LOS PERGAMINOS DE OG MANDINO:
PERGAMINO SALUDARÉ ESTE DÍA CON AMOR EN MI CORAZÓN:
Saludaré este día con amor en mi corazón.
Porque este es el secreto más grande del éxito en todas las
empresas. La fuerza muscular podrá partir un escudo y aun destruir la vida, pero solo el poder invisible
del amor puede abrir el corazón del hombre, y hasta que no domine este arte no
seré más que un mercachife en el mercado. Haré del amor mi arma más poderosa y
nadie a quien yo visite, podrá defenderse de su fuerza.
Podrán contradecir mi razonamiento; podrán desconfiar de mis
discursos; podrán desaprovar mi manera de vestir; podrán rechazar mi rostro, y
hasta podrán sospechar de mis ofertas especiales; y sin embargo mi amor les
derretirá el corazón, al igual que los rayos del sol entibian la más fría arcilla.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo lo haré?. De aquí en adelante contemplaré todas las
cosas con amor y naceré de nuevo. Amaré al sol porque me calienta los huesos;
pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu. Amaré la luz porque
me señala el camino; pero también amaré la oscuridad porque me enseña las
estrellas. Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también
soportaré la tristeza porque descubre mi alma. Reconoceré la recompensa porque
constituye mi pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque
constituyen para mí un desafío.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo hablaré? Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en
amigos míos. Animaré a mis amigos y se volverán mis hermanos. Ahondaré siempre
en busca de razones para elogiar; nunca me rebajaré a buscar excusas para el
chisme. Cuando sienta la tentación de criticar, me morderé la lengua; cuando me
sienta inspirado a elogiar, lo proclamaré a los cuatro vientos.
¿No sucede que los pájaros, el viento, el mar y la naturaleza
toda hablan con la música de la alabanza para su creador? ¿No puedo acaso
hablar con la misma música a sus hijos? De aquí en adelante recordaré este
secreto que cambiará mi vida.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo procederé? Amaré a todas las clases de hombres porque
cada uno tiene cualidades dignas de ser admiradas aunque quizás estén ocultas.
Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construído alrededor de sus
corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por ellos a sus almas.
Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amaré
a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amaré a los reyes porque son
solamente humanos; amaré a los humildes porque son divinos. Amaré a los ricos
porque sufren la soledad; amaré a los pobres porque son tantos. Amaré a los
jóvenes por la fe a que se aferran; amaré a los ancianos por la sabiduría que
comparten. Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza; amaré a los feos por
sus almas saturadas de paz.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Pero cómo reaccionaré ante la conducta de los demás? Con
amor. Porque así como el amor es el arma con la que me propongo abrir el
corazón del hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos de
odio y las lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracán mi
nuevo escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me
protegerá en el mercado, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en
momentos de desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso trasporte.
Con el uso se fortalecerá y me protegerá cada vez más, hasta que un día lo
pondré a un lado y caminaré sin estorbos entre todos los hombres, y cuando lo
haga, mi nombre será enarbolado bien alto en la pirámide de la vida.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo me enfrentaré con las personas con quienes me
encuentro?. De una sola manera. En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a
él y le diré que le amo. Aunque dichas en silencio, estas palabras se
reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome a
mis labios, y harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá. ¿Y quién es aquel
que se negará a comprar mis mercancías cuando en su corazón sienta mi amor?
Saludaré este día con amor en mi corazón.
Y principalmente me amaré a mí mismo. Porque cuando lo hago,
vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, en mi mente, mi alma y mi
corazón. Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino más que más bien trataré
mi cuerpo con limpieza y moderación. Nunca permitiré que mi mente sea atraída
por el mal y la desesperación, sino que más bien la estimularé con los
conocimientos y la sabiduría de los siglos. Nunca le permitiré a mi alma que se
vuelva complaciente y satisfecha; por el contrario la alimentaré con la
meditación y la oración. No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se
amargue; sino más bien lo compartiré y crecerá y alegrará la tierra.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
De aquí en adelante amaré a toda la humanidad. Desde este
momento todo el odio ha sido extraído de mis venas porque no tengo tiempo para
odiar, solo tengo tiempo para amar. Desde este momento doy el primer paso
requerido para convertirme en un hombre entre los hombres. Con amor aumentaré
mis ventas en un ciento por ciento, y me convertiré en un gran vendedor. Aunque
no posea otras cualidades, puedo alcanzar el éxito tan solo con el amor. Sin
este fracasaré aunque posea todos los conocimientos y habilidades del mundo.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
PERGAMINO: PERSISTIRÉ HASTA ALCANZAR EL ÉXITO
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
En el Oriente los toros jóvenes son puestos a prueba para la
corrida en la plaza. Estos toros son llevados a la plaza y se les deja atacar
al picador que los pica con una lanza. La bravura de cada toro se calcula
entonces con cuidado, según las veces que se disponga a embestir a pesar de que
vaya a ser picado con la lanza. De aquí en adelante reconoceré que todos los
días la vida me pone a prueba de igual forma. Si persisto, si sigo probando, si
continúo embistiendo, alcanzaré el éxito.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
En este mundo no nací para la derrota, ni el fracaso corre
por mis venas. No soy una oveja que espera ser aguijoneada por el pastor. Soy
un león y me niego a hablar, caminar o dormir con las ovejas. Me abstendré de
escuchar a aquellos que lloran y se quejan, porque la enfermedad es contagiosa.
Que ellos se unan a las ovejas. El matadero del fracaso no es mi destino.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Los premios de la vida se encuentran al final de cada
jornada, y no cerca del comienzo, y no me corresponde a mi saber cuántos pasos
son necesarios a fin de alcanzar mi meta. Puede aún alcanzarme el fracaso al
dar mi milésimo paso, y sin embargo quizás el éxito se oculte detrás del
siguiente recodo del camino. Jamás sabré cuán cerca estoy del éxito a menos que
doble la esquina.
Siempre daré un paso más. Si ese no es suficiente daré otro y
aun otro. En realidad, un paso cada vez no es muy difícil.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
De aquí en adelante consideraré el esfuerzo de cada día como
un golpe de la hoja del hacha contra un poderoso roble. El primer golpe quizá
ni cause temblor en el árbol, ni el segundo ni el tercero. Cada golpe en sí
mismo quizá sea insignificante y al parecer, sin consecuencias. Y sin embargo,
como resultado de golpes endebles, el roble finalmente se tumbará. Y así
sucederá con mis esfuerzos de hoy.
Se me comparará con las gotas de lluvia que finalmente se
llevan la montaña; la hormiga que devora al tigre; la estrella que ilumina la
tierra; el esclavo que construye una pirámide. Edificaré mi castillo usando un
ladrillo cada vez porque sé que los pequeños intentos, repetidos, completarán
cualquier empresa.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario
palabras o frases como abandono, no puedo, imposible, irrealizable, improbable,
fracaso, impráctico, sin esperanzas y retirada, porque son palabras de necios.
Huiré de la desesperación, pero si esta enfermedad de la mente me atacara,
seguiría trabajando en medio de la desesperación. Trabajaré y aguantaré. Pasaré
por alto los obstáculos que se yerguen a
mis pies, y mantendré fijos los ojos en las metas por encima de mi cabeza,
porque sé que donde termina el árido desierto, crece la vegetación.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Recordaré la antiquísima ley de los promedios y la adaptaré
para mi beneficio. Persistiré con la convicción de que cada vez que fracase en
una venta, aumentarán las posibilidades de éxito en la tentativa siguiente.
Todo “no” que escuche, me aproximará al sonido de un “sí”. Toda mirada de
desaprobación que me encuentre, solo me prepara para la sonrisa que hallaré
después. Cada desventura que me sobrevenga contendrá en sí la semilla de la
buena suerte del mañana. Debo contemplar la noche para apreciar el día. Debo
fracasar con frecuencia para tener éxito una sola vez.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Persistiré, persistiré y persistiré de nuevo. Cada obstáculo
que se me presente, lo consideraré como un mero rodeo en el camino que me lleva
a la meta, y un desafío a mi profesión. Persistiré y desarrollaré mis
habilidades como el marino desarrolla las suyas, aprendiendo a dominar la furia
de cada tormenta.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
De aquí en adelante, aprenderé y aplicaré otro secreto de
aquellos que sobresalen en su trabajo. Cuando haya terminado el día, sin tener
en cuenta si ha sido un éxito o fracaso, procuraré realizar una venta más.
Cuando mis pensamientos inviten a mi cansado cuerpo a regresar a casa,
resistiré la tentación de hacerlo. Trataré de realizar una venta más. Haré un
intento más de cerrar el día con una victoria, y si ese intento fracasa, haré
otro. No permitiré jamás que ningún día termine en fracaso. De esta manera,
plantaré la semilla del éxito del mañana y lograré una ventaja insuperable
sobre aquellos que cesan de trabajar a una hora prescrita. Cuando otros ponen
fin a la lucha, la mía habrá comenzado, y mi cosecha será amplia.
Persistiré hasta alcanzar el éxito.
Tampoco permitiré que los éxitos del ayer me hagan caer en le
sopor de la complacencia del hoy, puest que este es el gran fundamento del
fracaso. Me olvidaré de los acontecimientos del día que ha pasado, ya fuesen
buenos o malos, y saludaré el nuevo día con la confianza de que este será el
mejor día de mi vida.
Mientras haya aliento en mí, persistiré, porque ahora conozco
uno de los grandes principios del éxito; si persisto lo suficiente alcanzaré la
victoria.
Persistiré.
Alcanzaré la victoria.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
Desde el comienzo del mundo, nunca ha existido otro con mi
mente, mi cabello, mi boca. Nadie ha podido, ni puede, un podrá caminar y andar
y moverse y pensar exactamente como yo. Todos los hombres son hermanos míos y
sin embargo soy diferente de cada uno de ellos. Soy una criatura única.
Aunque figuro en el reino animal, lo animal solamente no me
satisface. Dentro de mí arde una llama que ha pasado a través de incontables
generaciones, y su calor constituye un constante incentivo para mi espíritu de
ser mejor de lo que soy y seré. Avivaré esta llama de la disconformidad y
proclamaré mi singularidad ante el mundo.
Nadie puede manejar el pincel ni el cincel como yo; nadie
puede imitar exactamente mi caligrafía; nadie podrá engredar a mi hijo y en
realidad nadie tiene la habilidad de vender exactamente como yo. De aquí en
adelante, me aprovecharé de esta diferencia puesto que es un factor que debo
estimular al máximo.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
No haré más intentos vanos de imitar a otros. En cambio
exhibiré mi singularidad en el mercado. La proclamaré, sí, la venderé.
Comenzaré ahora a acentuar mis diferencias; a ocultar mis similitudes. Así
también aplicaré este principio a las mercancías que vendo. Un vendedor y su
mercancía, diferente de todo lo demás, y orgulloso de la diferencia.
Soy un ser único de la naturaleza.
Soy una cosa rara, y existe valor en todo lo raro; por lo
tanto soy valioso. Soy el resultado de miles de años de progreso; por lo tanto
estoy mejor equipado, tanto mental como corporalmente, que todos los
emperadores y sabios que me precedieron.
Pero mi habilidad, mi mente, mi corazón y mi cuerpo se
estancarán, se corromperán y morirán a menos que se les dé buen uso. Tengo un
potencial ilimitado. Empleo solamente una pequeña parte de mi cerebro, ejercito
solamente una ínfima porción de mis músculos. Puedo mejorar en un cien por cien
más mis éxitos de ayer, y esto haré a partir de hoy.
Nunca jamás quedaré satisfecho con los éxitos del ayer, ni me
entregaré tampoco a la alabanza personal por hechos que en realidad son
demasiado pequeños para ser aún reconocidos. Puedo realizar mucho más de lo que
he realizado y lo haré, pues ¿por qué razón el milagro que me produjo deber
terminar con mi nacimiento? ¿Por qué no extender ese milagro a mis hechos de
hoy?
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
No estoy de casualidad en esta tierra. Estoy aquí con un
propósito, y ese propósito es crecer hasta convertirme en montaña, y no
encogerme hasta parecer un grano de arena. De aquí en adelante concentraré
todos mis esfuerzos en trasformarme en la montaña más elevada de todas, y
exigiré a mi poder hasta que me pida tregua.
Acrecentaré mis conocimientos de la humanidad, de mí mismo y
de las mercancías que venda, de manera que mis ventas se multipliquen.
Practicaré y mejoraré y puliré mis palabras que pronuncio para vender mis
mercancías, pero este es el cimiento sobre el cual edificaré mi carrera y nunca
me olvidaré que muchos han alcanzado grandes riquezas y éxito mediante un solo
discurso de ventas bien pronunciado. Asimismo procuraré constantemente mejorar
mis modales y atractivos, puesto que son la miel hacia la cual todos son
atraídos.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
Concentraré todas mis energías en hacer frente al desafío del
momento, y mis actos contribuirán a que me olvide de todo lo demás. Los
problemas de mi casa los dejaré en casa. No pensaré en mi familia cuando esté
en el mercado, porque esto ensombrecerá mis pensamientos. De igual manera los
problemas inherentes al mercado los dejaré en el mercado y no pensaré en mi
profesión cuando esté en mi casa, puesto que esto podría apagar mi amor.
No hay lugar en el mercado para mi familia, ni hay lugar
tampoco en mi casa para el mercado. Divorciaré al uno del otro y de esta manera
permaneceré unido a ambos. Deben permanecer separados o morirá mi carrera. Esta
es la paradoja de los siglos.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
Se me han dado ojos para que vea y una mente para que piense
y ahora sé un gran secreto de la vida porque percibo por fín que todos mis
problemas, mis desánimos y sufrimientos son en realidad grandes oportunidades
veladas. Nunca me engañaré por la máscara que lleven, porque mis ojos están
abiertos. Miraré más allá de la máscara y no seré engañado.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
Ni las bestias, ni las plantas, ni el viento, ni la lluvia,
ni las rocas, ni los lagos tuvieron el mismo comienzo que yo, porque fui
concebido con amor y traído a este mundo con un propósito. En el pasado no
consideré esta verdad, pero de ahora en adelante le dará forma a mi vida y la
guiará.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
Y la naturaleza no conoce derrota. Con el tiempo, emerge
victoriosa, y así lo haré yo, y con cada victoria la próxima lucha no será tan
difícil.
Venceré, y me convertiré en un gran vendedor, puesto que soy
único, singular.
Soy el milagro más grande de la naturaleza.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
¿Y qué haré con este último día de valor incalculable que me
queda? Primero, sellaré el contenido de la vida de manera que ni una gota se
derrame sobre la arena. No perderé ni un momento siquiera en lamentarme por las
desgracias, las derrotas y los sufrimientos del ayer, pues ¿por qué debo
desperdiciar en lo malo lo que es bueno?.
¿Puede la arena deslizarse hacia arriba en el reloj? ¿Saldrá
el sol donde se pone y se pondrá donde sale? ¿Puedo vivir de nuevo los errores
de ayer y corregirlos? ¿Puedo hacer que retornen las heridas del ayer y
sanarlas? ¿Puedo volverme más joven que ayer? ¿Puedo desdecirme del mal que he
hablado, anular los golpes que he asestado, el dolor que he provocado?. No, el
ayer ha quedado sepultado para siempre y no pensaré más en él.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
¿Y qué haré entonces? Olvidándome del ayer, no pensaré
tampoco en el mañana. ¿Por qué arrojaré el ahora detrás del quizá? ¿Puede la
arena del mañana correr en el reloj antes que la de hoy? ¿Nacerá el sol dos
veces esta mañana? ¿Puedo realizar las tareas del mañana mientras me hallo en
la senda del hoy? ¿Puedo poner el oro del mañana en la bolsa de hoy? ¿Puede el
niño del mañana nacer hoy? ¿Puede la muerte que se producirá mañana proyectar
hacia atrás su sombra y oscurecer el gozo de hoy? ¿Debo de preocuparme de
acontecimientos que quizás nunca contemple?¿Debo atormentarme con problemas que
tal vez nunca ocurran? ¡No! El mañana yace sepultado con el ayer, y no pensaré
más en él.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Este día es todo lo que tengo, y estos momentos son ahora mi
eternidad. Saludo este amanecer con exclamaciones de gozo, como un preso a
quien se le conmuta la sentencia de muerte. Elevo mis brazos con agradecimiento
por este don inapreciable de un nuevo día. Así también me golpearé el pecho con
gratitud al considerar a todos los que saludaron la salida del sol del ayer y
que hoy no figuran entre los vivos. Soy en realidad un hombre afortunado, y las
horas de hoy constituyen algo extra, inmerecido. ¿Por qué se me ha permitido
vivir este día extra, cuando otros, mucho mejores que yo, han muerto? ¿Será
acaso que han cumplido su propósito mientras el mío está inconcluso? ¿Es esta
otra oportunidad de convertirme en el hombre que yo sé que puedo ser? ¿Existe
un propósito de la naturaleza? ¿Es este mi día para distinguirme?.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Tengo tan solo una vida, y la vida nada es sino una medida del tiempo. Cuando
malgasto una destruyo al otro. Si malgasto el hoy destruyo la última página de
mi vida. Por lo tanto, trataré con ternura y afecto cada hora, porque no
retornará jamás. No puede conservarse hoy para ser usado mañana. ¿quién puede
atrapar al viento? Asiré con ambas manos cada minuto de este día y lo
acariciaré con afecto puesto que su valor es incalculable. ¿Qué hombre
moribundo puede comprar el aliento de otro aunque esté dispuesto a dar por él
todo su oro? ¿Qué valor asignaré a las horas que me quedan? Las consideraré
inapreciables.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Eludiré con ahínco a todo aquello que mata el tiempo.
Destruiré la indecisión con la acción; sepultaré las dudas bajo la fe;
destruiré el temor con la confianza. No escucharé los labios ociosos; no me
quedaré donde hay manos ociosas; no visitaré a personas ociosas. De aquí en adelante
sabré que el cortejar la ociosidad equivale a robar alimentos, ropas y calor de
aquellos a quienes amamos. No soy un ladrón. Soy un hombre que siente cariño en
su corazón y hoy es mi última oportunidad de demostrar mi cariño y mi grandeza.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Los deberes de hoy los cumpliré. Hoy acariciaré a mis hijos
mientras son niños aún; mañana se habrán ido, y yo también. Hoy abrazaré a mi
mujer y la besaré dulcemente; mañana ya no estará ni yo tampoco; hoy le
prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya no clamará pidiendo ayuda, ni
tampoco yo podré oír su clamor. Hoy me sacrificaré y me consagraré al trabajo;
mañana no tendré nada que dar, y no
habrá nada que recibir.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Y si es mi último día, será mi monumento más grande. Este día
será el mejor de mi vida. Este día aprovecharé los minutos hasta el máximo. Lo
saborearé y daré gracias. Aprovecharé todas las horas y canjearé los minutos
solamente por algo de valor. Trabajaré con más ahínco que nunca y exigiré a mis
músculos hasta que pidan el alivio, y aun así continuaré. Haré más visitas que
nunca. Venderé más mercancías que nunca. Ganaré más oro que nunca. Cada minuto
de hoy será más fructífero y fecundo que las horas de ayer. Mi último día
deberá ser mi mejor día.
Viviré este día como si fuera el último de mi existencia.
Y si no lo es, caeré de rodillas y daré gracias.
Hoy seré dueño de mis emociones.
La marea sube; la marea baja. Pasa el invierno y llega el
verano. Declina el verano y aumenta el frío. El sol sale; el sol se pone. La
luna está llena; la luna es nueva. Llegan los pájaros; y luego parten. Florecen
las flores; las flores se marchitan. Se siembra la semilla; se recoge la
cosecha. La naturaleza es un ciclo de estados de ánimo y yo soy parte de la
naturaleza; y, así como la marea, subirán y bajarán mis estados de ánimo.
Hoy seré dueño de mis emociones.
Es una de las estratagemas de la naturaleza, escasamente
comprendida, que cada día amanezca con estados de ánimo diferentes. El gozo de
ayer se convertirá en la tristeza de hoy; sin embargo la tristeza de hoy pasará
a ser el gozo del mañana. Dentro de mí hay una rueda que cambia constantemente
de la tristeza al gozo, de la alegría a la depresión, de la felicidad a la
melancolía. A igual que las flores, los capullos de gozo de hoy se marchitarán
y abatirán, y sin embargo recordaré que las flores secas de hoy llevan la
semilla del mañana; así también la tristeza de hoy contiene la simiente del
gozo del mañana.
Hoy seré dueño de mis emociones.
¿Y cómo dominaré estas emociones a fin de que cada día sea
productivo? Porque a menos que mi estado de ánimo sea el correcto, mi vida será
un fracaso. Los árboles y las plantas dependen del tiempo para florecer, pero
yo elaboro mi propio tiempo, qué digo, lo llevo conmigo. Pero si yo les ofrezco
a mis clientes lluvia, tinieblas y pesimismo, reaccionarán con tristeza,
tinieblas y pesimismo y no me comprarán nada. Si les ofrezco gozo, entusiasmo,
claridad y alegría a mis clientes, reaccionarán con gozo, entusiasmo, claridad
y alegría, y mi tiempo me producirá una cosecha de ventas y un granero de oro.
Hoy seré dueño de mis emociones.
¿Y cómo dominaré mis emociones a fin de que todos los días
sean felices y productivos? Aprenderé este secreto de los siglos: Débil es
aquel que permite que sus pensamientos controlen sus acciones; fuerte es aquel
que obliga a sus acciones a que controlen sus pensamientos. Todos los días
cuando despierte, seguiré este plan de batalla antes de ser capturado por las
fuerzas de la tristeza, de la autocompasión y del fracaso:
Si me siento deprimido, cantaré.
Si me siento triste, reiré.
Si me siento enfermo, redoblaré mi trabajo.
Si siento miedo, me lanzaré adelante.
Si me siento inferior, vestiré ropas nuevas.
Si me siento inseguro, levantaré la voz.
Si siento pobreza, pensaré en la riqueza futura.
Si me siento incompetente, recordaré éxitos del pasado.
Si me siento insignificante, recordaré mis metas.
Hoy seré dueño de mis emociones.
De aquí en adelante, sabré que solo aquellos con habilidad
inferior podrán estar siempre a su nivel más alto, y yo no soy inferior. Habrá
días que tenga que luchar constantemente contra fuerzas que me desgarrarían.
Aunque el desánimo y la tristeza son fáciles de reconocer, hay otros que se nos
aproximan con una sonrisa y con un amistoso apretón de manos pero también
pueden destruirnos. Contra ellos, también, debo estar siempre en estado de
alerta:
Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis
fracasos.
Si me siento inclinado a entregarme con exceso a la buena
vida, recordaré el hambre pasada.
Si siento complacencia, recordaré a mis competidores.
Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de
vergüenza.
Si me siento todopoderoso, procuraré detener el viento.
Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.
Si me siento orgulloso en exceso, recordaré un momento de
debilidad.
Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las
estrellas.
Hoy seré dueño de mis emociones.
Y con este nuevo conocimiento comprenderé también y
reconoceré los estados de ánimo de aquel a quien visite. Toleraré su enojo y su
irritación de hoy porque no sabe el secreto de dominar su mente. Puedo resistir
sus burlas e insultos porque ahora sé que mañana cambiará y será un placer
visitarle.
No juzgaré más a un hombre por una sola visita; no dejaré
jamás de visitar de nuevo mañana a aquel que hoy me demuestra odio. Hoy no
comprará carrozas de oro por un centavo, y sin embargo mañana canjeará su casa
por un árbol. El conocimiento que tengo de este secreto será la llave que me
abra las puertas de la riqueza.
Hoy seré dueño de mis emociones.
De aquí en adelante reconoceré e identificaré el misterio de
los estados de ánimo de toda la humanidad, y de mí mismo. Desde este momento
estoy preparado para dominar cualquier tipo de personalidad que se despierte en
mí todos los días. Dominaré mis estados de ánimo mediante una acción positiva,
y cuando haya dominado mis estados de ánimo, controlaré mi destino.
Hoy controlo mi destino, y mi destino es el de convertirme en
el vendedor más grande del mundo.
Seré dueño de mí mismo.
Seré grande.
Me reiré del mundo.
Ningún ser vivo puede reírse, con excepción del hombre. Los
árboles tal vez sangren cuando son heridos, y las bestias del campo se quejarán
de dolor y de hambre, y sin embargo solo
yo tengo el don de la risa y es un don que puedo usar cuando quiero. De aquí en
adelante cultivaré el hábito de la risa.
Sonreiré y mi digestión mejorará; me reiré y mis cargas
serán aliviadas; me reiré y mi vida se alargará porque este es el gran secreto
de una larga vida y es ahora mío.
Me reiré del mundo.
Y especialmente me reiré de mí mismo porque el hombre es lo
más cómico cuando se toma demasiado en serio. Nunca caeré en esta trampa de la
mente. Porque aunque sea el milagro más grande de la naturaleza, ¿no soy aun un
mero grano de arena sacudido por los vientos del tiempo? ¿Sé en realidad de
dónde he venido y a dónde voy? ¿Mi preocupación por este día no parecerá necia
dentro de diez años?, ¿Por qué permitiré que los acontecimientos insignificantes
del hoy me perturben? ¿Qué puede acontecer antes de que se ponga este sol que
no parecerá insignificante en el curso de los siglos?
Me reiré del mundo.
¿Y cómo me reiré cuando me enfrente a un hombre o acciones
que me hieren y que me provocan lágrimas y maldiciones? Tres palabras aprenderé
a repetir hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que inmediatamente
aparecerán en mi mente siempre que el buen humor amenace con apartarse de mí.
Estas palabras, trasmitidas por los antiguos, me harán triunfar en la
adversidad y mantendrán mi vida en equilibrio. Estas palabras son: Esto también
pasará.
Me reiré del mundo.
Porque todas las cosas mundanas cesarán. Cuando me sienta
profundamente acongojado me consolaré pensando que esto también pasará; cuando
me sienta orgulloso del éxito me advertiré que esto también pasará. Cuando me
sienta oprimido por la pobreza me diré que esto también pasará; cuando esté
agobiado de riquezas recordaré que esto también pasará. Ciertamente, ¿dónde
está aquel que edificó la pirámide? ¿No está sepultado dentro de sus piedras? ¿
Y la pirámide, no quedará algún día sepultada bajo la arena? ¿Si todas estas
cosas pasarán, por qué debo preocuparme del hoy?
Me reiré del mundo.
Pintaré este día con risas; pondré fin a esta noche con una
canción. Nunca trabajaré para ser feliz; más bien trabajaré con ahínco para no
estar triste. Disfrutaré hoy de la felicidad de hoy. No es grano para ser
almacenado en una caja. No es vino para guardarse en una vasija. No puede
conservarse para mañana. Debe sembrarse y cosecharse el mismo día y esto haré
de hoy en adelante.
Me reiré del mundo.
Y con mi risa todas las cosas quedarán reducidas a su justa
medida. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños;
me reiré de mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor. Me reiré del
mal, que sucumbirá sin ser probado. Me reiré de la bondad, y esta prosperará y
abundará. El día será triunfante solo cuando mis sonrisas provoquen sonrisas en
otros, y esto lo hago por interés, porque aquellos a quienes les hago un mal
gesto no compran mis mercancías.
Me reiré del mundo.
De aquí en adelante solo derramaré lágrimas de sudor, porque
las lágrimas que nacen de la tristeza, del remordimiento, de la frustración no
tienen valor en el mercado, mientras que cada sonrisa puede ser canjeada por
oro y cada palabra bondadosa, hablada desde el corazón, puede edificar un
castillo.
Nunca permitiré que me vuelva tan importante, tan sabio, tan
grave y reservado, tan poderoso, que me olvide de reírme de mí mismo y de mi
mundo. En este asunto seguiré siendo un niño, porque solamente como un niño se
me ha otorgado la habilidad de admirar a los demás; y mientras admire a otro
nunca me formaré una opinión excesiva de mí mismo.
Me reiré del mundo.
Y mientras pueda reírme no seré jamás pobre jamás. Este es
entonces uno de los mayores dones de la naturaleza, y no lo malgastaré más.
Solamente con la risa y la felicidad puedo convertirme en un verdadero
triunfador. Sólo con la risa y la felicidad puedo disfrutar de los frutos de mi
trabajo. Si no fuera así, sería mejor que fracasara, porque la felicidad es el
vino que afina el gusto de la comida. Para disfrutar del éxito debo tener
felicidad, y la risa será la doncella que me sirve.
Seré feliz.
Tendré éxito.
Seré el vendedor más grande que el mundo ha conocido.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Una hoja de morera tocada por el genio del hombre se convierte en seda.
Un campo de arcilla tocado por el genio del hombre se convierte en un
castillo.
Un ciprés tocado por el genio del hombre se convierte en un santuario.
Un vellón de lana tocado por el genio del hombre se convierte en un
manto para un rey.
Y si es posible que las hojas y la arcilla y la madera y la lana
multipliquen su valor en un cien por cien, qué digo, en un mil por el hombre,
¿no puedo hacer lo mismo con la arcilla que lleva mi nombre?
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Soy como el grano de trigo a quien le esperan tres futuros. El trigo
puede ser puesto en una bolsa para alimentar a los puercos. O puede molerse y
convertirse en harina y luego en pan. O puede sembrarse en la tierra a fin de
que crezca hasta que sus espigas de oro produzcan mil granos de uno.
Soy como un grano de trigo, con una diferencia. El trigo no puede
escoger ser el alimento de los puercos, molido para el pan, o plantado para que
se multiplique. Yo tengo la facultad de elección y no permitiré que mi vida sea
alimento de los puercos ni dejaré que sea molida bajo las piedras del fracaso y
la desesperación, y así quebrantado, ser devorado por la voluntad de otros.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Para que crezca y se multiplique es necesario plantar el grano de trigo
en la oscuridad de la tierra, y mi fracaso, mi desesperación, mi ignorancia y
mis inhabilidades son la oscuridad en la cual he sido plantado a fin de
madurar. Ahora, como el grano de trigo que brotará y fructificará solamente si
es nutrido por la lluvia y el sol y los vientos tibios, yo también puedo nutrir
mi cuerpo y mi mente para cumplir mis sueños. Pero para crecer hasta llegar a
su plenitud el trigo debe esperar los caprichos de la naturaleza. Pero yo no
necesito esperar nada porque tengo el poder de escoger mi propio destino.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
¿Y cómo lograré esto?. Primero fijaré metas para el día, la semana, el
mes, el año y mi vida. Así como la lluvia debe caer antes de que el grano de
trigo rompa su cáscara y germine, así yo también debo tener metas y objetivos
para que mi vida cristalice. Al fijarme metas recordaré mis mejores trabajos
del pasado y los multiplicaré en un cien por cien. Este será el nivel según el
cual viviré en el futuro. Nunca me preocuparé de que mis metas sean demasiado
elevadas, puesto que ¿no es mejor acaso apuntar mi lanza a la luna y herir
solamente a un águila que apuntar mi lanza al águila y pegarle solamente a una
roca?
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
La magnitud de mis metas no me asombrará aunque quizás tropiece antes de
alcanzarlas. Si tropiezo me levantaré de nuevo y mis caídas no me preocuparán
porque todos los hombres deben de tropezar con frecuencia antes de llegar a su
hogar. Solo el gusano está libre de la preocupación de tropezar. Y yo no soy gusano.
No soy una cebolla tampoco. No soy una oveja. Soy hombre. Que otros construyan
una cueva con su arcilla. Por mi parte, construiré un castillo con la mía.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Y así como el sol debe calentar la tierra a fin de producir la planta de
trigo, así también las palabras de estos pergaminos calentarán mi vida y
convertirán mis sueños en realidad. Hoy sobrepasaré toda acción que realicé
ayer. Subiré a la montaña de hoy con toda la habilidad que tengo, y sin embargo
mañana subiré más alto que hoy, y al día siguiente más alto que ayer. El
sobrepasar los hechos de los otros carece de importancia; el sobrepasar mis
propios hechos es lo que significa todo.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Y así como el viento caliente hace madurar el trigo, los mismos vientos
llevarán mi voz a aquellos que me escucharán y mis palabras les anunciarán mis
metas. Una vez pronunciado, no me atrevo a revocar lo que he dicho por temor a
la humillación. Seré como mi propio profeta, y aunque todos se rían de mis
declaraciones, oirán mis planes, conocerán mis sueños. Y de esta manera no
habrá escape para mí hasta que mis palabras se conviertan en hechos realizados.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
No cometeré el terrible crimen de apuntar demasiado bajo.
Realizaré la labor que un fracasado no realizará.
Siempre extenderé mi brazo más allá de lo que está a mi alcance.
No me quedaré nunca contento con mi actuación en el mercado.
Siempre ampliaré mis metas tan pronto como las haya alcanzado.
Procuraré siempre hacer que la próxima hora sea mejor que esta.
Proclamaré siempre mis metas al mundo.
Y sin embargo, nunca proclamaré mis éxitos. Que el mundo en cambio, se
me acerque con alabanza y que tenga yo la sabiduría de recibirlo con humildad.
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Un grano de trigo cuando se multiplica en un cien por cien producirá
cien tallos. Multiplique estos en un cien por cien, diez veces, y alimentará a
todas las ciudades del mundo. ¿No soy yo más que un grano de trigo?
Hoy multiplicaré mi valor en un cien por cien.
Y cuando haya realizado esto, lo repetiré de nuevo, y de nuevo, y se
producirá el asombro y la maravilla ante mi grandeza, en circunstancias que las
palabras de estos pergaminos se cumplen en mí.
Mis sueños carecen de valor alguno, mis planes son como el
polvo, mis metas son imposibles.
Todo ello carece de valor a menos que sea seguido de la
acción.
Procederé ahora mismo.
Jamás ha existido un mapa, por muy exactos que hayan sido los
detalles y la escala que trasportará a su dueño a un centímetro de distancia.
Jamás ha existido un documento jurídico, por justo que fuese, que haya impedido
un crimen. Jamás ha existido un pergamino, aún como el que yo sostengo ahora,
que se haya ganado un centavo o producido una sola palabra de aclamación.
Solamente la acción es la chispa que enciende el mapa, el documento, este
pergamino, mis sueños, mis planes, mis metas, hasta convertirlos en una fuerza
viviente. La acción es mi alimento y bebida que nutrirán mi éxito.
Procederá ahora mismo.
La tardanza que me ha sujetado fue hija del temor y ahora
reconozco este secreto, extraído de las profundidades de corazones valientes.
Ahora sé que para conquistar el temor debo siempre proceder sin vacilación y
los estremecimientos de mi corazón desaparecerán. Y ahora sé que la acción
reduce al león del terror a una hormiga de ecuanimidad.
Procederé ahora mismo.
De aquí en adelante, recordaré la lección de la luciérnaga
que proyecta su luz solamente cuando vuela, solamente cuando está en acción. Me
convertiré en luciérnaga y aún durante el día se verá mi resplandor a pesar del
sol. Que otros sean como las mariposas que se acicalan las alas, y que sin embargo
dependen de la caridad de una flor para vivir. Seré como una luciérnaga y mi
luz iluminará el mundo.
Procederé ahora mismo.
No eludiré las tareas de hoy ni las postergaré para mañana,
porque sé que el mañana nunca llega. Déjenme proceder ahora aunque mis acciones
no traigan la felicidad o el éxito, porque es mejor proceder y fracasar que
quedarse inactivo y salir del paso a duras penas. La felicidad, en realidad,
quizá no sea el fruto arrancado mediante mi acción, y sin embargo sin la acción
todo fruto morirá en su tallo.
Procederé ahora mismo.
Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. Procederé ahora
mismo. De ahora en adelante, repetiré estas palabras constantemente, cada hora,
cada día, todos los días, hasta que se conviertan en un hábito como el respirar
y las acciones que sigan sean algo tan instintivo como el pestañear. Con estas
palabras puedo preparar la mente para realizar todo acto necesario para mi
éxito; con ellas puedo preparar la mente para hacer frente a todo desafío que
el fracasado elude.
Procederé ahora mismo.
Repetiré estas palabras una vez tras otra. Las pronunciaré
cuando despierte al saltar de mi cama, mientras el fracasado duerme una hora
más.
Procederé ahora mismo.
Cuando entre al mercado las pronunciaré e inmediatamente
afrontaré a mi primer cliente; mientras el fracasado medita con detenimiento
sobre la posibilidad de que se le desaire.
Procederé ahora mismo.
Cuando me encuentre frente a una puerta cerrada, las
pronunciaré, y luego llamaré mientras que el fracasado espera afuera con temor
y temblor.
Procederé ahora mismo.
Las pronunciaré cuando me atraiga la tentación, y procederé
de inmediato para sacarme a mí mismo del mal.
Procederé ahora mismo.
Cuando esté tentado a abandonar la lucha para comenzar
mañana, pronunciaré estas palabras y procederé de inmediato a consumar otra
venta.
Procederé ahora mismo.
Solamente la acción determina mi valor en el mercado, y para
multiplicar mi valor multiplicaré mi acción. Transitaré allí donde el fracasado
teme andar. Trabajaré cuando el fracasado busque descanso. Hablaré cuando el
fracasado permanece en silencio. Visitaré a diez personas que pueden comprar
mis mercancías, mientras que el fracasado se formula planes grandiosos para
visitar a uno solo. Afirmaré que la labor está cumplida antes que el fracasado
diga que es demasiado tarde.
Procederé ahora mismo.
Porque el ahora es todo lo que tengo. Mañana es el día
reservado para el trabajo de los haraganes. Yo no soy haragán. Mañana es el día
en que lo malo se vuelve bueno. Yo no soy malo. Mañana es el día en que el
débil se vuelve fuerte. Yo no soy débil. Mañana es el día en que el fracasado
tendrá éxito. Yo no soy un fracasado.
Procederé ahora mismo.
Cuando el león siente hambre, come. Cuando el águila siente
sed, bebe. Si no procedieran, si no actuaran, ambos morirían.
Tengo hambre de éxito. Tengo sed de felicidad y de paz
mental. Si no procedo, si no actúo, pereceré en una vida de fracaso, de
miseria, de noches de insomnio.
Impartiré órdenes y obedeceré mis propias órdenes.
Procederé ahora mismo.
El éxito no esperará. Si tardo, será como una novia, que se
casará con otro y la perderé para siempre.
Ahora es el momento oportuno, este es el lugar. Yo soy el
hombre.
Procederé ahora mismo.
¿Qué hombre tiene tan poca fe que en un momento de gran
desastre y de angustia no haya invocado a su Dios? ¿Quién no ha rogado cuando
se ha visto enfrentado con el peligro, la muerte o un misterio superior a su
comprensión o experiencia normal? ¿De dónde procede este profundo instinto, que
se expresa por la boca de todos los seres vivos en momentos de peligro?
Agite la mano con rapidez ante los ojos de alguno, y sus
párpados pestañearán. Déle a otro un golpecito e la rodilla y la pierna dará un
salto. Enfrente a otro con una historia de horror y sus labios dirán: “Dios
mío”, en virtud del mismo impulso.
Mi vida no tiene que estar saturada de religión para
reconocer este gran misterio de la naturaleza. Todos los seres que andan por la
tierra, incluso el hombre, poseen el instinto de clamar pidiendo ayuda. ¿Por
qué es que poseemos este instinto, este don?.
¿No son nuestros ruegos una forma de oración? ¿No sería
incomprensible, en un mundo gobernado por las leyes de la naturaleza, otorgar a
un cordero o a una mula, o a un pajarillo o al hombre el instinto de clamar
pidiendo ayuda, si alguna mente superior no hubiese también determinado que el
ruego fuese escuchado por un poder superior con la habilidad de escuchar y de
responder? De ahora en adelante oraré, pero mis ruegos serán solamente en
demanda de dirección.
Nunca oraré pidiendo las cosas materiales de este mundo. No
estoy llamando a un sirviente para que me traiga alimentos. No le estoy
ordenando a un mesonero para que me proporcione habitación. No pediré jamás que
se me otorgue oro, o amor, o buena salud, o victorias mezquinas, o la fama, o
el éxito, o la felicidad. Solo oraré por directrices y orientaciones a fin de
que se me señale el camino para alcanzar estas cosas, y mi oración será
contestada siempre.
Quizá recibiré la dirección y orientación que busco, o tal
vez no, pero ¿no son estas dos cosas una respuesta? Si el niño le pide pan a su
padre, y el padre no se lo da, ¿no le ha respondido el padre?
Oraré pidiendo directrices y orientación, y oraré como un
vendedor, de esta manera:
Oh, creador de todas las cosas, ayúdame. Porque hoy me
interno desnudo y solo en el mundo, y sin tu mano que me guíe me extraviaré del
camino que conduce al éxito y a la felicidad.
No pido ni oro ni ropas ni aun las oportunidades en
consonancia con mi habilidad; en cambio guíame a fin de que adquiera habilidad
para aprovechar mis oportunidades.
Tú le has enseñado al león y al águila cómo cazar y prosperar
con sus colmillos y garras. Enséñame a cazar con palabras y a prosperar con
amor para que sea león entre los hombres y águila en el mercado.
Ayúdame a permanecer humilde en los obstáculos y fracasos;
pero no ocultes de mi vista el premio que acompañará a la victoria.
Asígname tareas en cuyo desempeño otros hayan fracasado; pero
guíame a fin de que pueda arrancar de entre sus fracasos las semillas del
éxito. Enfréntame con temores que templen mi espíritu; pero concédeme el valor
para reírme de mis dudas.
Dame los días suficientes para alcanzar mis metas; pero
ayúdame a vivir hoy como si fuera mi último día.
Guíame en mis palabras a fin de que produzcan frutos; pero
sella mis labios de la murmuración y que nadie sea calumniado.
Disciplíname a fin de que adquiera el hábito de no cejar
nunca, pero muéstrame cómo encontrar el equilibrio. Ponme alerta a fin de
reconocer la oportunidad; pero otórgame la paciencia que concentrará mis
fuerzas.
Báñame en buenos hábitos para que los malos se ahoguen; pero
dame compasión para las debilidades de los hombres. Déjame saber que todo
pasará; pero ayúdame a contar mis bendiciones de hoy.
Exponme ante el odio para que no sea extraño; pero llena de
amor mi copa a fin de que pueda convertir a los extraños en amigos.
Pero que todas estas cosas sean así si es tu voluntad. Soy
tan solo un pequeño y solitario grano de uva que se aferra a la vid, y sin
embargo me has hecho distinto de todos los demás. En realidad debe existir un
lugar especial para mí. Guíame. Ayúdame. Señálame el camino.
Déjame llegar a ser todo lo que tienes planeado para mí desde
que seleccionaste y plantaste mi semilla para que germinara en la viña del
mundo.
Ayuda a este humilde vendedor.
Guíame, Dios.
Escrito en EL MASTER DEL GUAPO HACKER, de Xavier Valderas
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