer deporte: ir en chándal por la ciudad no es apropiado.
— Los calcetines blancos se utilizan para jugar al tenis y nada más. Tampoco calcetines llamativos (color celeste, cremoso, grisaceo y otras variedades).
— Las camisas interiores de tirantes tan sólo las utilizan ya personas mayores. Entre la gente joven han quedado totalmente desfasadas
. — Los zapatos de rejilla no son especialmente estéticos.
— No se debe llevar el manojo de llaves asomando por el bolsillo.
— Los hombres sólo deben llevar la alianza, ningún otro anillo es admisible y menos "pulseritas" con el nombre de la novia.
— Bolsos de hombres, vulgarmente conocidos como "mariconeras", hay que evitarlos.
— Móvil colgando del cinturón (abstenerse).
— Gafas de sol en días de invierno con un cielo plomizo (sin comentarios).
— Peluquines: no son aceptables. La calvicie hay que aceptarla con elegancia.
— No debe ir exageradamente perfumado, puede que el perfume que utiliza no sea del agrado general. Hay normas de elegancia generalmente aceptadas, si bien comenzamos a entrar en un terreno muy subjetivo. El tema es tan amplio que sólo vamos a comentar algunos patrones generalmente aceptados de la vestimenta masculina, ya que en el caso de la mujer la creatividad no tiene límite, siendo lo más importante el conseguir crear un estilo personal propio.
El hombre debe tener presente:
— Conviene recordar que el calcetín siempre debe ser más oscuro que el traje.
— Las camisas más elegantes son las de doble puño, para llevar "gemelos" (discretos) y por supuesto sin bolsillo. Es opinable si deben llevar las iniciales grabadas. El color de la camisa debe combinar con el del traje: hay miles de opciones, pero entre las más tradicionales podemos destacar:
— Traje azul marino: camisas lisas de color celeste o blanco; camisas blancas con rayas finas de color azul marino.
— Traje gris: camisas lisas de color celeste, blanco, beige claro, rosa pálido; camisas blancas con rayas finas de color burdeos.
— Traje beige: camisas lisas de color celeste o beige claro.
— Traje verde-caqui: camisas lisas de color beige claro o rosa pálido. En todo caso, hay que tener presente que la camisa siempre debe ser de color más claro que el traje.
— La corbata es el elemento más personal de la vestimenta masculina y donde uno se puede permitir un cierto toque de atrevimiento. En todo caso, debe combinar con el color del traje y el de la camisa. Hay que ir renovando la colección de corbatas y ésta debe estar inmaculadamente limpia, especialmente su nudo que tiende a ensuciarse. La corbata debe llegar hasta el cinturón, queda un tanto ridículo que cuelgue en exceso o que se quede corta. El pillacorbata está ya pasado de moda.
— En todo caso, tanto con traje como con prendas informales, hay que respetar tres máximas:
— No llamar la atención.
— Evitar excentricidades (hay que ser un auténtico experto en el vestir para poder permitírselas).
— No ser presuntuoso.
— Por último, basar el vestuario exclusivamente en grandes marcas, sólo denota una ausencia preocupante de iniciativa y de personalidad.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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