En la actualidad es una preocupación de las organizaciones la motivación efectiva del personal para que lleven mejor a cabo las metas de la organización, y lo más exitoso usado últimamente son los grupos face to face, situación esta que propician los propios managers de las organizaciones en innumerables ocasiones. Muchas de estas compañías han expresado que después de la instauración del trabajo en grupo su trabajo se ha vuelto más exitoso y que muchos de los problemas internos han podido ser resueltos, además, son de la opinión que el desarrollo grupal debe ser construido dentro de la cultura de la compañía ya que esto permite involucrar a los niveles más bajos de la dirección. Está comprobado que el trabajo en grupo permite adoptar decisiones, llegar a conclusiones más ricas que aquellas que son producto del pensamiento individual, además aumenta la calidad de las decisiones de dirección mediante la experiencia e inteligencia colectiva y disminuye la incertidumbre y el riesgo a equivocarse en esta toma de decisiones.
El grupo permite también la creación de hábitos, valores, creencias y el perfeccionamiento de las habilidades que permiten lograr cambios en la conducta y dinámica del grupo, en las relaciones personales, permite intercambiar conocimientos y autorreflexionar sobre su trabajo a las personas que lo integran. Las funciones más visibles de los grupos informales son la evitación de interferencias externas y la restricción del rendimiento, según los estudios de Hawthorne.
— Proporcionar raíces sociales a los empleados.
— Compensar las incomodidades generadas por la tecnología: monotonía, penosidad, etc.
— Potenciar la colaboración para el logro de los objetivos de la organización.
El reconocimiento de la importancia de los grupos informales como lugar en el que satisfacer sus necesidades sociales vino dado por un estudio realizado por Elton Mayo en 1943, para la industria aeronáutica de California. Esta industria tropezaba con niveles altísimos de absentismo y de rotación. Después de analizar determinadas estadísticas percibieron que en algunas unidades el absentismo y la rotación eran bajos. Detectaron que existían grupos muy cohesionados y con raíces sociales. Mayo concluyó que la pertenencia a esos grupos estimulaba a los operarios a acudir cada día a su puesto de trabajo. La conclusión final es que el desarrollo industrial trajo consigo desarraigo social. En las grandes ciudades es más difícil echar raíces sociales. Esta situación hace recaer una nueva responsabilidad en las organizaciones modernas, situación no bien entendida por muchas empresas, que ven en la cohesión de grupos una amenaza hacia su poder de dirección.
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